Menos de dos años han trascurrido desde que el trascendental Acuerdo de
Diálogo Político y Cooperación (ADPC), rubricado entre Cuba y la UE,
entrara en vigor el 1 de noviembre de 2017.
En este plazo de tiempo ambos actores mostraron la voluntad y capacidad
para avanzar en el cumplimiento de los objetivos pactados. Resultante
del primer Consejo Conjunto, efectuado en Bruselas en mayo de 2018, Cuba
y la UE pueden exhibir resultados concretos en materia de cooperación
bilateral y han cumplimentado exitosamente un ciclo de cinco diálogos
oficiales; los cuales versaron sobre derechos humanos, medidas
coercitivas unilaterales, no proliferación, tráfico ilícito de armas
ligeras y desarrollo sostenible.
Aunque un balance de corto plazo, el peculiar dinamismo de variables que
impactan sobre la relación bilateral evidencia la importancia de
evaluar el período y también de avizorar las perspectivas resultantes.
A ambos lados del atlántico decisores políticos, económicos y sectores
de la sociedad civil pululan sobre múltiples interrogantes: ¿cuáles son
los resultados alcanzados y las potencialidades del inédito acuerdo?;
¿qué percepciones existen en la UE sobre el contexto interno cubano y el
marco bilateral vigente?; ¿cómo impacta la política de la
administración Trump y las tendencias geopolíticas del escenario
internacional?; ¿existen riesgos de un retroceso ante el nuevo ciclo
institucional comunitario? Estas son algunas de las incógnitas que
motivan y guían la elaboración de este análisis.
Un contexto interno e internacional particularmente cambiante
Las relaciones cubano - comunitarias se desarrollan en medio de un
contexto particularmente dinámico. Las tendencias que se identifican
tanto al interior de estos actores, como en el escenario internacional
con el que interactúan termina incidiendo, para bien o para mal, en la
evolución de las relaciones bilaterales y en la propia implementación
del ADPC.
En ese orden destacan las reformas internas que vienen implementándose
desde Cuba y cuyo colofón se encuentra en la nueva Constitución,
refrendada en febrero de 2019. Toman así rango y amparo constitucional
muchos de los cambios que viene experimentando el modelo cubano en los
últimos años, evidenciándose la irreversibilidad de los mismos.
Entre los cambios internos más observados desde Europa se encuentra el
reconocimiento a la propiedad privada, y de las formas no estatales que
promueve el Modelo resaltan las vinculadas a la inversión extranjera
directa, contratos de asociación económica internacional, empresas de
propiedad mixta o totalmente extranjera. Otras novedades en los órganos
de dirección auguran una mayor descentralización y autonomía en la
gestión gubernamental, incentivando el dinamismo, las competencias y
funcionamiento a nivel provincial y municipal. La una nueva Ley
electoral, aprobada por el Parlamento cubano en julio pasado, fue un
paso clave en esa dirección.
Como resultado de una mayor interacción con el renovado escenario
sociopolítico, económico, y civil cubano las percepciones y reacciones
que coexisten en la UE son heterogéneas. Desde la Unión al menos
coexisten tres enfoques, relativamente diferenciados entre sí, y que
pueden incidir en las proyecciones del Consejo, de la Comisión, y en el
Parlamento Europeo. Estos modos de interpretar Cuba también influyen en
las relaciones que desarrollan actores económicos, políticos, y de la
sociedad civil europea- de manera relativamente independiente al
entramado institucional comunitario -con sus contrapartes en la Isla.
El enfoque predominante en el Consejo y en la Comisión Europea se ha
traducido en un compromiso constructivo. Su percepción y proyección
actual parte de dos factores objetivos: los condicionamientos y
sanciones unilaterales practicadas contra Cuba, como instrumento para
incrementar la influencia, impulsar intereses y valores comunitarios en
la Isla fueron infructuosos; en segundo orden hoy puede apreciarse que
las reformas promovidas desde Cuba terminan impactando simultáneamente
al conjunto de las relaciones sociales, los vínculos
interinstitucionales, las relaciones de propiedad, las mentalidades y la
cultura cívica en la Isla. Este es un contexto que asumen favorable y
consecuentemente acompañan el proceso, generando toda la interacción
posible entre actores comunitarios y el conjunto de la sociedad cubana.
