domingo, 10 de mayo de 2015

Crítica al documento "La Carta de Montreal"

Por Elizabeth Azopardo. Este documento fue firmado por Carlos Prío Socarrás, Emilio Ochoa Ochoa, Manuel A. de Varona Loredo, José Pardo Llada, Guillermo Alonzo Puyol, Isidro Figueroa Bontempo, Carlos Hevia y de los Reyes Gavilán, José M. Gutierrez Plana y Eduardo Suárez Rivas, 2 de junio de 1953 y apareció en: Campo de Concentración. Ediciones Humanismo, México, marzo de 1954, pp 308 y 309. Este documento, escrito por un grupo de políticos tradicionales de la Cuba prerrevolucionaria, constituye un llamamiento de los partidos del Pueblo Cubano (Ortodoxo) y Revolucionario Cubano (Auténtico), para la búsqueda de la unidad de las fuerzas vivas, mediante el establecimiento de un gobierno provisional que devolviera al país, por la vía de las elecciones, los derechos constitucionales eliminados por el golpe dado por Fulgencio Batista y Zaldivar, el 10 de marzo de 1952. Típico de la demagógica política imperante, los políticos utilizan la inconformidad del pueblo cubano con la situación existente después del cuartelazo batistiano, para exhortarlo a la vuelta al orden constitucional y democrático a partir de la aceptación de un gobierno capaz de celebrar elecciones generales libres, resaltando la buena voluntad de los dos partidos firmantes – a pesar de reconocer que no ha habido unidad entre lo que ellos llaman “instrumentos cívicos”- para facilitar el logro del objetivo de regresar a la Constitución de 1940. La elaboración del documento ocurría en un momento histórico en que las condiciones externas e internas favorecían los cambios democráticos. Tanto los resultados de la Revolución de los años 30, como la lucha antifascista que alió a fuerzas de izquierda y de derecha, en el marco de la II Guerra Mundial (1939-1945), propiciaron que Batista, durante su primer gobierno (1940-44), comenzara a acercarse al movimiento revolucionario, accediendo a lo que este, como consigna, estaba planteando: • Amnistía a 3000 presos políticos • Autonomía Universitaria • Se legaliza el primer partido comunista. • Convocar a una Asamblea Constituyente • Permite la fundación de la CTC. • Los comunistas fueron elegidos a cargos estatales. En relación con la Constituyente, el pueblo cubano eligió 6 delegados comunistas, los cuales lograron aprobar artículos progresistas como la jornada laboral de 8 horas, la eliminación de la discriminación de razas, sexo, religión, etc, la protección a la maternidad obrera, el derecho a sindicalización, entre otros. No obstante, seguía siendo un documento burgués, porque entre otras cosas defendía la propiedad privada, la cual sólo podía ser confiscada solo por autoridad judicial. Valiéndose de la alusión a este momento de auge revolucionario y éxitos del pueblo cubano, el artículo trataban de exaltar los méritos de la democracia representativa y sus instituciones, manifestándose veladamente opuesto a cualquier tipo de acción donde estuviera incluida la violencia y por tanto, cortando las alas a las posibilidades reales de las masas oprimidas de cambiar la situación imperante. Era precisamente el argumento contradictorio con las acciones. Fue la Revolución del 30 y la lucha antifascista –acciones violentas en su mayoría- las que facilitaron la democracia que invocaban, pero ellos no estaban de acuerdo en acudir a la violencia, porque la situación se le podía ir de las manos, como sucedió. Ya en la fecha en que se escribía el documento, los jóvenes de la generación del centenario, que no tenían afiliación política alguna, se habían lanzado al Asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. No convenía a la oligarquía gobernante que este movimiento prosperara. Referida a la segunda base de esta proclama que plantea: “…el general Batista está incapacitado para llevar al pueblo a unos comicios recuperadores de sus instituciones políticas…”. Tienen razón absoluta, pero en mi opinión, tal afirmación sólo respondía a los intereses oligárquicos de escamotearle el poder al tirano y apropiárselo, tal como hizo Batista anteriormente. Era una práctica común entre los políticos de aquella República repartirse y escamotearse el poder recíprocamente con el único fin de sacar la mejor lasca para sus beneficios, sin que el pueblo notase ninguna mejora. Esta proclama es una prueba más de ello. El Partido Auténtico, ya había ostentado el poder en las personas de los presidentes Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, los cuales no aportaron a la República más que la utilizaron grupos pandilleros para asesinar y reprimir al movimiento obrero, estudiantil, campesino y comunista; el asalto a las sedes sindicales, el decreto mordaza clausurando los medios de comunicación masiva del PSP como el periódico “Hoy” y la Emisora 1010: la creación de la CTK organización organizada para expulsar a los comunistas de los sindicatos, el robo escandaloso de los fondos públicos; tales como, la utilización del inciso k para costear pandilleros y falsos dirigentes obreros; así como, para aplicar ”la Botella”, el escándalo del ministro de educación José Alemán, quién al terminar sus funciones el 10 de octubre de 1948, se robo todo el tesoro público y se lo llevo a los EE.UU, la falsa incineración de billetes quemándose papeles quedándose el gobierno de Prío con 36 millones de pesos. El Partido Ortodoxo, después de la muerte de su líder Eduardo Chivás , se perdió en pugnas estériles egoístas y personales que lo condenaron al oportunismo. Ni uno, ni otro partido tenían moral para guiar al pueblo a ningún lado. A pesar de todo lo antes expuesto “La Carta de Montreal” termina prometiendo una vez más al pueblo de Cuba “…una era de paz y legalidad, limpia el alma de odios y rencores, anhelantes por la unión y la cordialidad de todos los cubanos, invocando el favor de Dios…”, muy similar al discurso que asume la falsa oposición al gobierno revolucionario actualmente. La paz y legalidad que nunca le dieron durante su estancia de gobierno –en caso del Partido Auténtico- la unión que no pudo mantener el Partido Ortodoxo después de la muerte de su líder, quién los colocara casi a las puertas del poder, ya que era el posible candidato a ganar las elecciones que suprimió el dictador Batista con el golpe de estado. Finalmente, a mi juicio, la invocación de Dios es la mayor de las falacias. Cristo siempre está a mano cuando lo necesitan los que nunca compartieron su humildad, ni su sumisión. Toda esta falacia se montaba cuando Fidel Castro y los Moncadistas sufrían prisión en Isla de Pinos. Melba y a Haydé, para que divulgaran las ideas del movimiento, lograban –con la ayuda de los hermanos Almejeiras- publicar y distribuir “La Historia me Absolverá” y los familiares creaban el un comité pro-amnistía de presos políticos, presionando a Batista a darle la libertad. Un año y dos meses después de que los políticos tradicionales editaran su proclama, el 15 de mayo de 1955, salían de la cárcel los iniciadores del verdadero movimiento de masas, "El Movimiento 26 de Julio” y el 25 de noviembre de 1956, dos años después, salía del puerto de Tuxpan el yate Granma, con 82 expedicionarios, para iniciar así su campaña definitiva por la "segunda Independencia" en la Sierra Maestra, la cual culminó con el triunfo revolucionario e impidiendo que regresara al poder la bien conocida y despreciada "democracia representativa". Parece que en la actualidad hay algunos que pretenden engañarnos con el mismo cuento, como si fuera algo nuevo para el pueblo cubano la existencia de gobiernos oligárquicos, corruptos y pandilleros que se mantuvieron durante 56 años en la Isla a costa de nuestra sangre y sudor.

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