martes, 4 de enero de 2022

Tema: Jesús del Monte en el siglo XVIII cubano.

Autora: MsC. Elizabeth Azopardo Núñez Introducción El objetivo de este artículo es explicar -desde le plano de análisis de la historia local- los orígenes de la comunidad de Jesús del Monte en las condiciones de la Cuba colonial y las protestas que tuvieron lugar en la misma. Con ello se pueden vislumbrar las dificultades que entrañó el programa reformista de los Borbones de origen francés, recién llegados al trono español en el momento de estos acontecimientos; así como, la complicada situación en la que se encontró la Corona tratando de salvaguardar -como esencia de su dominio sobre la isla- el monopolio comercial y los beneficios que reportaba un producto tan cotizado como el tabaco cubano. No en vano, ante el notable empeoramiento de sus condiciones laborales, los vegueros se vieron obligados a sublevarse hasta en tres ocasiones con la intención de reclamar derechos que consideraban legítimos. Las revueltas fueron una de las consecuencias inmediatas del establecimiento del Estanco del tabaco, la Real Factoría de Tabacos de La Habana y los constantes abusos cometidos por los funcionarios de ésta. A pesar del tiempo transcurrido, el tema no ha perdido vigencia, e importancia - especialmente para la juventud- ya que en ocasiones no se aprecia justamente la inequidad que implica el colonialismo o el neocolonialismo; así como, el precio que debe pagar un país cuándo no tiene independencia. El trabajo está divido en tres epígrafes, en el primero se muestra el proceso de formación de la comunidad del Jesús del Monte; en el segundo, la participación de la metrópolis española en los acontecimientos que se exponen y en el tercero, se explica en qué consintieron las sublevaciones de los vegueros residentes en éstas y otras localidades cercanas. Las obras especialmente consultadas fueron: Clases sociales y tabaco de María del Carmen Barcia de la Universidad de La Habana y Las revueltas de los vegueros en La Habana y alrededores (1717-1723) de José Naranjo Río-Miranda de la Universidad Pablo de Olavide. Desarrollo: 1. Poblamiento de la localidad. Después del descubrimiento de la isla en 1492 y su bojeo en 1509, comenzó su proceso de conquista y colonización con la fundación de las siete primeras villas. A fines del siglo XVI aparecen los primeros signos de urbanización en la villa de San Cristóbal de La Habana junto al Puerto de Carenas, -después de su periplo por la costa sur y junto al río La Chorrera (hoy Almendares). Contribuyó a su florecimiento la selección de la misma como punto de escala de la Flota que anualmente comunicaba a las colonias y la Metrópoli; así como, su designación como puerto único para el comercio. La necesidad de extender las áreas de cultivo para el autoconsumo de la villa hizo que se construyen caminos que fueran enlazando la zona urbanizada con las rurales. Fue así como en las inmediaciones del Camino Real del Sur o Camino de Batabanó (más tarde Camino de Jesús del Monte y hoy calzada de 10 de Octubre) y el Camino Real del Este (hoy Calzada de Luyanó) va surgiendo a mediados del siglo XVI un asentamiento poblacional. Ya 1689 -en terrenos del ingenio San Francisco de Paula, propiedad de Francisco de Lara Bohorques- se construyó una ermita, denominada “El Buen Pastor de Jesús del Monte” cuya denominación contribuyó a dar nombre a la localidad , La construcción de la ermita fue fruto de la iniciativa del obispo Diego Evelio Compostela, quien dada la prosperidad económica que iba alcanzando la zona y conforme con su proyección de crear curatos de campo para el cobro del diezmo, se encargó que se edificara. Más tarde, el presbítero Cristóbal Bonifax de Ribera, Provisor y Vicario General, donó unos terrenos que poseía para la trasformación de la ermita -inicialmente de embarrado y guano, con el primer cementerio de rango a cielo abierto- en una iglesia de cal y canto, que para 1698 se convirtió en, la primera con el título de parroquia auxiliar de la mayor en La Habana de extramuros. Con una extensión aproximada de unas cinco leguas de superficie, Jesús del Monte incluía las zonas que posteriormente fueron conocidas como: Luyanó, Víbora, Jacomino, Arroyo Apolo y Arroyo Naranjo. Su cercanía a la villa de San Cristóbal, los caminos que lo atravesaban, la fertilidad y topografía del terreno, así como las favorables condiciones climáticas, resultaron factores importantes para que se distribuyeran mercedes de tierra, primero; y el establecimiento de pobladores, después. Desde el descubrimiento ya los españoles conocían del