En la vida desterrada
no hay puerto, seno, ni abrigo
como el hallar un amigo
en la sed de la jornada.
José Martí
Hay historias de vida que no se deben olvidar, entre ellas la de
algunos desterrados. Mi abuelo me
contaba que en el tiempo de la colonia, la pena de muerte sólo era conmutada
con el destierro. Desterrados fueron Heredia, Varela, José Martí y muchos otros.
El cantor del Niágara
tuvo que claudicar de sus ideales políticos para poder ver de nuevo su patria y
Martí dijo: “Los desterrados saben que la tristeza que inunda el alma en la
tierra, es el dolor mismo del destierro. Hay almas que no saben nada de
esto,-porque hay almas-nubes, y almas-montes, y almas-llanuras, y almas-antros”.
Porque los desterrados son seres humanos que sufren, en
ocasiones más que los demás; sobre todo porque sufren el más terrible de los
dolores si el destierro se lo han impuesto ellos mismos. La pena de aquellos
que se saben alejados de la patria por su propia decisión, es inmensa. Ellos
tiene carácter, dignidad y para mí, también tiene rostros. En recordación a su inmenso dolor va este
modesto homenaje, dedicado a todos los cubanos que salieron del país por
diversos motivos y que se encuentran hasta en los más recónditos lugares del
mundo.
El hijo.
Era pequeño y débil, sus padres -muy jóvenes- tenían
expectativas muy elevadas para el primogénito, pero éste no cumplía con la
mayoría de ellas. Era pálido, poco hábil en lo que ha destrezas físicas se
refería y mostraba constantemente miedo al relacionarse con otros niños. Aunque
contaba con una preclara inteligencia y aprendió a decir frases completas con
apenas un año, para la misma edad a penas se sostenía en pié sin la ayuda de un
par de dedos solícitos que lo apuntalaban por las axilas. Era arrítmico, torpe
y a veces distraído, o ausente.
Durante los primeros años de vida no podía mantener un paso
de baile o entonar una melodía; a pesar de que el deporte y la música fueran su
pasión. Nunca pudo tampoco sostener una comunicación armoniosa con los de su
edad. A los seis años y medios se le declaró epilepsia. La madre lucho a brazo partido para
controlarle esa dolencia, pero el padre desistió; tenía otras prioridades, se
marchó del país.
Damián
siguió siendo un magnífico estudiante hasta culminar la enseñanza media, a
diferencia del hermano que siempre tenía las libretas sucias y las tareas sin
hacer, éste se preocupaba porque sus notas siempre fueran impecables. Si
obtenía alguna por debajo de 90 puntos, la iba a revalorizar para mejorar su promedio
académico. Tal era de bueno que en 9no. grado fue propuesto para ingresar en
las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC); pero, como muchas otras
cosas que no le salieron bien, no pudo. Le señalaron falta de combatividad,
estigma que estaba de moda por la época. ¿Qué era para un adolescente de 14
años la combatividad? El no sabía. Damián era tímido, su enfermedad lo había
hecho inseguro, pero sobre todo quería que su mamá estuviera orgullosos de él.
No pudo ser. En el preuniversitario fue a todas las escuelas en el campo,
participaba en las actividades revolucionarias e hizo la previa del Servicio
Militar Obligatorio con honores. Hasta ahí llegó su empeño, lo que su madre
quería era todo lo que no podía ser; sin embargo, él era muchas cosas que su
madre no veía. Por eso empezó a enfrentarla y más tarde a odiarla --por lo
menos eso creía- porque en realidad era lo que más amaba en la vida.
La madre.
La madre era
un ejemplo de dignidad y patriotismo. Militante del Partido Comunista (PCC) desde
los 26 años, educó a sus hijos dentro de esos principios. Recuerdo que de
pequeño le enseñaba a Dmián que todo lo que venía del norte es malo, hasta el
frío. Muchas veces era severa, estaba malhumorada por lo difícil de la vida de
una mujer trabajadora en la Cuba revolucionaria y que además debía educar a dos
varones, con padres ocasionales, ya que el trabajo y la revolución estaban
primero que el matrimonio y que todo lo demás. Damián prefirió idealizar al
padre, que no tenía que luchar con él, ni regañarlo. Claro, siempre ausente, se
convirtió en leyenda.
A Isabela -así se llamaba la madre- más que la educación
familiar, la había influido la etapa que le había tocado vivir. Prefería
participar intensamente de la vida social, marchar por las calles -como el
resto de las milicianas.
Las causas de los pobres y la utopía, sustentada las consignas de su tiempo.
Como tantos otros jóvenes, participaba de la vida política.
Durante la lucha guerrillera cuidaba la puerta para que sus padres escucharan
en la “Radio Rebelde”
La noche en que los aviones norteamericanos bombardearon la Base de San Antonio
de los Baños
-relativamente cerca de su casa- estaba alerta para encender o apagar las
luces, según le orientaba el miliciano que estaba en el portal de su casa. En
el año 1962, esperaba la “Guerra de los Misiles”
en una brigada sanitaria donde la adiestraban como camillera, aunque sólo tenía
doce años.
También había sido fundadora de la Unión de Pioneros de Cuba (UPC)
y sin cumplir la edad requerida, había ingresado a la UJC, destacándose como
líder estudiantil y juvenil. Fue así como –apoyada por su padre- participó en
las recogidas de café en las montañas de Oriente en los años 1963 y 64 y llegó
a ser educadora de la organización juvenil en su municipio. También fue presidenta
de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en la región donde vivía y a pesar
de los reclamos de la madre, que la quería convertir en una señorita de
sociedad, se había formado cómo maestra, marchando decidida a su práctica
docente en la montaña. Sobresaliendo en todas esas tareas llegó a ser miembro
del Comité Nacional de la UJC.
El padre.
El padre también fue militante del Partido, cuadro de la UJC
en su municipio; pero, en la década de los 80, cuando Damián tenía apenas 8
años, se marchó a los Estados Unidos. Para mayor desgracia –además de su
enfermedad- el inocente niño empezó a vivir la tragedia de ser “hijo de un
gusano”.
Los incidentes en la Embajada del Perú, donde fue asesinado
un miembros de la Seguridad del Estado cubano, fue el detonante para que se
retirara la custodia de la misma y se introdujeran -en un estrecho recinto-
unas 10 000 personas en menos de 24 horas. Hasta los transeúntes que caminaban
por la 5ta avenida, tiraban los documentos que los comprometían con su
afiliación comunista y cruzaban la cerca. Según afirmó el propio Fidel,
el gobierno sabía lo que iba a pasar al eliminar la custodia de la embajada.
Tal parece que los hechos dantescos que allí ocurrieron no importaban: niños y
ancianos hacinados, hasta heridos y muertos, víctimas de la histeria colectiva.
El éxodo del Mariel estuvo orquestado por el Gobierno cubano,
en respuesta a las limitaciones que imponía Estados Unidos a la emigración segura
y regular desde la Isla y los que se reunieron en la Embajada del Perú eran sólo
conejillos de indias y mártires de una euforia colectiva estimulada desde fuera,
fenómeno social digno de ser estudiado. Lo que importaba –como casi siempre-
era el impacto político del problema: presionar al gobierno de Estados Unidos
con el éxodo masivo, desatar una campaña mediática por parte del enemigo que
colocara a la pequeña isla comunista como una tiranía de donde sus hijos tenían
que huir.
Es cierto que la indiferencia
científica se puede justificar desde el punto de vista de los estudios
sociológicos, debido a la elección de elementos sustanciales del modelo
soviético en diferentes esferas de la vida social cubana. Es por ello que en el
año 1976, desaparece el Departamento de Sociología en la Universidad de La
Habana y sus estudiantes pasan en plan de liquidación a la Facultad de
Filosofía e Historia de nueva creación. No va ser hasta el curso 1986-1987 en
que entre las carreras aprobadas vuelve a reaparecer la misma.
Fue así como el Gobierno cubano dio la autorización para que
embarcaciones de la emigración cubana en la Florida vinieran al puerto de
Mariel a recoger a personas que solicitaban sus familiares. Los que aparecían
en las listas que traían los lancheros eran idos a buscar a sus casas y trasladados
a la playa “El Mosquito”, cerca del puerto, donde se corrían los trámites
imprescindibles.