Desde otros posicionamientos, encabezados por conservadores del
Parlamento Europeo se ha cuestionado la propia eficacia del ADPC y
obstaculizado con cierta regularidad las tendencias constructivas. En su
percepción sobre el contexto interno y el marco jurídico bilateral, el
componente ideológico sigue desempeñando un papel fundamental. Bajo este
sesgo se simplifican las concepciones sobre el ejercicio del poder
político en Cuba y sobre la participación ciudadana en la construcción
del modelo socialista cubano. La Resolución del Parlamento Europeo, del
15 de noviembre de 2018, sobre la situación de los derechos humanos en
Cuba (2018/2926(RSP)) evidenció este tipo de proyección y la
polarización que ésta genera al interior de la institución, aprobada por
325 votos a favor, 240 en contra y 44 abstenciones.
Debe considerarse un tercer enfoque representado por fuerzas de
izquierda y que se agrupan, en importante medida, en el GUE – NGL. En
este marco prevalece el apoyo a las bases y principios que recoge el
ADPC. Al propio tiempo se observa con recelos el ejercicio de influencia
comunitario, su promoción del modelo liberal como referente político, y
cualquier intento solapado o explícito de subvertir el orden existente
en Cuba. En el marco de una mayor sintonía ideológica y sentimientos de
solidaridad para con Cuba y sus autoridades, entre fuerzas de este signo
también pueden hallarse posiciones divergentes referidas al marco
bilateral acordado entre Cuba y la UE, o abiertos rechazos al curso de
las transformaciones económicas y políticas que impulsa la sociedad
cubana.
Las percepciones descritas, vistas integralmente, no son del todo
contrapuestas. Las posiciones al interior de cada grupo son heterogéneas
y entre unos y otros también existen puntos convergentes. La
importancia de su evolución radica en identificar la tendencia
predominante en cada momento; pues tras estás lógicas subyacen, en
última instancia, los posicionamientos de actores claves y su proyección
hacia Cuba.Otra variable clave en la ecuación Cuba - UE es el contexto
interno comunitario. En la práctica diversos asuntos domésticos alejan a
América Latina y al Caribe en su escala de prioridades externas. La UE
afronta una compleja coyuntura política. Internamente se incrementan las
tensiones entre los partidarios de profundizar la integración, y
aquellos que promueven una lógica intergubernamental. La actual
composición del PE evidencia una mayor polarización interna que
presumiblemente ralentizará las dinámicas decisorias en esta instancia.
También persisten las desigualdades económicas, sociales y políticas
entre los países y regiones de la UE.
A estos asuntos se suman temas perentorios como las negociaciones del
Brexit, la proyección internacional estadounidense y el posible repunte
del proteccionismo, las incertidumbres sobre el crecimiento comunitario,
y las divergencias de distinta naturaleza con Rusia y China.
El escenario político internacional en el que se desarrollan las
relaciones Cuba – UE también es particularmente complejo. La
administración Trump - sustentada en el peso económico,
científico-técnico, militar e ideo político estadounidense - afronta la
multipolaridad desde posiciones de fuerza.
En ese contexto y bajo el eslogan American First ganan visibilidad las
contradicciones en el marco de la alianza trasatlántica. EEUU y la UE
divergen en diversos temas de la agenda bilateral e internacional. Al
respecto sobresalen los contenciosos referido al acuerdo sobre cambio
climático de París, del cual EEUU se desentendió; el boicot al acuerdo
nuclear con Irán también generó inconvenientes a los socios
comunitarios, las políticas unilaterales asociadas al conflicto
israelo-palestino, y el proteccionismo selectivo estadounidense en la
esfera comercial. La aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton
(LHB) viene a engrosar las contradicciones entre la UE y EEUU, e
implosiona unilateralmente el entendimiento que éstos rubricaron en
1998, basado en el cual los presidentes estadounidenses estuvieron
posponiendo la implementación del Título III semestralmente.