cultivo del tabaco en la Isla, al encontrar a hombres y mujeres aspirando el humo de unos cilindros de hojas seca. Se cree que la planta era originaria de la zona del altiplano andino y que llegó al Caribe unos 2.000 ó 3.000 años a.n.e. En 1492, ya se había extendido por todo el continente y casi todas las tribus y naciones de América tenían con el tabaco una relación más o menos intensa. Ante el crecimiento experimentado por la demanda europea del tabaco y el despoblamiento que estaba sufriendo la isla por la emigración de colonos a otras partes del continente ricas en metales preciosos, las autoridades fomentaron la emigración de colonos canarios para la reactivación de este sector económico y a partir de la segunda mitad del siglo XVII, en La Habana y sus alrededores comenzará a desarrollarse -en ríos y arroyos próximos- la expansión de su cultivo en tierras arrendadas por ellos, que atraídos por las posibilidades que ofrecía el precio del tabaco cubano se dedicaron al mismo. El grueso poblacional de inmigrantes isleños lo constituyen humildes campesinos que, en barrios rurales como Jesús del Monte, Bejucal o la población de Santiago de las Vegas, así como en antiguas poblaciones de nativos como Guanabacoa, comienzan el cultivo tabacalero que crecía en estima en el viejo mundo. Estos, triunfaron sobre los propietarios y consiguieron asentarse en tierras que, mediante mediaciones con la Corona y disputas de legalidad, fueron calificadas de realengas y cedidas para su explotación .. De esta forma, las exportaciones de tabaco cubano crecieron significativamente y Jesús del Monte ganó prosperidad y renombre en el cultivo de la preciada hoja 2. La participación de la metrópolis en los acontecimientos. La Guerra de Sucesión (1701-1713) tuvo diversas implicaciones para la economía cubana. Pronto los gobernantes españoles comenzaron a notar las consecuencias negativas de la intromisión francesa en el ciclo comercial. Las cantidades de tabaco que el mercado español debía recibir disminuyeron considerablemente. El producto, antes elaborado de manera cuidadosa, perdió calidad debido a las exigencias de la demanda francesa. Mientras los franceses aprovechaban el auge tabacalero de La Habana, los nuevos encargados de la Real Hacienda española trataron de aplicar los términos del mercantilismo colbertiano , intentando adquirir el control del tabaco cubano en beneficio de la Corona. Por otra parte, limitando la compra sólo al tabaco en rama, las autoridades españolas opinaban que los labradores estaban bien pagados, pues ellos solo se dedican a cultivar el producto, mientras que la elaboración corría a cargo de la Corona, siendo esta función desempeñada en las reales fábricas. Además, se abogaba por comprar directamente a los cosecheros la materia prima, para evitar que el producto cayera en manos de extranjeros. Con los antecedentes narrados, a principios del año 1708 llegaba a La Habana el gobernador Laureano Torres de Ayala, con el principal objetivo de fomentar la producción de tabaco y enviar a España la mayor cantidad posible de este producto, hasta alcanzar tres millones de libras. Para ello eximió de toda carga a los vegueros, mientras forzó el cobro de los impuestos a los dueños de los molinos de tabaco -60 pesos anuales- y de piedras de moler -30 pesos . La labor de Torres de Ayala fue impecable, logró recaudar los tres millones de libras en menos de un año, y estos fueron enviados a España. Esta cantidad reportó un beneficio tal a las arcas de la Real Hacienda que se decidió otorgar al exitoso gobernador un importante título de Castilla, de los primeros que se nombraban en Cuba, Marqués de Casa Torres. Entre los años 1710 y 1712, numerosos documentos reconocen que la labor de este gobernador hizo crecer la producción del tabaco en rama y en polvo, al punto de calcularse que en 1712 habría unos 300 molinos de tabaco en La Habana y sus alrededores . La buena gestión de los recursos tabacaleros realizada por el gobernador Torres dejó claro en Madrid que, en Cuba, si se explotaba de la manera correcta, existía un enorme potencial para sacar grandes beneficios de la producción y venta del tabaco. Lo que tenía que evitarse era la salida de este producto hacia el mercado exterior, y gran culpa de esto la tenían los intermediarios, que distribuían cantidades considerables hacia vías privadas, o bien a través del contrabando. Otro factor importante a tener en cuenta era que podía conformarse una economía productiva del tabaco, como en el caso de Virginia. En este sentido, se ha señalado siempre al ministro de Felipe V, Jean