Por la época se le daban mítines de repudio a los que
desertaban del proyecto revolucionario, buscando una solución individual a las
penurias que tenía que padecer el pueblo cubano, víctima del bloqueo que les
imponía los Estados Unidos o de la impericia de administraciones -muchas veces
incapaces- hasta que se prepararan los cuadros “idóneos”. No se entendía que
algunos abandonaran el camino donde se encuentra el deber, para seguir aquel
donde se vive mejor y se les agredía moral y hasta físicamente, sin respetar el
derecho que tiene cada cual a decidir dónde quiere vivir, por malas que puedan
parecer éstas decisiones.
La última vez que Miguel, el padre, fue a despedirse de Damián,
tuvo que cuidar en el coche al hermanito –hijo del segundo matrimonio de la
madre- para que ésta, acompañada de su hijo, asistieran a un mitin de repudio
que se celebraba en su edificio. Entre gritos de traidora, se vitoreaba a la Revolución,
mientras la impelida trataba de entrar subrepticiamente en su casa, angustiada
por la ofensa. Nada dijo el padre, después de más de una hora se marchó en
silencio y Damián comenzó a sufrir el abandono.
Días después, alguien del trabajo de Miguel se presentó en
casa de Isabela, preguntando por éste. Ella sorprendida le informó que él no
vivía allí desde hacía 6 años y que no entendía porque lo buscaban en esa
dirección. El aludido nada le explicó y ella lo tomó como un despistado; pero,
la noticia estaba por golpearla.
El día del octavo cumpleaños de Damián, todos esperaban al
padre para picar el cake; a diferencia de ello se presentó el abuelo y llamando
a la madre hacia la cocina le comunicó la noticia: Miguel se había marchado del
país. La desesperación lo nubló todo. ¿Cómo iba a explicar al hijo que su padre
era uno de aquellos que eran repudiados en las calles? Entonces inventó una
mentira y le dijo que su padre había marchado de misión por 5 años hacia la
Unión Soviética. De todas formas -a pesar de la diferencia ideológica que
significaba- esa también era una forma de la época para separar a las familias.
Isabela nunca mentía a nadie y le dolía especialmente hacerlo con su hijo, pero
el niño estaba enfermo, se justificó y cargó con esa culpa toda la vida.
Destrozada le escribió una carta a Miguel. En su opinión,
cualquier lugar del mundo era oportuno para ser digno y patriota, por lo que
Miguel debería recuperar esas dotes para volver a ver a su hijo. En la carta le
pedía que tratara de amar y defender a Cuba donde quiera que se encontrara.
¡Cuántas interrogantes!
La tía.
Pero esta no sería la única sorpresa para Isabela, recién
parida como se encontraba, gozaba de licencia por maternidad; amantando a su
pequeño bebé, estaba un poco alejada del bullicio de la calle y de las noticias
de lo que estaba ocurriendo. ¡Cuál no sería su sorpresa al descubrir, que entre
los que se apilaban en el puerto del Mariel -esperando a “familiares” que los
venían a buscar- se encontraba su hermana. Ellos no tenían familia alguna de
los Estados Unidos y nadie podía suponer que Marlen fuera la primera. Ella se
había marchado subrepticiamente como Miguel. Estaban temerosos de que si se
sabía en el barrio o en sus trabajo los agredirán como se estaba haciendo con
todos los que se marchaban. Sin embargo, eran sólo víctimas, cómo le eran sus
familias.
De pequeña, Marlen, se había quedado pegada a la casa paterna;
en parte por comodidad, y en parte porque así lo había preferido la madre,
quien consideraba que ya había perdido una hija con la Revolución y no quería
perder a la otra. Remolona en la escuela, había repetido varias veces el 7mo. grado
y terminó graduándose en una escuela de oficios, más preocupada por pintarse la
cara, que por aprender algo. Sin embargo, era muy linda, alegre y cariñosa;
cualidades que le granjeaban el afecto de todo aquel que la conocía.
Con veintiún años y casada recientemente, la familia se
sentía contenta con la elección de Marlen. No sucedió así con la segunda boda
de Isabela, ya que eligió como compañero a un mestizo y por eso la familia estaba
un poco alejada de su casa. Nadie le contaba lo que estaba pasando con su hermana,
porque temían que su posición intransigente ante las posturas anticubanas
creara un caos.
Después de varios días en que Marlen faltaba de la casa, pretextando
la enfermedad de la madrastra del esposo, la madre se presentó en casa de la
suegra para saber de su hija y encontró el apartamento sellado. Todo fue una
explosión de angustia. Sin embargo, con el tiempo todos supieron que ella sabía
del viaje y le había aconsejado a la hija seguir a su marido, como –según la
tradición- le correspondía a una buena esposa. Fue así como del Vedado, Marlen
fue a dar –con 21 años- a un país del que no conocía ni la geografía y acompañada
de personas que más tarde la abandonarían a su suerte.
Si de tragedia personal se quiere hablar, ésta fue la más
terrible. Una muchacha que apenas había salido de su casa, que no hablaba inglés, se puso en manos de un
hombre que se convirtió en su única familia, sostén y apoyo. Después vino el
silencio. Nada se sabía de aquellos que hasta ese momento habían sido parte
importante en nuestras vidas. No se podía mantener relaciones con los que se
iban si se quería seguir militando en las filas de la Revolución. Tampoco
existían en el país las condiciones técnicas para mantenerlas. Y pasaron quince
años…
El derrumbe.
Algo grave pasó
en el mundo y Cuba empezó a cambiar. Inmersa
en el desarrollo y perfeccionamiento de la obra de la Revolución se encontraba la
Isla cuando se produce -en la década de los años 90- la desintegración de la
URSS y el derrumbe del campo socialista, y esos hechos se reflejaron
dramáticamente aquí, puesto que la economía del país estaba integrada a esa
comunidad.
En 1989, Cuba
concentraba el 85% de sus relaciones comerciales con la URSS y el resto del
campo socialista. En este intercambio se
establecieron precios privilegiados que evadían los vaivenes del Mercado
Mundial. Al propio tiempo, se aseguraba el suministro de tecnologías y la
obtención de créditos comerciales en términos satisfactorios de plazos e
intereses. Estas condiciones permitieron un crecimiento estable en el país
durante la década de los años 80, a la vez que sembraron las secuelas de la que
más tarde padecimos: la incapacidad para participar en un mercado altamente
competitivo; acompañado de ineficiencia y exceso de prerrogativas sociales
insostenibles económicamente.
Al producirse
el derrumbe, en un período muy corto Cuba disminuyó su capacidad de compra de 8
139 millones de pesos en 1989, hasta dos mil millones en 1993. Se
desencadenó una gran euforia en los Estados Unidos; especialmente, entre los grupos contrarrevolucionarios de cubanos en
Miami. Se vaticinaba que el desmoronamiento de la Revolución Cubana era cosa de
días o de semanas. Llegaron a realizar gestiones políticas para la organización
e integración de un nuevo gobierno. Sin embargo, pasaban los meses, se ampliaba
la crisis, pero en Cuba no había descomposición. El enemigo no entendía nada,
como nunca ha entendido a nuestro pueblo, al cual a decir de Martí, desprecia.
Entre las
cosas que sucedieron, mejoraron las comunicaciones con los desterrados, muchos
volvieron y con ellos una seudocultura mitad cubana y mitad yanqui que ya
habíamos olvidado. Fiestas de quince, navidad, Santa Claus y los arbolitos o
Halowing, volvieron. Aunque Isabela seguía siendo una comunista ciega que juró
que en su casa no se pondría un arbolito mientras estuviera viva, Marlen ya
podía hablar con su hermana y en ese aciago momento llamó para saber que estaba
pasando en Cuba. La hermana le contestó que en Cuba no se movían ni las hojas
de los árboles.
En la estrategia del atolladero, se
pusieron en práctica una serie de medidas encaminadas a lograr la elevación de
la eficiencia económica y la competividad, el saneamiento financiero interno, soluciones al endeudamiento interno; la
reinserción en la economía internacional,
incentivar la inverción de capital extranjero, el fortalecimiento de la empresas estatal cubana, condición todas esta
necesaria para que los comunistas no perdieran el poder político. Como era de
suponer, también se incrementaron en el norte las acciones para difamar y acabar con la
Revolución y arreciar aún más el bloqueo económico. Así, a mediados de 1992, el
gobierno estadounidense aprueba la Ley Torricelli caracterizada por el uso
de “dos carriles” y la
Ley Helwys Burton
Isabela, quién explicaba Economía Política en la
Ciudad Universitaria José A. Echeverría (CUJAE), estaba perdida. Y
parafraseando a un político de la época, prefirió reubicarse antes que
enloquecer. Fue
así como fue a parar como directora de una secundaria básica en su municipio de
residencia, porque entre otras cosas, no había combustible, ni transporte y
trasladarse a la CUJAE se convirtió en una odisea.
