sábado, 18 de abril de 2015

El modo de vida en la obra martiana.

Autora: MSc. Elizabeth Azopardo Núñez Introducción: Dentro del concepto cultura se incluye el acuñado como modo de vida, o sea, el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o grupo social en un periodo determinado. El término cultura engloba además, ceremonias, arte, invenciones, tecnología, sistemas de valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias. A través de la cultura se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea obras que le trascienden. El termino modo de vida toma actualidad e importancia, al ser utilizado por diversas ciencias para referirse a los oficios y profesiones; como por ejemplo, “el modo de vida del pescador o del intelectual”; como organización, “el modo de vida impuesto por san Basilio como primera forma de organización monástica”; para el estudio de comunidades particulares, “descripción fidedigna del modo de vida en el Lejano Oriente” y otras, que engloban en él una comunidad, un sistema de creencias, una observancia litúrgica, una tradición, etc. En el caso de la obra martiana, el concepto modo o estilo de vida, tienen la concepción antes apuntada y en muchas de sus obras describe el mismo, con especial elegancia y trascendencia. Por ello su estudio tiene una relevancia particular para la cultura cubana y universal. Por todo lo antes expuesto el trabajo que se presenta a continuación tiene por objetivo, analizar las referencias directas que hiciera Martí en su obra sobre este concepto. Para ello se utilizarán las anotaciones hechas por él en su “Cuaderno de apuntes”, las cuales aparecen en el tomo 21, pág. 75 y 76 de la Obras Completas; así como, en las traducciones que hace de las antigüedades romanas, en particular sobre las nociones de lógica, que aparecen en el tomo 25 “Traducciones”, pág. 159. El análisis será apoyado que precisiones de otras obras de Martí y de los autores Leonardo Griñan Peralta, Nidia Sarabia, Julio Ramón Pita y Blanche Zacharie. Para su desarrollo el trabajo será dividido en dos epígrafes: El modo de vida o estilos de vida en la obra martiana y las concepciones martianas sobre el papel de la historia, la dialéctica y el materialismo. Desarrollo: 1. El modo o estilos de vida en la obra martiana: En este epígrafe se aborda las referencias directas que hizo Martí en su obra a los modos y estilos de vida. En primera instancia se analiza el estudio que hace el apóstol de la obra de Francis Salten, Registro de las facultades de la familia. De esta afirma: “…quiere que su libro sea una especie de prontuario de profecías, merced al cual, dados los caracteres de nuestros abuelos y los nuestros propios, podemos predecir cómo serán nuestros hijos ”. Como se puede apreciar, ve Martí en la obra de Francis Salten la labor de un profeta. Esta palabra proviene de la voz latina propheta, referida al que, inspirado por Dios, habla en su nombre anunciando sucesos futuros; o el que por algunas señales conjetura y anuncia sucesos futuro, o sea un vidente más que un científico. Y a lo referido, agrega: “¡Y nosotros, que vemos a los nuestros oscilar a nuestros ojos como la superficie del mar a diversos vientos, según sea amorosa u odiadora la persona que va ejerciendo en ellos dominante influencia!“, resaltando el papel del educador en los resultados del educando. Juega para Martí la educación y no la herencia el papel fundamental en la formación de las nuevas generaciones, aunque no desdice de la segunda, haciendo interesentes reflexiones que lo colocan a nivel con el pensamiento más moderno. Al respecto plantea: “Descríbanse en el Registro , en las casillas correspondientes, el modo de vida de cada persona, en cuanto pudo afectar el desarrollo o la salud; sus aptitudes mentales y morales, y su energía, y el grado en que las tuvo, y si fue mayor o menor que el grado en que se tienen comúnmente… Y con todos esos datos, cree Salten que se podrá predecir cómo serán los hijos; de lo cual no importa tener conocimiento previo para saber que serán de este modo o aquél, sino para dirigir su educación conforme a las cualidades que en ellos existan, o a las virtudes de que-carezcan” Martí no asumía tal posición ingenuamente, sabe que Salten es materialista y al respecto refiere sobre esta posición filosófica: “con lo que viene la filosofía materialista a reconocer que el espíritu viene a la tierra con carácter marcado prehecho, y a aceptar en una de sus formas la verdad de la preexistencia, que arguye la necesidad de la racionalidad del postexistir . En la página de 395 de la propia obra Martí había afirmado anteriormente: “La filosofía materialista, que no es más que la vehemente expresión del amor humano a la verdad… sin extremar sus sistemas, viene a establecer la indispensabilidad de estudiar las leyes del espíritu. De negar el espíritu -la cual negación fue provocada en estos tiempos, como ha sido en todos, por la afirmación del espíritu excesiva, - viene a parar en descubrir que el espíritu está sujeto a leyes y se mueve por ellas, aceleradas o detenidas en su cumplimiento por las causas mecánicas y circunstancias rodeantes que influyen en la existencia y suelen ser tan poderosas que la tuercen o determinan”. Y al respecto agregaba: “Observando a los hombres, se ve que no es cada uno una entidad definitivamente aislada y con un carácter exclusivo, que venga a ser una combinación original de los elementos humanos comunes; sino un tipo de una de las varias especies en que los hombres se dividen, según exista en ellos dominante el amor de sí, o no exista, o coexista con el amor de los demás: y según, de los accidentes usuales que influyen en los hombres, les haya tocado vivir entre algunos determinados que en personas de cierta manera constituidas han de producir una conocida impresión cierta”. Como se puede apreciar, simpatizaba Martí como los materialistas y conocía su ciencia, atribuyéndole la capacidad de apreciar la interrelación dialéctica que existe entre la historia y el desarrollo y el papel que juegan los factores subjetivos en la misma. Si creía, como en la referencia se puede apreciar, en el posexistir y al respecto superaba las interpretaciones dogmáticas que del materialismo hizo el socialismo real. Estas apreciaciones, se encuentra en correspondencia con los propósitos de su mística vida. Martí aspiraba a que su espíritu, o pensamiento, o ejemplo, trascendiera, como lo ha hecho y lo demuestra el que aún estemos buscando en él una fuente de conocimiento. En la traducción de “La familia romana ” vuelve a hacer referencia al modo de vida cuando afirmaba: “Plutarco, el filósofo griego, que escribió la vida de Catón. 250 años después de la muerte del severo romano, dice de este: “Es para mí señal de condición excesivamente áspera en el hombre la creencia de que puede usar del trabajo de sus siervos como del de los brutos, y echarlos y venderlos en su ancianidad, pensando que no ha de haber más trato entre hombre y hombre, que en tanto que se saca algún provecho de él. . . En cuanto a mí, no vendería yo, por culpa de su edad, mi buey de tiro, cuanto menos por una pieza de moneda a un pobre anciano, ni le echaría de mí tan duramente; que es como echarlo de su propio país, el sacarlo del lugar donde ha vivido tanto tiempo, y de aquel modo de vida a que está acostumbrado, más cuando ha de ser ya tan inútil al que lo compra como al que lo vende.” Y al respecto aclaraba, apuntando su pensamiento humanista: “Pero, a despecho de estas enseñanzas de clemencia, en esos mismos tiempos de Plutarco eran más numerosos y horribles los actos de crueldad con los esclavos. Si sabían ya mejor entonces los hombres lo que habían de hacer, tardaban más en hacerlo. Era en aquel tiempo dicho común el de que un hombre tenía tantos enemigos cuantos eran sus esclavos. No podemos maravillarnos de esto, cuando sabemos de qué modo los trataban. En muchos lugares del país, era uso hacerlos trabajar cargados de cadenas. De noche los encerraban en grandes barracones (ergastula), subterráneos en parte, iluminados sólo por pequeñas ventanas, puestas a tal altura que no podían los esclavos ver afuera por ellas. En Roma misma era uso tener al portero encadenado a la puerta como un perro. En las casas grandes había un siervo (silentiariu), cuyo oficio era hacer que se guardase completo silencio entre sus compañeros de servidumbre, y el más ligero ruido, una tos, un estornudo, eran al punto castigados y con golpes” . También hacía referencia Martí en sus cuadernos de apuntes a los estilos de vida estableciendo a su vez la relación entre la filosofía y la historia. Al respecto planteaba : “iFilosofía sin Historia examinadora y concienzuda! ¿Cómo hemos de llegar al conocimiento de la humanidad futura y probable sin el conocimiento exacto de la humanidad presente y la pasada? Esta es humanidad que se desenvuelve y se concentra en estaciones y en fases. Todo lo que pasa en algo queda. Para estudiar los elementos de la sociedad de hoy es necesario estudiar en algo los residuos de las sociedades que se han vivido”. Y agregaba: “…Analícese en