Orry, como el principal precursor de que se estableciera la primera Factoría en la isla, con la intención de canalizar toda la producción de tabaco hacia las arcas de la Corona . El primero en llevar noticias del proyecto de monopolio fue uno de los mayores labradores e intermediarios de tabaco, el capitán Juan Núñez de Castilla, a quien se le concedió un señorío en el que contaría con una población de vegueros. Obtuvo además el título de marqués y más tarde sería también asentista de molinos. La Corona le encargó el monopolio a cambio de enviar 500.000 libras de tabaco. Frente a esta situación, en 1716 los diez moledores de tabaco más importantes presentaron una denuncia ante el cabildo. Como es lógico, los vegueros se quejaban de que fuera Núñez de Córdoba el único que podría moler tabaco. Además, advertían de que solo con la llegada de los rumores sobre el proyecto de monopolio, los ánimos ya estaban empezando a estar alterados por parte de los labradores y los fabricantes de molinos. En este contexto de agitación llegó a la isla el nuevo gobernador, Vicente Raxa. A diferencia de su predecesor, el gobernador Torres de Ayala, cuya gestión fue impecable al conocer bien el mercado y la situación de Cuba en general, la actuación de Rajá no fue nada afortunada. 3. Las sublevaciones de los vegueros. Las revueltas fueron una de las consecuencias inmediatas del establecimiento del Estanco del tabaco, la Real Factoría de Tabacos de La Habana y los constantes abusos cometidos por los funcionarios de esta. Las vegas de tabaco crecieron a expensas de las haciendas comuneras, pero pronto cayeron estos labradores bajo la dominación de los comerciantes y hacendados, especialmente los de La Habana, pues dependían de ellos al objeto de comercializar su cosecha, y de los latifundistas porque tenían que pagarles rentas por las tierras. Los temores de los vegueros se hicieron realidad cuando el 27 de julio de 1717 el gobernador Rajá hizo público un bando por el cual entraba en vigor el Estanco del tabaco. El informe señalaba que sería posible adquirir a través de la Factoría hasta 7.300.000 libras en un año, mientras que la Corona hasta entonces no había logrado adquirir más de 3.000.000 de libras. Felipe V ordenó que la primera cifra debería ser exportada en las siguientes direcciones: hacia España 5.000.000 de libras anuales, hacia Lima y Buenos Aires 200.000, hacia Chile 100.000, hacia Canarias 500.000, y hacia reinos extranjeros 1.500.000, para un total de 7.300.000 libras anuales Según Felipe V el argumento fundamental para establecer el Estanco era haberse “reconocido los graves daños que resultaban de la saca de tabacos que produce la isla de Cuba, para los Reinos extranjeros, dejando la península de España sin el que necesita para su abasto, obligando a comprarlo en otros Reinos, en perjuicio de mi hacienda y vasallos…”, perjuicio que competía al rey evitar, por lo que “usando de mi Real facultad, como señor despótico de la referida isla, he resuelto prohibir la franqueza con que sus nacionales han usado hasta ahora de los referidos tabacos, estancándolos en forma que sus cosecheros y dueños no puedan venderlos a otra persona alguna que al… superintendente general…”. A continuación, se ordenaba la publicación del bando en La Habana. Aunque se habían creado filiares de La Factoría en Santiago, Trinidad, Sancti Spíritus y Bayamo, la región habanera fue la única en realidad afectada por el Estanco del tabaco , dada la proximidad al puerto de embarque y al control de los funcionarios; y consecuentemente, la más receptiva a la propaganda contra el estanco. El cultivo en esta región estaba concentrado en Jesús del Monte, San Miguel del Padrón, Guanabacoa, Bejucal y Santiago de las Vegas. La sublevación estalla cuando los vegueros de estos cinco partidos, reunidos en el primero de ellos y armados con instrumentos de trabajo y alguna que otra arma de fuego, se dirigen hacia La Ciudad de la Habana. Apoyados por los miembros del cabildo, los vegueros logran introducirse en el recinto amurallado sin resistencia y bloquear al gobernador, Vicente Rajá, que tenía su residencia en el Castillo de la Real Fuerza, obligándolo a dimitir y a embarcarse hacia España, en compañía de los representantes del Estanco. Además de la dimisión de Rajá, los sublevados exigían quedara frente al gobierno el Teniente Rey, Gómez de Maraves; así como, que se les abonase con cargo a los bienes de los funcionarios del Estanco los gastos en que habían incurrido desde que se alzaron y el perdón general de Su Majestad. Obtenidas las dos primeras y confiados