El regreso.
También, a consecuencia de circunstancias políticas
totalmente ajenas a los intereses de sus víctimas, Marlen pudo un día visitar
de nuevo su patria, pero las autoridades en ella –a pesar que formalmente la
reconocían como cubana- la recibían como extranjera, o como la calificaron: “cubana
americana”. Si nos detenemos un minuto a examinar esa expresión, veremos que en
sí misma es absurda. ¿Es que acaso Cuba no está en América, o la única América
que existe es la del norte?
Además, era cubana para cobrarle el sobre peso y tener que
pagar por un artículo dos veces su costo: el que pagaba al comprarlo en EEUU y
la tarifa que le cobraban en el aeropuerto internacional José Martí. Sin
embargo, su hijo, nacido en los EEUU no tenía que pagar nada. Era cubana porque
tenía que sacar dos pasaportes, con el debido costo de actualización: uno como
ciudadana norteamericana y otro como cubana. Era cubana para que un pasaje o
una llamada a Cuba le costaran más cara que a cualquier lugar del mundo. Y era
cubana sobre todo para que el quitaran al entrar el 20% del dinero que había
tenido que ganar bajo una despiadada explotación, en el país más poderoso del
mundo.
Mujeres y niños cubanos que antes reían en el aeropuerto de
Miami porque venían a Cuba a ver a sus padres y abuelos: el sol, las vaquitas,
las gallinas y los caballos; lloraban en el aeropuerto de Rancho Boyeros,
porque no les alcanzan el dinero para pagar por los regalitos que traían a sus
familias, después de tan larga ausencia. Pero eso no le importaba a nadie. Eran
gusanos.
Pero volvamos al regreso de Marlen. Era una mañana soleada,
como casi todas en su hermosa Cuba y la familia se amontonaba, junto a muchas
otras personas, tras el cordón de prohibición que los mantenía de pié y
expectantes en el aeropuerto. Estaban separados unos 10 metros de la puerta de
cristal por donde aparecerían los emigrados. Antiguos traidores que ahora
regresaban como Santa Claus, cargados de regalos.
¡Qué vamos a hablar de sentimientos encontrados! Allí, en el
grupo amontonado de gusanos estaba Isabela, la comunista. ¡Cómo culparla, la
que regresaba a la patria era su hermanita, la única que tenía, aquella que
había crecido devastando su adolescente vida, cogiéndole los vestidos nuevos
para arruinaros en el piso mientras jugaba a los yaquis; la que le gritaba
apodos mientras presumía entre sus amigos del Círculo Social, o la obliga a
regresar a la casa amenazándola con contarle a la mamá de sus amoríos. Sin
embargo, ir a recibirla también le costaría que el poder comenzara a desconfiar
de ella. La vida las había separado no sólo físicamente. Mientras Marlen se
marchaba a los Estados Unidos, Isabela se preparaba como profesora de marxismo
en la URSS. ¡Cuánto sufriría la madre! Sólo tenía dos hijas y una era
comunista, mientras la otra era “gusana”.
Dentro del bullicio y la ansiedad su familia divisó su cara.
Claro, no era aquella misma de veintiún años que se había marchado, el tiempo había
hecho sus estragos, pero seguía siendo bella. Ahora, con el pelo decolorado,
más pálida por el clima del norte y con un aire superficial de extranjera de “Extranca”,
masticando las “eses” junto con la goma, pero allí estaba.
La familia se abalanzó en el público, Isabela tomó al pequeño
que traía en brazos –su sobrino- y que pasaba como 50 kilos, a pesar de sus
apenas tres años y de pronto Marlen empezó a gritar: -“Me roban el niño”. Sí,
aunque parezca extraño estaba aterrada. Después explicó que cuando hacía las
compras para venir a Cuba, en la tienda había secuestrado a un niño; a nosotros
nos pareció del todo anormal, porque aquí eso era una excentricidad. –“No te
preocupes, le dijo Isabela, que si alguien se equivoca y se lo lleva, te lo
devuelve de inmediato cuando comience a pedir comida, porque este pequeño
monstruo debe comer por tres”. Y todos
rieron la broma.
El hijo pequeño de Isabela, que era un bebé cuando la tía se
marchara, contaba para la fecha quince años, los mismos que falta la tía de
Cuba, por lo que no la conocía, se sorprendió de ver una mujer, medio loca, que
gesticulaba igual y se parecía a su mamá, por lo que no la extrañó, y al poco
tiempo después de haber llegado, jugaba con ellas a las cosquillas tirados en
la cama, como si se conocieran de toda una vida. Dicen que es la “fuerza de la
sangre”.
Pero todos no fueron risa. Marlen estaba ansiosa de reunirse
con su familia, de sentirse segura en su patria, después de tantos años.
Sentada en la sala de la casa materna, la misma de otros días felices, le pedía
a Isabela que no se le separara. Aunque parezca difícil de creer, ella había
venido a Cuba para estar con su hermana y para nada había recordado que era
comunista. Así fue cómo le contó todo lo que había sufrido, sola, sin nadie a
quien acudir. Como parió sus hijos entre desconocidos, e inventó para ellos una
familia, enseñándoles a llamar tía, abuela o primo a gentes ajenas. En el
mercado donde trabajaba le decían “la cajera de llora” y hasta padeció de
conjuntivitis por restregarse los ojos mientras atendía.
Pero al que más intrigaba todo aquello fue a Damián, que
tenía para la fecha veintitrés años. Él era un hipercrítico de la Revolución y
esperaba a su tía con ansias para reunirse entre “gusanos”, excluir a la madre
comunista y sentirse en su salsa. Pero nada fue como lo pensaba. Su tía le
explicó que aquel era un país frío, calculador y cruel, que sí “no creía en
lágrimas”.
Las víctimas
del “período especial”.
A consecuencias del derrumbe de la economía cubana,
también se derrumbó la economía doméstica. La de Isabela, como la de todos los
cubanos, se hizo terrible. Empezaron a adelgazar, entre la bicicleta y el no
comer. Para la fecha lo único se servía en casa de Damián eran arroz con
frijoles negros, estos últimos confeccionados con sólo sal y agua. El plato
fuerte podía ser un aguacate o un plátano, si se podía comprar, porque el
primero llegó a valer $20.00, que para el salario de la época era alto. El
único bombillo de la casa se colocaba –después de comer- en el baño y si
tocaban a la puerta, había que bajarlo para llevarlo a la sala y ver el rostro
de los que llamaban. Para algunos, a los que la crisis no les tocó la alacena -porque
pertenecía al poder o formaban parte del sector, recién fundado, que manejaba
divisa- esto puede parecer una exageración, pero las verdaderas “víctimas del
período especial”, no me dejarán mentir sobre ello.
Fueron muchas, pero especialmente fue sacrificada la
juventud. Ellos no pudieron, como nosotros, disfrutar de las igualdades
sociales en Cuba: no pudieron entrar libremente a un hotel, una playa, o un
cabaret; fueron heridos por el estigma de las diferencias. Damián fue uno de
los tantos, no sólo en el sentido económico, pero sí a consecuencia de éste. En
ese momento estudiaba en la universidad, el primer año de carrera de ingeniería
mecánica, cuando el poder comer se convirtió en la primera prioridad de los
cubanos.
Poco a poco comenzó el desaliento de la juventud. ¿Para
qué estudiar si los ingenieros se morían de hambre y están dejando sus trabajos
para ser maleteros en los hoteles o choferes de taxi? Había que ayudar a la
madre a sobre llevar las penurias del hogar y fue así como él y su hermano
salieron a la calle a vender pasteles, con sendas latas sobre la espalda.
Isabela aún llora al recordar las llagas que tenía Damián en la espalda a
consecuencia de ello y hasta fueron los dos hermanos a parar a la estación de
policía, porque era ilegal ser vendedor ambulante. Y no era un bolero, ¡todo se
derrumbó! Y más que todo: la esperanza.