El sector empresarial y financiero europeo vuelve a ser blanco de
sanciones que no tienen bases en las leyes europeas, ni en las cubanas, y
que violan normas básicas del derecho internacional. En esta ocasión
bajo el estandarte de la Doctrina Monroe de (1823), Trump no solo
persigue socavar el sistema político en Cuba y apoyar la más rancia y
radical expresión de la comunidad cubano americana. La Casa Blanca
también pretende minar la presencia Europea en Cuba, siempre que ésta no
acompañe tanto en contenido como en las formas las directrices de la
Casa Blanca.
En el ámbito regional Trump ha buscado apoyos en organismos como la OEA,
caja de resonancia histórica del hegemonismo estadounidense. En el
contexto de un ciclo conservador prevaleciente y la vulnerabilidad de
actores como Venezuela se estimula fallidamente una política de cerco
político diplomático contra la Isla; mientras que al propio tiempo la
percepción internacional sobre la vulnerabilidad cubana se incrementa.
Bajo el sesgo descrito también se desarrollan las confrontaciones entre
la Casa Blanca y actores de relevancia mundial, como Rusia y China. Las
alianzas que éstos últimos tejen entre ellos y con terceros, - ya sean
de índole económica, política, financiera, tecnológica o de seguridad -
son percibidas desde Occidente como una amenaza, pues cuestionan en la
praxis sus mecanismos de gobernanza y reconfiguran un balance de poder
que a escala global muestra importantes signos de cambio. Por tratarse
de actores claves en el sistema internacional, tales procesos impactan
diversos espacios de los nexos bilaterales y multilaterales, incluso
para un país como Cuba, no inmerso directamente en la confrontación.
Sin desconocer las variables de orden bilateral y su importancia,
debemos añadir que las políticas de la UE y EEUU; así como, las de
Rusia y China hacia Cuba forman parte de un tablero geoestratégico más
amplio, que en última instancia determina sus objetivos específicos y
donde juegan un rol clave los principios defendidos desde la Isla en el
contexto político internacional. Solo tras esta lógica es posible
interpretar la atención que genera en la UE la presencia creciente de
Rusia y China en Cuba.
Diversificar los socios económicos, desde Cuba, constituye un objetivo
de primer orden y una garantía para la soberanía del país. Responde al
propósito de alcanzar un desarrollo sostenido y sustentable, que
propicie mayor prosperidad a su población. Esta política también
funciona como incentivo ante los actores que compiten - en igualdad de
condiciones - por posicionarse económicamente en la Isla. Aunque no se
han alcanzado los objetivos de inversión directa propuestos y este es un
tema que también convoca al análisis interno, vale destacar que el
proceso de inversión extranjera en Cuba no se ha detenido. En los
últimos dos años - pese a las presiones de la Administración Trump- se
aprobaron negocios con compromisos de inversión por más de 4. 500
millones, y en el primer semestre de 2019 se han firmado asociaciones
por más de 1. 300 millones.
Balance de la relación bilateral
La implementación temporal y parcial del ADPC ha permitido constatar la
pertinencia de esta plataforma, y su utilidad para la consecución de
objetivos comunes. También su eficacia para viabilizar metas
específicas, expresadas trasparentemente por las partes.
La institucionalización e implementación del diálogo político en cinco
áreas concretas -derechos humanos, medidas coercitivas unilaterales, no
proliferación, tráfico ilícito de armas ligeras y desarrollo sostenible-
fue uno de los resultados significativos del período. Estos diálogos,
realizados sobre la base del respeto mutuo, la igualdad soberana y la no
injerencia en los asuntos internos contribuyeron a un mejor
entendimiento de las respectivas realidades y posiciones de las partes.
