lunes, 4 de mayo de 2020

Casi al final del camino. (III) (Ensayo) Autora: Elizabeth Azopardo Núñez




Casi al final del camino ascendente, se detuvo antes de comenzar el descenso y pensó que a problemas globales les corresponden soluciones globales: una luz al final del túnel.
Un estimado académico[1], preguntaba hace algún tiempo, si los grupos de poder estaban tramando la formación de un gobierno global. Y estaba en lo cierto. La proliferación de organismos internacionales y sus nuevos poderes vislumbraba esa confabulación. En 1975 se creó el Grupo de los Siete G-7, hoy G-8, formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la Conferencia Económica Asia Pacífico (APEC); se ampliaron las funciones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (antiguo BIRF) que actualmente diseñan, imponen y controlan políticas macroeconómicas;  Se reunió en la Organización Mundial de Comercio (OMC) (antiguo GATT) el comercio de bienes y servicios, las inversiones, la propiedad intelectual y el medio ambiente, cuestionando la atención de estos asuntos por la ONU; se adicionaron como funciones de la OMC, además, el seguimiento y evaluación de las políticas comerciales de los países, subordinado el desarrollo al libre comercio corporativo; grupo de personalidades de países desarrollados se dedicaron al asesoramiento de los más poderosos círculos del poder mundial, entre ellos, el Fórum Económico Mundial o de Davos, la Comisión Trilateral y Grupo Bilderberg; surge el consenso sobre la necesidad de instrumentar una política de reformas de la ONU por considerar la incapacidad de los Estados nacionales y los ciudadanos, para tratar los problemas del mundo contemporáneo y la preeminencia en la misma de los actores supranacionales. Estos y otros hechos ponían en evidencia en el entramado político la intensión de la conformación de un gobierno global.
Hoy, más que una intensión, es una necesidad. Los problemas del mundo actual reclaman decisiones globales, pero no las que convienen a los órganos de poder internacional guiados por la ideología neoliberal y el poder económico de las trasnacionales. Hoy se necesita un gobierno global que responda a los intereses de la humanidad o acabarán con el Hombre, destruirán el planeta.
Problemas como la crisis energética, la falta de control sobre el crecimiento de la población, la extensión de la pobreza, las migraciones hacia las áreas urbanizadas de los países más desarrollados, la explosión urbana, el aumento de los problemas sociales tales como  el crimen organizado y la violencia, el analfabetismo, la insalubridad, la situación de las minorías, la drogadicción y la prostitución, el cambio climático, la crisis del orden jurídico internacional, el terrorismo y las amenazas militares, la monopolización de los conocimientos científicos, el establecimiento de patrones de consumo político, cultural y educacional que privilegian a las clases dominantes, la crisis de la cultura debido al proceso de inversión de los valores universales y más recientemente la pandemia global provocada por la propagación del corona virus –entre otras- , reclaman  de inmediato la atención de todos y no tienen solución a nivel nacional, ni local. 
Todos estos problemas se agravan en la situación actual. Una enfermedad que no reconoce fronteras,  ni estatus económicos, ni etnias, ni edades amenaza a la humanidad. Ante ella aparecen como imágenes ridículas y antinaturales los chovinismos, el racismo, la xenofobia, el militarismo, los enfrentamientos políticos e ideológicos. Siempre sabia la naturaleza nos muestra el origen natural del ser humano, reduce sus vanidades de superhéroe y nos muestra cara a cara su vulnerabilidad.
Ella sólo es el preámbulo de la crisis económica que se cierne sobre nuestras cabezas y amenaza con agudizar todos los problemas globales. Aumentarán las migraciones hacia el “primer mundo”, los enfrentamientos violentos ante la escasez de recursos, crecerán las mezquindades humanas y ante ellas es necesario levantar la solidaridad, proliferar los mejores valores del hombre, apelar a lo más humano de todos lo humano por la subsistencia.
Ya se levantan las voces de los más afectados, los “no alineados”, los pobres de la tierra, pero no basta. Es necesario que se alce unida la voz de los multilateralitas, de los socialistas, que se les arrebate el poder mundial a los hegemónicos. Y la voz más alta debe ser de los que -dentro de las posiciones más progresistas- llevan la voz cantante, para ganar en buena lid, el liderazgo mundial. Recordando a Marx y Engels, ellos nos decían: ““El comunismo empíricamente, sólo puede darse como la acción consciente o simultánea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado”.[2] No dejemos escapar de nuevo la oportunidad de que el mundo sea liderado por los solidarios, los internacionalistas, las humanistas, los socialistas.
No es tarea fácil, el imperialismo en sus estertores es capaz de lanzar a la humanidad al holocausto, hay que impedirlo. No hay guerra sin soldados y los que pelean, los que mueren en el frente de batalla peleando guerras imperialistas que sólo los usan con propósitos egoístas, son los pobres. No es la primera vez que nos enfrentamos a una situación similar, ya la en 1917, “La Tercera Internacional” llamó a la unidad de los proletarios durante la Primera Guerra Mundial, dando como resultado el primer país socialista del mundo; ya la Segunda Guerra Mundial demostró al mundo que cuando se utilizan sabiamente a las masas, muere el fascismo y triunfa la solidaridad humana.
Busquemos consenso sobre ideología e intereses para salvar al mundo, para salvar a la humanidad.






[1] Silvio Baró Herrera y Graciela Chailloux Laffita ¿Hacia un Gobierno Global?  Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2008
[2] Marx, Carlos y Federico Engels. La ideología alemana. Edt Revolucionaria. La Habana, 1966. p.35

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