Empezaron a aparecer por aquí y por allá los “nuevos
ricos” y los símbolos del bienestar económico: el carro o la moto, el celular,
las cadenas y los dientes de oro: la especulación. Las cafeterías se
convirtieron de “Di Tú”, los garajes en “CUPET” y las tiendas en “Shopping”. Y el
discurso de Isabela empezó a palidecer. La vieja ya no era un ejemplo a imitar,
con sus huecos en los zapatos daba lástima, mientras los “Adidas” lucían
esplendorosos en las vidrieras, que ahora se multiplicaron y hasta servía para
mostrar a los que exhibían bebiendo “cerveza de latica” en las cafeterías; las
cuales se construyeron al aire libre, o con paredes de cristal, para tal propósito.
Había que buscar dinero, ese era el “tipo”, el que
nos daba acceso a la vida nocturna de la ciudad, el que permitía bañarse en las
piscinas de los hoteles y correr motos; o el que permitía que los niños de mi
querida patria socialista pudieran comer caramelos o tener juguetes. ¿A dónde
fueron a parar las lecciones de moral y buenas costumbre que dio Isabela a sus
hijos? Ni ella misma sabía.
Finalmente Damián dejó la escuela, eso no daba nada,
y se fue a vender discos quemados en las máquinas computadores que comenzaron a
multiplicarse rápidamente. Cuba entraba de golpe y porrazo en la “era
informática”. Poco a poco pudo comprarse la propia y separarse de su socio,
haciéndose independiente.
Multiplicó sus riquezas construyendo en la sala y la
terraza de la casa materna un pequeño apartamento, compró moto, aire
acondicionado, celular y ya podía ir a especular con sus amigos a la “disco”.
La madre seguía al otro lado de la improvisada pared, pero cada vez más
distante. Ella tuvo que vender la bicicleta que le dieron en el trabajo para
poder comprar un par de zapatos y para poner la mesa todos los días hizo más
inventos que los que se llevaban al “Fórum de Piezas de Repuesto y Tecnologías
de Avanzadas”. Damián le viró la cara, era una fracasada.
Hasta el más puros de los comunistas hubiera
empezado a cuestionarse en un momento así; algunos enloquecieron, otros se
colgaron por el cuello hasta morir. Muchos cerraron los ojos para no ver la
realidad y otros empezaron a cambiar. Isabela fue de estos últimos; si el
Comandante en Jefe decía que había que aprender de los “Gallegos” que
convirtieron el emblemático “Habana Libre” en “Habana Guitar”, pues había que
aprender. Fue así como matriculó una maestría en administración y planeamiento
en la Universidad de La Habana y trató de llevar a la práctica las nuevas
ideas.
En el mes de julio del año 2004 fue nombrada Directora
de un museo en el Centro Histórico de la Ciudad de La Habana. Al tomar posesión
del cargo, realizó un diagnóstico usando técnicas como la entrevista y trabajos
grupales, determinando -a través de las mismas- problemas que más tarde
convirtió en objetivos y elaboró su estrategia de trabajo
. Resultado de este trabajo informó sobre aquellas tareas que requerían de la
participación de esa instancia de dirección. Entre ellas se encontraba el
aumento de los ingresos, que sugería –entre otras variantes- el cobro de
cursos, eventos y la venta
de suvenires alegóricos; tales como: postales, afiches, libros, etc.
Posterior a estas gestiones es que le visita el auditor a
consecuencia de una denuncia y le advierte que no puede vender esos afiches
porque no tienen ficha de costo. La venta se paró de inmediato, Más tarde se
enteró que no se podía elaborar la ficha porque la mercancía era vieja y se
desconocía su costo, causa que motivó que se siguieran regalando. Durante el
mencionado control se conversaron de variados temas, entre ellos, del cobro de
talleres que no se habían ocultado nunca, informándole el auditor que esto no
podía hacerse sin control contable, para lo que debía ingresar el dinero en una
cuenta y después solicitar cheques para el pago de gastos. Él lo consignó en su
informe a la Directora, pero no se tomaron medidas al respecto,
por lo cual pensó Isabela que estaba autorizado el control establecido por ella
hasta el momento y que tal decisión se debía a lo bajo del ingreso, para lo
cual le pareció excesivo mecanismo tan complejo. Pero, por esa causa fue
separada de su cargo
y de las filas del Partido Comunista, a pesar de que se reconoció
documentalmente que “fue
realizada una auditoria donde no se comprobó hecho alguno de corrupción, ni
delito, determinándose que sólo existían las irregularidades señaladas como
violaciones del control interno, o cómo dieron ellos: “realizar tareas no
autorizadas”. Lo que no deterioraba su imagen como persona revolucionaria y
honesta”.
Además, no tenía –en sus 35 años de trabajo y 30 de militante- ninguna sanción
en sus expedientes.
La
libertad, la conciencia y la verdad son de los conceptos más prostituidnos de
la modernidad. Todos los teóricos políticos de la época elaboraron proyectos
para que los hombres fueran capaces de vivir en libertad. Unos le llamaron
utopías; otros, democracia y algunos, socialismo. Pero el hombre siguió siendo
víctima de las circunstancias históricas. Isabela sabía muy bien esto porque
nunca dejó de ser materialista, ni dialéctica. Todos tuvieron que aprender a
vivir de otra manera. Ella cayó en una crisis depresiva y Damián se fue del
país.
La partida.
¿Por qué se
fue Damián de Cuba? Vivía asustado. La insistencia en que se trabajara
para el Estado y las múltiples prohibiciones que impedían muchas formas de
sustento honesto, llegó al acoso por parte de las organizaciones “políticas y
de masas”. Por eso Damián fingía que trabajaba. Se mantenía las 8 horas de la
supuesta jornada laboral, encerrado en su casa, con las ventanas tapadas para
que no entrara la luz solar y las miradas indiscretas. Había sido advertido por
la policía económica (DTI) por poseer una antena parabólica. ¿Qué tiene que ver
la policía económica con la información? El no lucraba con ella como hacían
otros que la alquilaban, cobrando el cable por 10.00 CUC al mes; sólo la veían
él y su familia, todos adultos y personas con una buena preparación para
discernir sobre los mensajes. El pagaba la tarjeta directamente en un país
extranjero, por lo que no había ilegalidad aparente. Sin embargo estaba
prohibida, aunque casi todos los altos políticos tienen antena parabólica en
sus casas y sus hijos, de los que no de todos no se pueden hablar las mejores
cosas, disfrutan de ella.
En esta entrevista, el DTI le informó que conocía de su
negocio de venta de discos, pero que no era por eso que lo llamaban en este
momento, como advirtiéndole que después lo podrían también llamar por eso y ser
más grave la situación. Sin embargo, el no robaba nada. Compraba los discos en
las tiendas en divisa, los grababa en su computadora –la cual compró en piezas
y armó personalmente- ya que para la época el Estado no vendía computadoras a
particulares, a no ser periodistas o algún otro privilegiado; sin embargo, el
país está lleno de computadoras personales que la población fue adquiriendo
también de forma ilícita.
Damián tenía mucho miedo que le quitaran su patrimonio, el
cual consiguió caminando las calles del Vedado y visitando a los empleados de
hoteles, tiendas y cafeterías que obtenían ingresos en divisa. También trabando
hasta la madrugada en componer carátulas, arreglar y quemar los discos de
música, películas y videos. La fuente era Internet, que también era ilícita en
el país para la mayoría de la población, o comprándoselas a otras personas que
las bajaban por cantidades, o las recibían del extranjero.
La corrupción.
Ahora -en las altas
esferas- se usaba eliminar a los enemigos políticos acusándolos de corruptos;
¿qué íbamos a esperar para los de abajo? Como había que votar gentes, para
pasar por incorruptibles, aprovechaban la oportunidad para sacar a los que no
formaban para te de la camarilla, o aquellos que pudieran significar un peligro
para el orden establecido.
Así los que sacaron a Isabela vivían en casas restauradas del
Centro Histórico, que habían costado al pueblo más de $30 000 dólares. Tenían
plantas eléctricas familiares, bombas de agua y aires acondicionados, cuando la
población a su alrededor sufría la carencia hasta del más preciado líquido y
tenían que asaltar las fuentes con las que se adornaba el patrimonio de la
vieja ciudad. También destruían los parques y plazas públicas para tomar
pedazos de madera o metal con que reparar sus casas, o se los compraban a sobreprecio
a los trabajadores de las poderosas empresas restauradoras. Por esa razón los
parques y plazas fueron enrejados y todos nos vimos privados de ellos.