Todos los diálogos políticos fueron precedidos por encuentros de la
sociedad civil cubana y la europea. Este acontecimiento vino a
desmitificar visiones sesgadas que sobre la sociedad civil cubana han
existido en la UE, evidenciándose en este caso una composición amplia y
diversa de actores civiles, cuya legítima participación en los destinos
económicos, políticos, sociales y culturales de Cuba son crecientes y
significativos. Los espacios y formas que hoy tienen las sociedades de
ambas partes para interactuar, bajo el amparo del ADPC, son fuentes
inestimables de consensos, de mutuo aprendizaje, e intercambios de
buenas prácticas.
En materia de derechos humanos subsisten profundas diferencias de
posiciones y enfoques. Sin embargo, la ronda de diálogo efectuada en
octubre de 2018 - primera que se realizó desde la entrada en vigor del
ADPC – también reflejó un tratamiento más equilibrado entre los derecho
civiles, económicos, sociales y culturales. Ambas partes compartieron
sus preocupaciones sobre asuntos acontecidos en esta materia a ambos
lados del atlántico y se interesaron por un tratamiento eficaz,
constructivo y no discriminatorio del tema. Requisitos imprescindibles
para avanzar en la cooperación bilateral y multilateral; pero sobre
todo, pasos esenciales para generar un clima de mutua confianza. Siendo
ésta última una variable clave de las relaciones bilaterales.
De los diálogos también se traslucen áreas de sintonía y potencialidades
para la cooperación. Entre ellas aparecen el combate a la producción,
tráfico y consumo de drogas ilícitas; la seguridad y protección del
medio ambiente; enfrentamiento a la discriminación racial, xenofobia e
intolerancia relacionada; derechos de la mujer, infantil y de género. En
este último, el 8 de octubre de 2018, se produjo el primer seminario de
su tipo, en el que representantes de ONGs cubanas y europeas
intercambiaron puntos de vista, en particular sobre temas de igualdad de
género y LGBTI.
En el ámbito de las relaciones políticas también destacan los
intercambios y visitas al más alto nivel, evidenciándose un respaldo del
Gobierno cubano, de las autoridades comunitarias y de los Estados
miembros, al curso actual de las relaciones. En el 2018 el presidente
Miguel Díaz-Canel realizó tránsitos por Francia y Reino Unido, donde
sostuvo encuentros de alto nivel. Ese año visitaron Cuba el presidente
de España Pedro Sánchez y el canciller francés Jean-Yves Le Drian. En
fechas recientes destacan el encuentro del Canciller Bruno Rodríguez con
la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad
de la UE, Federica Mogherin, en Bruselas; la visita a Cuba del Comisario
de Cooperación Internacional y Desarrollo de la UE, Neven Mimica en
juinio, y en el propio mes la visita a Alemania del Canciller Bruno
Rodríguez; primer intercambio personal con su homólogo. En este orden
resulta loable destacar las Consultas políticas inter-cancillerías con
Italia, Suecia, Lituania, Finlandia y Francia.
La participación comunitaria en la estrategia de desarrollo cubana sigue
siendo significativa, con resultados concretos en materia comercial, de
cooperación, e inversión. Ante la activación del título III de la (LHB)
y la abierta hostilidad del ejecutivo estadounidense contra Cuba, los
vínculos entre Isla y la UE vienen a demostrar la posibilidad de
alcanzar una relación mutuamente ventajosa, incluso entre actores
asimétricos, de distinto peso económico, y con sistemas políticos y
económicos de distinta naturaleza.
En materia comercial la UE representó en 2016 más del 80 % del
intercambio cubano con Europa, y en el 2018 las exportaciones
comunitarias hacia Cuba crecieron un 7,4 % frente al año anterior,
alcanzando 2.200 millones de euros. Hoy la UE figura como el primer
socio comercial de la Isla, con intercambios que en el 2018 superaron
los 2.500 millones de euros, más de un tercio del comercio exterior
cubano. La Unión también es el primer suministrador de inversiones
extranjeras en Cuba, concentrándose en sectores estratégicos como el
turismo, la industria, el transporte, la energía, la industria
alimentaria, y la minería.