de la solución del conflicto, se retiraron a sus labores. En julio de 1718 llegó a La Habana un nuevo gobernador, Gregorio Guazo Calderón que, además de su carácter enérgico, traía refuerzos para la guarnición e instrucciones precisas para reprimir cualquier intento de rebelión. Para este tiempo ya las cortes estaban claras que la reyerta había sido estimulada y dirigida por los ricos terratenientes, los comerciantes, el clero y los propios funcionarios de la corona dedicados en la Isla a la explotación tabacalera. Nuevas condiciones se manifestaron en esta oportunidad en las relaciones entre los diferentes grupos y sectores sociales relacionados con la producción del tabaco. En junio de 1720, al iniciarse la segunda sedición, los ricos productores se hallaban divididos: algunos, favorecidos por mercedes y privilegios, se encontraban a favor del Estanco, por lo que es de suponer que utilizaban todos los medios posibles para evitar la participación de los cosechadores de sus zonas de influencias en los disturbios. Otros ricos productores, aún insatisfechos, continuaban su labor solapadamente, para inducir a los labradores a resistir el Estanco. Los divididos terratenientes azuzaban a los cosecheros unos contra otros. La difusión de las propias misivas dirigidas a los principales cosecheros de La Habana desde México, por Don Manuel de León, director general del Estanco, y donde los incitaba a exigir modificaciones al sistema, fueron el detonante de la sublevación. El día 14 de junio, un grupo de vegueros recorrieron los partidos de Santiago de las Vegas y los alrededores de Guanabacoa, dando fuego a casa y cosechas de nuevos vecinos de esos lugares y acusándolos de estanqueros. El día 21 el gobernados decretó la detención de 12 personas –4 del campo y 8 de la ciudad- en una operación simultánea. A la vez de reforzó la guarnición de la plaza y la muralla y dio orden de disparar si se atrevían a llegar, lo que hizo saber en un bando publicado el día 22. Reunidos en Jesús del Monte, los labradores cortaron el suministro de agua y alimentos a la ciudad, pero no se atrevieron a atacar. La intervención de un rico propietario de Guanabacoa, Don José Bayona y Chacón y del joven sacerdote Pedro Agustín Morell, que sirvieron de mediadores, pusieron fin a la tensa situación, con la promesa de que mejorarían las condiciones de compra y pago, se perdonaran las culpas y los propietarios condenarían el pago de sus tributos ese año. También se autorizó la venta y exportación del tabaco que sobraba a las restantes posesiones de España en América y aún a la metrópolis, cuando se hubiera satisfecho la demanda del Estanco . En el año 1723 comenzó bajo un clima tormentoso. Según el informe que realizó al rey el propio gobernador Guazo (15-5-1723) , los labradores se juntaron para destruir sembrados porque existía el acuerdo secreto de no producir tabaco hasta que los precios no alcanzaran los niveles deseados . En el mencionado documento también se expresa que enterado el gobernador de los sucesos informó al rey y solicitó a las autoridades municipales mantener el orden en sus partidas, para impedir que secundaran el movimiento. También reconocía la existencia de alrededor de 300 hombres armados que destruyeron las cosechas en San Miguel del Padrón, Guanabacoa y en Jesús del Monte, sin que se recibieran denuncias de los perjudicados. El día 15 de febrero el gobernado anunció astutamente la imposición de pena de muerte y pérdida de bienes “a los que arrancasen el tabaco” y en esta comunicación hizo alusión a la solicitud de auxilio recibida de la población de San Felipe y Santiago, para evitar el daño de sus vegas. . La oligarquía gobernante en su alianza con los terratenientes y el clero, habían de esta forma sentado las bases para, logrando la desunión de los vegueros y anunciado su severo castigo, poner a salvo sus intereses relacionados con la producción y exportación de tabaco. El día 20 de febrero a las 5,30 am entran en Santiago de las vegas las tropas enviadas por el gobernador, al mando del capitán de caballería Ignacio Francisco Barruttia, formadas por 200 hombres escogidos y que incluían la compañía de caballería y 50 granaderos, con tres capitanes de infantería y los oficiales subalternos correspondientes . Aunque el informe oficial sobre los sublevados afirma la existencia de un “combate” contra una hueste de 500 ó 600 vegueros sublevados, en carta de respuesta al gobernados del teniente Joseph de Lima (19-2-1723) sobre el estado del levantamiento, se habla solamente de 50 hombres armados solamente con sus machetines de