También se encerraban en un mundo cultural ficticio, dicen
que a la usanza del siglo XVIII cubano. Mientras se vanagloria de ser la Habana
Vieja un proyecto con la comunidad incluida; era en realidad un proyecto
turístico excluyente. A los museos apenas asisten pequeños grupos de abuelos,
por el desayuno que se les ofrecía; o escolares conducidos por su maestros. Los
programas culturales que se ofrecen en los mismos no están al alcance de la
población que los rodea; que es su mayoría no entiende de “música antigua” o
“clásica”.
Poco o nada influyen en la misma, porque la mayoría del
personal de que se han rodeado para desarrollar esta tarea, desprecia o
desconoce cómo tratar con pobladores amantes del reggae. ¿Dónde están los
cabildos y las congas africanas que amenizaron la ciudad colonial que se quiere
recrear? Había en San Isidro un proyecto comunitario de rumba, que apoyado por una
ONG extranjera, se desarrolló por un tiempo, pero que fue languideciendo por
falta de apoyo económico.
El fortalecimiento de una identidad cultural dentro de cualquier
organización, requiere de una acción directiva pensada y proactiva. Sin
embargo, el proceso de diálogo,
consulta y coordinación con las comunidades locales no siempre es parte
integral y continua de las actividades de planificación y manejo de las
instituciones culturales enclavas en las mismas. Uno de los principales focos
de tensión y conflicto entre los administradores y las comunidades, es la falta
de conocimiento y por ende, de entendimiento entre ambos; y por ello muchos de
los procesos de tomas de decisiones tienen efectos nocivos en la relación entre
las partes. Esto pone en evidencia la necesidad de los estudios culturales
comunitarios.
Según
estudios realizados en el 2005, en
la comunidad de San Isidro existen 11554 habitantes. La edad promedio es de 32
años; el 31,7% tiene edad escolar,
el 51,1% edad laboral, un 13,5 son ancianos y un 3,5 niños en edad preescolar. No existe analfabetos, un 24% tiene nivel Primario, el 24,7% nivel Medio Básico,
un 38,3% Medio Superior y el 8,2%
Superior.
Como
se puede apreciar, la población está formada fundamentalmente por mujeres en
edad laborar, cuyo nivel educacional promedio es de educación media superior. Pero,
de los que se encuentran en edad laborar no trabaja el 34,4%, los cuales se
dedican fundamentalmente a: amas de casa,
artistas independientes, negocios
ilícitos.
El
ingreso per cápita promedio es de $83,50 y el salario medio es de $210.00, lo
que se considera bajo en relación con los bienes que pueden adquirir con él;
las actividades económicas que realizan están referidas fundamentalmente al
sector de la educación, la cultura, servicios gastronómicos, de salud y otros.
En los mencionados sectores se agrupa el 73,7% de la fuerza laboral; mientras a
la construcción, la pesca y la industria sólo lo hacen el 26,2%. En la Oficina
del Historiador de La Habana sólo trabajan el 4,9% de los habitantes de este
barrio.
Aunque
todos los pobladores reconocen los valores históricos y naturales de la zona
donde viven, el 47,5% se queja de problemas con el medio. Entre los más
acuciantes señalan: La falta de higiene, carencia de agua potable, mal
estado constructivo de las viviendas y calles,
ruidos, conducta social impropia,
polvo y humedad relativa elevada.
Se quejan además: un15% del transporte, un 40% de la falta de teléfono, el
32,5% de no poder adquirir los periódicos, el 10% de no tener radio, el 7,5% de
no tener televisión y el 17,5% de no poder adquirir libros por lo altos precios
de estos.
En lo expuesto se ponen de manifiesto que
para lograr un desarrollo sociocultural de la comunidad es necesario alcanzar
un equilibrio armónico entre la cultura, el ambiente y el desarrollo. En la actualidad, a pesar de los proyectos
viables instrumentados en el Centro Histórico, en la comunidad de San Isidro,
éstos son aún insuficientes para conjugar la elevación sistemática de la
calidad de vida de la población, con el estado saludable del medio en que viven.
Entre los aspectos negativos se destacan el insuficiente vínculo de la mujer al
trabajo que aseguren los ingresos necesarios a la familia; así como, la
elevación progresiva de los ingresos de la población. Por todo ello, se puede
afirmar que se está en presencia de una contradicción.
En las
condiciones actuales, el medio y el hombre se excluyen y se presuponen en La
Habana Vieja. Se excluyen, porque el aparente beneficio de uno, parece
significar aparentemente el perjuicio del otro. Por ejemplo, los vecinos se
quejan de que no pueden mejorar sus condiciones de vida, dadas las
restricciones que existen para realizar modificaciones en sus domicilios; sin
embargo, se presuponen, porque no se puede hablar de tratamiento adecuado del
medio haciendo exclusión del hombre, una de las partes componentes; ni del
desarrollo de las colectividades humanas excluyendo al medio, su substrato
material.
Las
contradicciones son objetivas y a su vez constituyen fuentes del desarrollo,
por lo que de su correcta utilización depende la solución de los problemas.
Para ello, deben instrumentarse mecanismos económicos capaces de conjugar los
intereses colectivos e individuales, con los sociales, relacionados con el
mejoramiento de las condiciones materiales. Por ejemplo, insistir en la
paulatina incorporación de la mujer al trabajo, el incremento de las
reparaciones planificadas de casas y calles, la mejoría en el suministro de
agua, el incremento de la recogida de desperdicios y otros males que afectan
objetivamente esta comunidad.
Los
factores culturales, como los intereses, son objetivos y reflejan la práctica
sociohistórica en la mente del hombre, por tanto, no se pueden lograr nuevos
modelos culturales, sin sustituir las formas antiguas de supervivencia, por
otras nuevas que -en un nivel cualitativo superior- expresen los intereses de
los implicados en armonía con el medio. La armonía -determinada objetivamente-
entre la práctica socio-histórica y la cultura comunitaria, debe lograrse en el
plano subjetivo a partir del entendimiento
de las partes involucradas y no de la imposición de medidas administrativas que
tiendan a agudizar la contradicción.
Por eso,
aunque existan medidas administrativas y educativas que prohíban determinas
actividades, o expliquen el significado nocivo de las mismas para el medio; si
no se transforman las prácticas socioeconómicas en función de influir sobre los
referentes culturales de los implicados, seguirán existiendo actitudes
regresivas hacia formas antiguas y arraigadas de supervivencia. También las
prohibiciones administrativas pueden motivar el éxodo o la desaparición
definitiva de las comunidades, si las medidas se hacen cumplir estrictamente.
Claro que en la comunidad referida no es éste el caso.
Paralelamente
no se ha facilitado la participación de las comunidades de la Habana Vieja en
la toma de decisiones sobre aspectos relacionados con el proyecto socio
cultural del Centro Histórico, tal y como participan en el resto de los
procesos económicos, políticos y sociales de la Nación. En sentido general, las
decisiones se han tomado de forma centralizada, sin tener en cuenta la cultura
comunitaria, en muchas ocasiones desconocida, o ignorada.
Este
estudio lo realizó Isabela, cuando era directora de un museo en esa localidad,
pero no le importó a ninguno de los decisores, a pesar de que en el proyecto
comunitario que desarrollaba, estaban implicadas todas las organizaciones
políticas y de masas. Esto costó caro más tarde, cuando la contrarrevolución se
dio cuenta que en esa barriada existía caldo de cultivo para sus desmanes. Pero
nadie fue sancionado por ello.
La libertad, la verdad y la conciencia.
En el
“Contrato Social” de Rousseau, (1712-1778), uno de los escritores
más elocuentes de la Ilustración, ya se encerraba una exaltación a la soberanía popular y una llamada al
carácter constitutivamente moral de la sociedad. Siendo la sociedad -tanto el
origen de la desigualdad humana como la única posibilidad de libertad- sólo
quedaba el camino de interpretar de otra forma los términos preconcebidos, esto
es, cambiar la sustancia del pacto, convirtiéndolo, de hipótesis jurídica,
histórica o no, en un ideal de moralidad, expresado en el concepto de “voluntad
general”. Ello haría posible el pacto y la soberanía del pueblo sería su
resultado.