Cuba y la UE también han reafirmado la voluntad de cooperar - de acuerdo
con sus respectivas capacidades - en el Programa de Desarrollo
Sostenible 2030. Convergen en la necesidad de alcanzar un desarrollo
equilibrado, tanto en la esfera económica, como en la social y la
ambiental. Entre los ejes transversales y estratégicos de la cooperación
aparecen el desarrollo sostenible, la dimensión de género, la creación
de capacidades nacionales, la buena gobernanza, los derechos humanos, y
la gestión del conocimiento.
Consecuentemente durante el último año se incrementaron los proyectos de
cooperación comunitarios en Cuba. Apoyados en el Instrumento de
Cooperación al Desarrollo (ICD) para el periodo 2014-2020 y su
reglamento, la UE figura como el principal donante de cooperación. En
abril del presente año fue firmado un memorando de intención para la
aprobación del Convenio de Financiación y Proyectos de cooperación entre
la República de Cuba y la Unión Europea (UE), por valor de 61 millones
500 mil euros.
El Programa Indicativo Multianual (PIM) se conformó acorde con las
prioridades planteadas por Cuba, y se ha concentrado en tres sectores
claves: entendido como el sector uno, fue asignado un fondo de 19,65
millones de euros al ámbito de la seguridad alimentaria y la agricultura
sostenible, el segundo sector correspondiente a las energías renovables
tiene asignado un monto de 18 millones y un tercer ámbito está dedicado
a la modernización económica cubana. En este orden resultó ilustrativo,
el 20 de junio pasado, la donación de cuatro millones de euros para el
desarrollo de una ventanilla única en Cuba. El instrumento persigue
alcanzar mayor dinamismo y eficacia en la gestión del comercio y las
inversiones.
Otras áreas también son objeto de la cooperación comunitaria, entre los
que se encuentran la prevención de catástrofes, la digitalización y el
gobierno electrónico, así como el apoyo a la sociedad civil. En este
último ámbito se incrementan los intercambios de expertos, y la
cooperación universitaria a través del programa Erasmus +.
Al propio tiempo las potencialidades existentes en materia de
cooperación, comercio e inversión entre Cuba y la UE se ven
obstaculizadas por factores de distinta naturaleza.
En primer orden se encuentra el reforzamiento del bloqueo económico,
financiero, y comercial estadounidense contra Cuba y la implementación
del Título III de la LHB. Una acción que ha sido rechazada con claridad
desde la UE, sus Estados miembros y por la comunidad internacional. Al
respecto, vale destacar la Declaración del Consejo de Asuntos Exteriores
de la UE contra la aplicación de medidas extraterritoriales del 8 de
abril; la emisión de dos Declaraciones conjuntas de la Alta
Representante Federica Moguerini con la Comisaria de Comercio y con la
Canciller de Canadá del 17 de abril, oponiéndose a la aplicación del
Título III. Los gobiernos de España, Reino Unido, Portugal y Francia
también emitieron declaraciones de rechazo a la aplicación del Título
III.
Otros obstáculos responden al contexto interno cubano, asociados al
retraso coyuntural en los pagos a proveedores, el burocratismo que
impide ser proactivos en la concreción de negocios, la insuficiente
capacitación de empresarios y del sector financiero para decidir
oportunamente de cara al capital y en el marco de las distintas
modalidades ya aprobadas para la inversión extranjera directa (IED).