trabajo que iban a arrancar tabaco, para lo cual habían enviado aviso al cura y que al llegar a Santiago de las Vegas fueron sorprendidos por las tropas. Como plantea el historiados José Rivero Núñez, el encuentro de los vegueros con las tropas provocó la huida de los primeros. Perseguidos por las gentes de a caballo fueron muchos heridos con sus espadas y el resto se dio a la fuga, mientras los infantes hacían 11 prisioneros. El día 21 de febrero se dio a conocer a la población un nuevo bando del gobernador en el que se anunciaba la condena a muerte de los presos y se hacía hincapié en que el día 23 se aplicaría la misma. Como colofón de este trágico episodio los 11 vegueros fueron ejecutados en la madrugada del día 23, en Jesús del Monte, sin que mediara juicio ni investigación alguna para determinar la culpabilidad. Los cuerpos de los ajusticiados serian colgados, según dispuso el gobernador, de los árboles a la orilla del camino real que va desde este sitio hasta San Miguel. Después de expuestos durante cuarenta horas, se les dio sepultura a 8 de ellos en la iglesia de Jesús del Monte, desconociéndose el paradero del resto. Los sucesos de febrero de 1723, determinaron temporalmente el fin del Estanco del tabaco, aunque se continuó su compra, por parte de La Real hacienda durante 4 años más. Conclusiones: Como hemos podido observar, las tres revueltas finalmente no fueron en vano, aunque el precio a pagar fue alto, pues conviene recordar que la tercera de ellas se saldó con heridos y víctimas mortales. Los vegueros rebeldes cumplieron en cierta medida sus objetivos. Se trató de un proceso de negociación complejo, dado que se produjo un choque de intereses que, mal gestionado, como sucedió durante el gobierno de Gregorio Guazo Calderón, derivó en expresiones tensas del desacuerdo entre ambas partes, como por ejemplo la quema de cosechas o la respuesta, que podríamos calificar de desproporcionada, por parte de las tropas reales durante el tercer levantamiento. Otro aspecto importante a resaltar en todo el proceso es la lentitud de las comunicaciones. Cuando el rey emitía un decreto, éste tardaba meses en llegar a sus destinatarios; lo mismo ocurría, al contrario: cuando los vegueros pretendieron exponer su situación, las noticias llegaban a la Corte meses más tarde. Esto motivaba que las resoluciones reales, la notificación de respuestas, fueran comunicadas a los afectados cuando las circunstancias probablemente habían cambiado, quedando mientras tanto sujetos a las decisiones del gobierno local, en este caso contra quien iba dirigido el pleito. Aquí podemos hacer un análisis de una de tantas limitaciones que encontraron los Borbones a la hora de tratar de imponer sus reformas, esta lentitud de comunicación, que, sumada a la corrupción, en muchos casos sistemática, de los funcionarios de instituciones al servicio de la Corona, hicieron fracasar los intentos -como el de establecer el Estanco del Tabaco- que pretendieron reformar el antiguo sistema y transformarlo precisamente en menos corrupto y por tanto más eficaz para las arcas de la nueva monarquía. Como se pudo apreciar, el origen y desarrollo de la comunidad de Jesús del Monte se produjo, dada la condición de Cuba como colonia de España, en un ambiente de confrontación que -aunque sin tener aún sus habitantes un concepto de patria- ya en el siglo XVIII el criollo era capaz de defender sus intereses económicos y enfrentarse al yugo colonial. Por ello la sublevación de los vegueros constituye un antecedente importante del seguimiento de la nacionalidad y de la nación cubana. Referencias bibliográficas: Actas Capitulares, Tomo _ I, Acta del Cabildo de 21 de agosto de 1551 Hernández González, M. (2008): “La emigración canaria a América a través de la Historia”. Cuadernos Americanos. Universidad de La Laguna. La Laguna. PP: 139 – 147 Marrero, Levi, Cuba, economía y sociedad, tomo VIII, Editorial Playor, Barcelona, 1976, José Naranjo Río-Miranda. Las revueltas de los vegueros en La Habana y alrededores (1717-1723) Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 5, p.297-327, ene-jun, 2017 Barcia, María del C. “Clases sociales y tabaco”. En Santiago No. 65, junio de 1987. A.G.I Tira 2. Santo Domingo, 484. (15-5-1723) Pérez de la Riva, Juan. “Peuplement et cycles economiquesa Cuba. (1511-1812)”. En Cahieri des Amenquis Latine, no. 8. Paris 1973 A.G.I Tira 2, Santo Domingo, 484. (19-2-1723) A.G.I. Carta del gobernador al capitán Barruttica. Rivero Nunez, José. Tabaco. Su historia en Cuba. Instituto de Historia. 1964

No hay comentarios:

Publicar un comentario