Las bases teóricas del proyecto social de Félix Varela (1788-1853),
para la Cuba que imaginaba, también tenían como base un grupo de principios
morales y sociales que coincidían con lo anterior. Los dos conceptos básicos de
su formulación eran la libertad y la soberanía y en su opinión, todos los
hombres deberían tener la misma libertad, pues esta era intrínseca al propio
hombre, no obstante, consideraba que los hombres en sociedad -al estar
divididos por sus intereses- necesitan ser gobernados por alguien. Por su
parte, la soberanía consistía en la renuncia de una parte de la libertad de los
hombres a favor de la sociedad.
O sea, que los paradigmas de la libertad estuvieron siempre condicionados por
los intereses de la clase dominante y el hombre como individuo sólo fuera una
veleta de las circunstancias.
No hay sueño moderno más irrealizable que la posibilidad de
escoger libremente nuestro futuro. Sobre el tema gastaron muchas cuartillas también
los existencialistas y post modernos. Heidegger (1889-1976), quién reelabora la
estructura de la trascendencia, afirma que ésta constituye la misma esencia de
la subjetividad, o sea, el proyecto y el esbozo de un mundo, pero de manera tal
que el que trasciende está dominado por el reino del ente que el mismo
trasciende. De este modo la trascendencia es, según Heidegger, la libertad
misma.
Por su parte, Jaspers (1883-1969) consideraba que único modo de ser uno mismo,
la única elección auténtica que no implica traicionarnos, es aceptar
incondicionalmente la situación a que uno pertenece de hecho. Por lo tanto la libertad
coincide con la necesidad de la situación y la posibilidad significa en el fondo imposibilidad. El pensamiento de Sartre, impregnado
de ateísmo y pesimismo de una forma explícita, argumentaba que los seres
humanos necesitan una base racional para sus vidas pero son incapaces de
conseguirla y, por ello, su existencia es “pasión inútil.
Nietzsche (1844-1900) también difundió una sospecha que, de alguna manera,
abarca o completa a todas las sospechas anteriores: la sospecha acerca de la verdad; de la
verdad tal como nos la ha legado el pensamiento tradicional, que concibe lo
verdadero como un universal abstracto. Esa verdad por ser concepto puro no
estaría determinada por ninguna finitud material. De lo anterior se puede deducir que las
nociones de “verdadero” e incluso de “bueno” dependen de los
dispositivos de poder que logran imponer socialmente sus propias creencias;
generando de esta manera corrientes de opinión y –obviamente – de adhesión.
Sin embargo, es siempre desde
finitudes materiales que se enuncian y por lo tanto, según su opinión se construyen
las verdades, o lo que una
determinada época histórica considera verdadero. Según él detrás de cada verdad
como imagen dogmática del pensamiento está lo oculto, está aquello de lo que hay que sospechar. Sospechar de la
“bondad” de la verdad.
Esto lleva a la necesidad de denunciar el autoritarismo de los discursos de
quienes se declaran poseedores de alguna verdad.
Marx (1818-1883) nació antes que
Nietzsche y, aunque durante un período de sus vidas fueron contemporáneos, no
existe contacto teórico entre ellos. Pero sospecha de las teorías que
“descienden del cielo a la tierra”. Es decir, que pretenden explicar la
realidad desde conceptos ideales. Marx sospecha de las fijaciones a los signos
y a partir de la consideración de las relaciones materiales e históricas
intenta “ascender de la tierra al cielo”, esto es, ir de lo real (tal como es)
a lo conceptual (tal como debería ser lo real). Marx, al sospechar de la moneda
como representación de la riqueza posibilitó una nueva disciplina, la economía
política. Sin embargo, la compleja, y a veces
confusa, obra de Marx, permitió que se produjeran muchas interpretaciones
dispares de la misma.
Si las
verdades son construidas, si el hombre es víctima de las circunstancias y su
responsabilidad ante la vida sólo genera angustia. ¿A dónde vamos? Por qué
culparnos constantemente, porque juzgarnos los unos a los otros
constituyéndonos en dioses. Hubo personas en Cuba que fueron sancionadas y
cumplieron prisión por la tenencia de divisa. Sus vidas quedaron destruidas,
sus familias sufrieron el estigma; sin embargo, cuando el gobierno entendió
conveniente se despenalizó el dólar. Hubo personas que cumplieron prisión por
salidas ilegales del país; pero cuando el Gobierno entendió conveniente
organizó salidas masivas. ¿Dónde está la verdad? Isabela fue toda su vida una
comunista intachable y Damián un tímido y buen estudiante, nadie deja de ser lo
que es porque otro lo diga, nadie cambia en esencia; pero las condiciones socio
históricas pueden guiarte por otros rumbos.
¿Crisis de valores?
Cuando
Isabela tenía apenas veinte años, trabajaba en una escuela y debía cumplir con
otras obligaciones políticas para las que había sido designada. Un día el
administrador le dijo que iba a descontar de su salario los días en que iba a
realizar las mencionadas tareas y ella le tiró el salario del mes espetándole:
-“yo no trabajo por dinero”. Treinta años después la descubrieron y sancionaron
por cobrar las clases de los talleres. ¿Quién cambió, ella o las condiciones
socioeconómicas de Cuba?
Sé que en los
discursos huecos de las pansas llenas se afirma que el hombre tiene que ser
honrado en todo momento, pero ¿quién dijo que vender pasteles, o discos, o
cobrar las clases de arte es un delito? Todo dinero conseguido con el sudor de
la frente de uno es honrado y en casa de Isabela nunca se ha robado, ni vendido
o comprado la dignidad y el decoro de los hombres. Por el contrario.
¿Por qué se
habla de crisis de valores -un elemento supra estructural- y no de cambio en
las relaciones de producción –un elemento de base? ¿Será por se mantiene la
propiedad social sobre los medios de producción fundamentales y las cambios en
la esencia de estas relaciones no son fundamentales? Sin embargo, la propiedad
social no se realiza, el propietario no se siente dueño porque en primera
instancia ésta no satisface sus necesidades; además, por su propia naturaleza
la propiedad estatal tiene un carácter
contradictorio, se es propietario como miembro de la saciedad, pero no
como individuo.
El trabajador no puede ejercer su condición
de dueño directamente porque la propiedad estatal es un complejo compuesto de
eslabones estructurales en los que se desdobla la producción social. La primera
contradicción genera otras contradicciones: entre la necesidad de la dirección
desde un centro único y la necesidad de la participación de lo trabajadores en
la dirección. Por otra parte, el insuficiente desarrollo de la BTM del
socialismo imposibilita que la propiedad estatal garantice a cada copropietario
una igualdad social plena, ya que mantiene las diferencias socioeconómicas en
el trabajo. Ello provoca desigualdades en el consumo y las condiciones de vida,
generadas por la contradicción entre la igualdad de los productores en cuanto a
la apropiación de los medios de producción y la desigualdad en cuanto a su
utilización.
El fin supremo de la sociedad socialista es
el desarrollo universal de la personalidad del individuo, lo cual genera otra contradicción de la
propiedad socialista, la necesidad del desarrollo y las posibilidades efectivas para su
realización. Todas estas contradicciones tienen su solución en el desarrollo dr
las fuerzas productivas y en un mejor manejo de las relaciones con los
trabajadores, pero no se puede ignorar hay que estudiarlas con seriedad. Pero
la propiedad social no se realiza sobre todo porque la distribución no es con
arreglo al trabajo.
La doble
moneda, el que se pague en una moneda y se venda en otra, lo impide, porque el
trabajador no se siente estimulado y va al trabajo a pasar el tiempo hasta que
culmine la jornada y poderse dedicar entonces a lo que le produce el sustento;
o a ver qué se puede “llevar” de allí que le propicie el mismo. Porque el robo
al estado ha pasado a ser justificado por la psicología social. –“No me dan lo
que merezco, pues me lo llevo”
Es cierto que
el pueblo de Cuba –ahora que los países capitalistas han renunciado al Estado
de Bienestar- es uno de los más protegidos del mundo. Las gratuidades en la
educación y la salud; el bajo costo de los alquileres, la seguridad del empleo,
entre otras, hacen que la miseria en el país no llegue a la mendicidad. Sin
embargo, no hay porque ocultar las formas de explotación existentes. La calidad de vida la da la divisa y sólo
tienen divisa unos pocos. Es así como ha ido surgiendo la clase de los “nuevos
ricos”.