Tales problemas son afrontados desde el máximo nivel gubernamental,
estatal, y legislativo en Cuba. En junio de 2018 el Presidente Díaz -
Canel orientó un análisis para dilucidar qué cuestiones internas limitan
las IED y las exportaciones. Con el objetivo de acelerar los procesos
de aprobación de los negocios y lograr mayor flexibilidad en los
mecanismos que para ello se emplean, también fueron actualizadas las
normas para la inversión extranjera. Como resultado debe esperarse mayor
transparencia de cara a las contrapartes, ganándose claridad sobre los
niveles de aprobación, el tiempo requerido para emitir una respuesta, y
los criterios para considerar o no una propuesta inversionista, de
cooperación o comercial.
Otras cuestiones, asociadas a las normativas comunitarias, tienen un
impacto negativo en diversos ámbitos del vínculo bilateral. El paulatino
fortalecimiento de la gobernanza económica en la UE conduce a una mayor
rigurosidad en las normas de acceso, protección del mercado europeo y
aumento de las exigencias para sus inversiones. Desde el 2014 Cuba dejó
de beneficiarse del Sistema Generalizado de Preferencias comunitarios.
Este factor, unido a la inexistencia de un acuerdo marco de tipo
comercial continúa impactando negativamente.
Entre 2015 y 2016 hubo una reducción del 8 % en el intercambio
comercial, con una disminución del 20% de las exportaciones cubanas y un
10 % de las importaciones. En ese orden se afectaron particularmente
las exportaciones de la industria tabacalera, los productos de la pesca,
el café tostado, la manteca de cacao, los jugos de fruta, los aceites
esenciales, las confecciones textiles, entre otros. En el 2018 también
se apreció una disminución de las exportaciones cubanas respecto al
2017.
Teniendo el Acuerdo como componente fundamental el diálogo político y la
cooperación - sin contemplar preferencias arancelarias, ni otras
facilidades concretas de acceso a los respectivos mercados -resultará
imperioso atender la profundización de posibles asimetrías, contrarias a
los objetivos estratégicos de desarrollo. La condición cubana de país
subdesarrollado, insular y los propios impactos del bloqueo
estadounidense justificarían tales esfuerzos. También constituyen
razones para que la UE reconsidere a Cuba entre los beneficiarios del
Sistema Generalizado de Preferencia; así como, entre los destinos
priorizados de la cooperación al desarrollo.
Perspectivas en el marco de un nuevo ciclo institucional comunitario
Ante un nuevo ciclo institucional en la UE y las renovadas presiones
estadounidenses contra Cuba, vuelven a aflorar incertidumbres sobre las
perspectivas del marco bilateral Cuba - UE.
En el marco del nuevo ciclo institucional se vislumbran un grupo de
variables claves; entre las que sobresalen la ratificación del ADPC a
nivel de los parlamentos nacionales, la impronta del nuevo Alto
Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), las
tendencias predominantes en el Parlamento Europeo y su capacidad de
articular posiciones respecto a Cuba; así como, el dinamismo de las
relaciones en el marco bilateral Cuba - Estados miembros.
La implementación del ADPC mantiene una condición parcial y temporal en
tanto no se haya ratificado por los 28 Estados miembros de la Unión.
Siendo este un proceso complejo - el cual debe considerar las agendas
legislativas de cada miembro, sus dinámicas institucionales y
especificidades estructurales - hasta la fecha han ratificado 25
miembros de la UE. Sin que deba considerarse este un camino expedito o
exento de conflictividad, las tendencias indican coherencia y voluntad
de las partes; lo cual augura la posibilidad de concluir la ratificación
en el corto o mediano plazo. El Parlamento Europeo y el cubano ya lo
han ratificado, restando solo a nivel nacional Suecia, Países Bajos y
Lituania.
El rol de determinadas personalidades dentro del entramado institucional
comunitario seguirá siendo esencial, y en ese orden vuele a ser clave
la figura del Alto Representante para la Política Exterior y de
Seguridad Común de la UE. La responsabilidad puede recaer en el social
demócrata y actual Ministro de Exteriores español, Josep Borrell. Su
proyección estará permeada en primer lugar de las prioridades
comunitarias, sin que existan necesariamente mimetismos provenientes de
su agenda española. Sin embargo, su filiación política y lógico arraigo
nacional indican más una continuidad que una ruptura con respecto a su
predecesora; la italiana Federica Mogherini. Como escenario más probable
es de esperar su atención sobre los temas latinoamericanos y en ese
contexto, el impulso del marco bilateral concertado entre Cuba y la UE.