El pueblo entendería
si se fueran honestos con ello. Los políticos se van a escudar para explicar
tal situación en la canasta básica, que se obtiene a bajos precios; pero no
dicen que a través de ella sólo se adquiere un cuarto de libra de aceite por
persona, 6 libras de arroz, 2 libra de frijoles al mes, un paquete de sal cada
tres meses, etc. Un amigo muy revolucionario quiso probar que se podía comer
con la canasta básica y comenzó a dividir los productos entre los días del mes:
por nada muere de inanición. Un producto base de la dieta cubana como el arroz,
el experimento de mi amigo indicaría que
hay que comer diariamente 3,2 onzas de arroz; 2,6 oz de grasa e igual de pollo,
no hablemos ya de carne. Por todo ello la alimentación sigue siendo precaria en
el país.
¿Por qué después
de 60 años de Revolución no puede Cuba producir los alimentos necesarios para
que el pueblo -y especialmente los ancianos y los niños- no padezcan por escasez? Hubo un ciclón en un año y ahora
hay una crisis internacional; pero ¿y antes? En lo que se han hecho
especialistas los del Ministerio de la
Agricultura es en justificaciones. Siempre un pretexto para que la agricultura
no prospere; para que la industria alimenticia no se desarrolle. Pero en cambio,
se pueden construir cientos de hoteles en Varadero para mantenerlo vacíos,
porque los pronósticos de turismo no se cumplieron, u mandar deportistas a
todas la competencias internacionales, aunque
en algunas no tengan posibilidad alguna de ganar.
La enfermedad.
Es como una enfermedad la que existe en Cuba. Una neurosis
colectiva. Todos creen que sus problemas se van a acabar si pueden viajar, si
pueden radicarse en el extranjero. ¿Cómo fue que esa idea absurda entró en la
mente del pueblo? ¿la culpable fue las ventas en divisas o ya existía desde
antes? Hay una moneda con la que se compran muchos artículos de primera
necesidad, pero que no es con la que le pagaba a Isabela, ni a la mayoría del
pueblo y esta se tuvo que tragar su orgullo y morder la derrota, porque ahora
la comunista tenía que vivir de la remesa familiar. Su trabajo, el tan
ponderado y que debía ser remunerado en correspondencia con el aporte de cada
cual, no alcanzaba para vivir y los gusanos gritados y apaleados vinieron a
socorrernos y a salvarnos del “bloqueo”.
Tal parece que nadie ha meditado en el costo ideológico de la
divisa que circula en Cuba. Por su culpa los hijos se pararon delante de sus
padres y le espetaron en el rostro: ¿De qué sirvió tú sacrifico de tantos años?
¿De qué sirve tu trabajo tan abnegado y consciente, si no puedes con el salario
comprarte ni un par de zapatos, si no puedes dar de comer decentemente a tus
hijos? Los que acertaron fueron los desterrados que se fueron como gusanos, o
los corruptos, o los que se prostituyen. Ellos si pueden mantener a su familia,
lograr que viva decorosamente. Los revolucionarios que se quedaron para hacer
patria, esos no; esos sólo pueden vivir miserablemente con su decoro.
Pero Isabela se seguía engañando para poder vivir. Su inmensa
capacidad para crear mundos imaginarios al acomodo de sus sueños, su terquedad
–tan fuerte como la del hijo pero a la inversa- hacía que se repitiera cada día
que ella era cubana ¡cubanísima! Y que no dejaría su patria por nada. Nunca
podría dejar que el resentimiento se apoderara de ella. En su fuero interno
recordaba, como martiana que era, que el Apóstol de la independencia de Cuba exhortaba a la abnegación y el
sacrifico por un bien común, del cual su propia vida era ejemplo. Un hombre que
sufrió por su tierra, por su familia y por la libertad de su patria y que jamás
cejó en el empeño de luchar por el amor, ni por la nación cubana, es digno
ejemplo en el accionar cotidiano de cualquier hijo nacido en América.
Martí decía:
“yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los
cubanos a la dignidad plena del hombre. En la mejilla ha de sentir todo hombre
verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre: envilece a los
pueblos desde la cuna el hábito de recurrir a camarillas personales, fomentadas
por un interés notorio o encubierto, para la defensa de las libertades: sáquese
a lucir, y a incendiar las almas, y a vibrar como el rayo, a la verdad, y
síganla, libres, los hombres honrados. Levántese por sobre todas las cosas esta
tierna consideración, este viril tributo de cada cubano a otro”
Por ello el
primer paso de un gobierno para asegurar la dignidad el hombre debería ser
asegurar que el trabajo honrado permita al hombre vivir decentemente del sudor
de su frente: la posibilidad de ser útil. El hombre que tiene que
robar o prostituirse para lograr la manutención de su familia, no puede tener
decoro y es el Estado el que debe asegurar que cada vez más, que los ingresos
provenientes del trabajo honrado se acerquen a las necesidades del hombre.
Después la sociedad debe asegurar, como aseveraron los padres de la nación, la
educación y la salud del hombre, para permitir el ejercicio pleno de su
integridad. El respeto, la honradez, la virtud y la integridad se cultivan. “Ser
culto es el único modo de ser libre- decía Martí.
Martí
también criticaba en las repúblicas latinoamericanas las calumnias, los
descréditos, los dimes y diretes, la envidia, el odio y las ingratitudes Para ello afirmaba: “¡Se
dice cubano, y una dulzura como de suave hermandad se esparce por nuestras entrañas,
y se abre sola la caja de nuestros ahorros, y nos apretamos para hacer un
puesto más en la mesa, y echa las alas el corazón enamorado para amparar al que
nación en la misma tierra que nosotros, aunque el pecado lo trastorne, o la
ignorancia lo extravíe, o la ira lo enfurezca, o lo ensangriente el crimen!”
Debe reflexionarse entonces hasta qué punto se está en la actualidad exenta de
estos males que agobian el espíritu y envilecen el trabajo. Hasta qué punto
segregamos a cubanos por distintas causas, si Martí no separaba en ese concepto
ni a los criminales.
Los desterrados.
Isabela se había negado siempre a que Damián abandonara el
país, pero ahora -sin respaldo
político de la sociedad- tenía miedo no poder protegerlo si se le venían
encima. Ella sabía que la cúpula del poder, sus familias y amigos vivían mucho
mejor que Damián: manejaba autos, tenían celulares, trabajaban en firmas
extranjeras, disfrutaban de villas de descanso en Varadero y vivían en
residencias -que antes pertenecieron a la
alta burguesía- en Nuevo Vedado o Miramar; por eso no estaba de acuerdo en que
su hijo fuera, como ella maltratado por ellos.
Sabía además, que la realidad de un emigrado es siempre dura;
pero en los Estados Unidos es peor. No todo dependía de conseguir trabajo y
poder mantenerlo, no; además, el salario tenía que alcanzar para pagar la
renta, o vivirías en la calle. El alquiler de un modesto apartamento se
encontraba entre mil y mil doscientos dólares, frío y apagado. Un salario de
cajero –que era lo que la tía podía conseguir para Damián- era de 7 dólares la
hora y si tenía suerte y le daban ocho
horas diarias, durante seis días a la semana, entonces ganaría unos trescientos
dólares semanales, o sea, mil doscientos al mes; el precio de la renta de una
casa. ¿Y dónde quedaba la luz, la electricidad, la calefacción, la letra del
carro sin el cual no podía ir a trabajar, el seguro y la comida? ¡Y que no vaya
a enfermarse!
Para obtener créditos, había que tener un historial por lo
menos de cinco años; lo que quería decir: haber pagado tus débitos al banco
religiosamente durante ese periodo. Sin créditos nada podías hacer. ¿Cómo
comprar un carro o pagar la colegiatura de la escuela de un hijo? Isabela había
visto allí a jóvenes que lloraban por la ropa que habían dejado en Cuba; una
artista plástica que trabajaba de camarera en un bar nocturno porque la propina
le permitía pagar el apartamento. No quería esto para su hijo, pero tampoco lo
podía convencer para que se quedara.
Ninguna de estas razones hizo desistir a Damián del propósito
de irse. ¡Tan terco! Finalmente se unió al grupo de desterrados de la familia
en el año 2008. Este estaba formado por: su padre, su abuela materna, la tía y
los primos que nacieron allá, pero que eran igualmente infelices, buscando su
origen dentro de un país multinacional. El grupo se completaba con el marido de
la tía, el padrastro de Isabela -que se marchó junto a la madre de ésta en el
año 1998- y la esposa de Damián, quién lo abandonaría casi al pisar suelo
norteamericano. ¡Qué coincidencia!