Desde el Parlamento Europeo podrían secundarse o promoverse críticas
contra el sistema cubano y el marco bilateral existente. Sin embargo, la
creciente fragmentación de las fuerzas en esta instancia también
presupone cierta expresión en el tema Cuba, observándose un activismo
importante de aquellos actores que apuestan por la implementación del
ADPC. Éste sería un esfuerzo loable de acompañar por Cuba, apelando a
una mayor interacción interparlamentaria, particularmente a través del
diálogo con grupos o comisiones. Una apuesta por el fortalecimiento de
los vínculos interparlamentarios a nivel nacional también podría
favorecer, a corto y mediano plazo, el clima general de las relaciones
bilaterales.
En el orden interinstitucional la implementación del ADPC implica la
concreción de una agenda y acuerdos vinculantes para las partes.
Consecuentemente corresponde celebrar en septiembre el Segundo Consejo
Conjunto Cuba – UE en La Habana, y la continuidad del diálogo político
sectorial. Atendiendo a los impactos negativos del cerco estadounidense
contra Cuba, ganan en importancia el título V del ADPC, dirigido al
desarrollo económico y su Parte IV: comercio y cooperación al comercio.
Igualmente siguen existiendo potencialidades para el fortalecimiento de
los vínculos bilaterales entre Cuba y los Estados miembros de la UE.
Cuba desarrolla acciones de cooperación para el desarrollo con 22
Estados miembros y mantiene mecanismos de consultas políticas entre
Cancillerías con 26 de ellos. En el orden bilateral destaca por su
creciente pragmatismo el gobierno español; cuya proyección tiende a una
concepción de Estado, más coherente en sus instrumentos y objetivos
estratégicos. La anunciada visita del rey y jefe de Estado español, a
propósito del 500 aniversario de La Habana podría constituir un paso
clave en esa dirección. Sin embargo, la fallida investidura de Pedro
Sánchez como presidente del Gobierno, el pasado 23 de julio, podría
ralentizar o impactar negativamente ese escenario.
En las relaciones económicas, entre Cuba y la UE, se mantendrá la
estructura de los intercambios comerciales, con ciertas oscilaciones de
los flujos, tanto por las disponibilidades financieras y de productos
exportables por parte de Cuba, como a la disponibilidad de créditos por
parte de los países miembros. En este orden constituirá una variable
clave la capacidad cubana para cumplir oportunamente con los pagos a
proveedores.
En el terreno de la cooperación, a partir del presente ciclo
institucional comunitario y la aprobación de un nuevo marco multianual,
podrían verse afectados progresivamente los fondos destinados a Cuba.
Este posible escenario constituiría un obstáculo adicional. Sin embargo,
también se observan potencialidades en la descentralización de la
cooperación y su gestión. El Acuerdo contempla la participación de
instituciones gubernamentales, autoridades locales, organizaciones
internacionales, agencias de desarrollo de los Estados miembros y de la
propia sociedad civil.
Fomentar el intercambio de información, con énfasis en la creación de
vínculos duraderos entre las comunidades científicas de las partes
también constituirá un paso indispensable; tanto en el marco de la
relación bilateral, como para un acompañamiento eficaz en la
actualización del modelo económico y social cubano.
En el contexto de una renovada cooperación, las relaciones entre Cuba y
la UE afrontan a corto plazo un escenario interno, bilateral e
internacional complejo. Al propio tiempo el ADPC ha demostrado ser una
herramienta apropiada y base imprescindible para el cumplimiento de
objetivos a mediano y largo plazos. Sin dudas un camino plagado de retos
pero también de oportunidades.
21/8/2019
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