Después de tantos años de ausencia, avatares y desdichas, en los
que Marlen rodó en un país extranjero, abandonada por el “maravillosos esposo”
que su madre le recomendara seguir con dos niños pequeños, encontró en su
primera visita a Cuba a Iván -un amigo de Isabela que había estudiado en la
URSS, pero que terminó allá porque se “enamoró”, o porque encontró el camino
más corto y manido a la emigración.
Iván era un hombre muy inteligente, dominaba el inglés
bastante bien y el ruso a la perfección –en su primer matrimonio estuvo casado
con una soviética. Tenía un título universitario. Aunque en un principio se
sintió frustrado por no poder trabajar en su profesión y gastó toda una tarjeta
telefónica de $10.00 US explicándole a
Isabela que iba a organizar un sindicato contra el patrón; terminó por
reorientarse y hacerse de una nueva profesión: mánager de un supermercado.
Allí trabajaba como un judío 70 horas semanales y manejaba
diariamente 1 ½ hora para llegar a su
trabajo. Sólo descansaba el sábado y le tocaban al año 15 días de vacaciones en
los que viajaba a Miami, para disfrutar del mar que adoraba= era biólogo marino.
Así fue como se convirtió en una sombra: llegaba a la casa cuando todos estaba
dormidos y se iba cuando no habían despertado aún. Pero era una sombra muy
importante dentro de la familia de desterrados. Con él se pudo comprar a
créditos la casa, que terminarían de pagar en 30 años, con una letra mensual de
3000 US. Más tarde la hipotecó para pagar las elevadas deudas que había
acumulado Marlen y gracias a ello ésta pudo respirar.
Iván no podía tener hijos y adoptó esta familia que ahora
vivía de su sudor. Marlen pudo entonces reclamar a la madre que se marchó con
el esposo, chofer de profesión y veinte años más joven que ella. En Cuba, éste
decía que cuando llegara allá iba a comprar una rastra y que le compraría a la
madre de Marlen una casa y todo lo que esta quisiera; pero “chocó con el muro
gigante” como decía la vieja y se paralizó. Diez años después de haber llegado
sólo conocía la ruta para ir a su trabajo y una tarde en que lo mandaron a
recoger a Damián -que aún no podía manejar- estuvo perdido por más de 4 horas.
Sólo pudo reencontrar la ruta porque otro chofer lo hizo seguirle, pues ni
siquiera entendía la explicación que le daban.
Por eso ahora Iván cargaba sobre sus hombros –además de con
la medio loca hermana de Isabela y sus dos hijos- con una vieja de 82 años y con
un pobre diablo que no podía ni pedir su cena solo en un restaurante. El grupo en
el destierro creció con Damián, el quinto emigrado de la familia de Isabela y ésta
se quedó en Cuba sola, con su hijo pequeño y su padre de 87 años; pero más
patriota que nunca y afirmando que primero muerta que desterrada. Porque no hay como el
dolor del destierro. Éste significa el saberse perenemente en un lugar que no
nos pertenece, al que somos ajenos y nos es ajeno. Es un buscarnos
constantemente, sin encontrarnos. Es preguntarnos cada día ¿qué hacemos aquí y
hacia dónde vamos?
Epílogo
Han
pasado veinte años desde que escribí este relato, pero por distintas causas y
con nuevos matices, padecemos una crisis económica. Algunas terribles
lecciones se aprendieron por nuestros gobernantes, otras son tareas pendientes.
Ya no quedan casi líderes de la Revolución en sus orígenes, los cuales tenían
una legitimidad natural por sus hazañas; los nuevos dirigentes tienen que
hacerse de la confianza de su pueblo mediante la idoneidad en su trabajo. Tarea difícil.
A
mejorado la comunicación con el pueblo y la descentralización de la toma de
decisiones, pero se mantiene la inercia por tantos años de ordeno y mando. La
gente tiene miedo tomar la iniciativa y que luego la castiguen por equivocarse.
Sobran ejemplos de ello en el pasado.
La emigración sigue siendo masiva y los
desterrados crecen, porque le gente le sigue huyendo a las calamidades que debe
enfrentar el pueblo después de dos años de pandemia casi sin producir y con un turismo
menguado; además, soportando el recrudecimiento del bloqueo y la inclusión de
Cuba en la lista arbitraria y espuria como país patrocinador del
terrorismo. Pero se han flexibilizado
mucho la relación con ellos. Al fin se entendió por la parte cubana que los
lazos familiares con más fuertes que las ideologías y que la cultura es ;a cuna
de la unidad; pero ahora las trabas las pone el gobierno de los Estados Unidos,
acompañadas de campanas difamatorias
contra nuestro pueblo, porque continúan queriendo vencer por hambre la
dignidad cubana.
¿Y qué
ha sido de Isabela y su familia? Isabela sigue siendo tan terca y comunista
como antes. Los errores e injusticias cometidos en contra de ella no le
hicieron perder el rumbo, porque según su opinión, uno se deja vencer por el
resentimiento y del pasado no se puede cambiar ni un segundo. Los hombre
cometen errores, pero la patria y la Revolución no son culpables de ello. Las
ideas y principios que defiende son justos y no los traicionaría por ningún
bien material.
Después
de estigmatizada y sancionada fue a trabajar como profesora reincorporada de
nuevo a la Universidad, porque así lo necesitaba la educación de su país,
después que en el Período Especial el éxodo de maestros fuera significativo.
Recuperando sus viejas habilidades y adquiriendo otras nuevas, se convirtió con
su esfuerzo en una buena profesora de Ciencias Sociales y trabajó durante
veinte años más. Se jubiló definitivamente en enero del 2023, porque la
catarata le impedía ver el registro de asistencia y los trabajos de sus
alumnos. Su pensión de 3270 pesos, que dada la inflación existente y el
predominio de revendedores, significa más o menos dieciséis bolsas de pan al
mes o 1,8 catones de huevos.
Operada
en el Pando Ferrer, ahora se dedica a combatir a los gusi (así se ha suavizado
el término de gusanos en las redes sociales) o escribir cosas que considera
importantes que queden plasmadas para la historia, por eso que se dice de que
si no conocemos la historia, volveremos a cometer los mismos errores. Para que
no quede por ella. También le escribe a políticos y funcionarios cuando
considera que algo no se está haciendo bien, esa es su forma de seguir ayudando
a su razón de existir: la Revolución cubana.
José
María Heredia (1803-1839), escritor nacido en Cuba. Fue ensayista, poeta,
dramaturgo y político; escribió poesía civil, amorosa, histórica; entre sus
poemas sobresalen dos silvas descriptivo-narrativas: “En el teocalli de
Cholula”, escrita entre 1820 y 1832, donde admira las grandes ruinas aztecas y
reprueba la religión prehispánica, y “Al Niágara” (1824).
Martí, José. Escenas Norteamericanas. Martí / en los
Estados Unido. OC. Tomo 9 Pág. 304
Por una parte, prohíbe nuestras transacciones con
filiales de empresas norteamericanas en terceros países, e impide que barcos
que arriben a Cuba lo hagan por seis meses a puertos de Estados Unidos y, por
otra, utiliza modalidades más sutiles, principalmente en esferas relacionadas
con la ideología, con la intención de corroernos por dentro y atraer a
elementos que ellos clasifican como ¨más vulnerables¨, ingenuos o poco alerta.
Ante el fracaso de la Ley Torricelli, se aprobó por
el Congreso de EEUU en 1996 la Ley Helwys Burton que
refuerza aún más el bloqueo, establece nuevos castigos a los que inviertan en
Cuba o comercien con ella y establece sin el menor pudor los pasos a dar para
transformara en una colonia de Washington, incluidos sus planes subversivos
internos y comprenden el financiamiento y el apoyo material a los grupúsculos
contrarrevolucionarios.
MsC Elizabeth Azopardo Núñez. BARRIO
SAN ISIDRO. ESTUDIO DE CASO: “El proyecto comunitario “Con todos y para el bien
de todos” con sede en el museo Casa Natal de José Martí. 2004-05
Martí José. Discurso en el Liceo Cubano, Tampa” 26 de
noviembre de 1891. OC. Tomo IV pp. 270.