la narración el carácter del que la narra, y para hallar la verdad de lo narrado, quitase de ello lo que le pone la naturaleza y punto intimo de vista especial del narrador. Dos hechos exactamente iguales en sí mismos, en las causas o en los efectos o en uno sólo variado, siendo los mismos, quedan ya totalmente diferentes. Pasión de patria, carácter de individuo, exaltaciones o modos de estilo: quítese todo esto de la historia para que quede, y aún nos quedará algo parecido a la historia creíble y verdadera”. Huelga comentario al respecto, la visión martiana de la filosofía y la historia coincide plenamente con las concepciones que defiende el materialismo histórico. Identificaba, como se puede apreciar, los factores subjetivos con la espiritualidad del hombre y al referirse a la historia decía “Principios eternos la rigen: la ambición y la soberbia entre los hombres; el espíritu de dominación en los monarcas; el espíritu de independencia en los países: la identidad del Espíritu uno con todos los espíritus hijos vivos y pertenecientes en la tierra. Puesto así desde un ánimo recto, quizás vean los ojos claros en tanto tiempo casi perdido que pasó, en tanto tiempo inadivinable y misterioso que queda aún por venir”, apreciado como regularidad elementos referidos a la lucha de clases. Como conclusión del epígrafe se puede afirmar que Martí veía el modo de vida como el desarrollo, la salud, las aptitudes mentales y morales, la energía heredada y la influencia cotidianas del hombre; así como, la pasión de patria, el carácter del individuo y sus exaltaciones. De esta forma le da al concepto un antecedente, la historia y una resultante, el medio social, colocándolo al tanto de las concepciones filosóficas más actuales del mismo. 2. Las concepciones martianas sobre el papel de la historia, la dialéctica y el materialismo. En el epígrafe se analiza la interpretación martiana de categorías filosóficas, tales como, la historia, la dialéctica y el materialismo. Para el análisis del de los aspectos referidos anteriormente se hacen alusión elementos de la historia de la Filosofía que justifican ciertos términos empleados por Martí como espíritu, alma y referencias de la propia vida del apóstol de la independencia cubana. En opinión de la autora es cierto que la vida del Maestro se acerca a la vida mística. El había hecho votos para con su patria y a ella postergó cualquier acción de su existencia. La vida mística se caracteriza precisamente por un aumento de productividad, serenidad y alegría, mientras los aspectos interiores y exteriores armonizan en unión con lo divino. Para explicarla se han elaborado complejas teorías filosóficas, incluida su manifestación en algunos credos seculares en apariencia ateos. En sentido general se consideran ateas aquellas doctrinas que niega la existencia de la divinidad. El ateísmo se diferencia con claridad del agnosticismo, doctrina que afirma que la existencia de una deidad nunca podrá ser probada o refutada. Mucha gente ha sido llamada atea de forma impropia, sólo porque rechazaba alguna creencia popular en la trascendencia. Para los romanos, los primitivos cristianos eran ateos porque negaban a los dioses romanos. Los partidarios de varios grupos cristianos han aplicado el término a cualquiera poco dispuesto a aceptar los dogmas de su doctrina. Así, un librepensador, como el filósofo francés y escritor Jean-Jacques Rousseau, el escritor francés Voltaire, o el filósofo político anglo-americano y escritor Thomas Paine, aunque suscrito a una forma de deísmo, pueden con frecuencia ser considerados como ateos. La filosofía sankhya, uno de los grandes sistemas del pensamiento hindú, el budismo y el jainismo han sido todos descritos como doctrinas ateas porque todas ellas niegan un dios personal. Con el desarrollo del conocimiento científico y la consecuente explicación del fenómeno formalmente considerado sobrenatural, el ateísmo se ha convertido en una tendencia filosófica más natural y aceptada. Las ideas filosóficas de la antigua Grecia fueron ante todo naturalistas y racionalistas, aunque un elemento del misticismo encontró expresión en el orfismo, los misterios de Eleusis y otros ritos. Un movimiento griego tardío, el neoplatonismo, basado en la filosofía de Platón, presenta también influencias de religiones misteriosas. Plotino fue quizá su mejor exponente, y su pensamiento ejerció una considerable influencia en el cristianismo primitivo. El neoplatonismo es una variante de monismo idealista para el que la realidad última del universo era lo Uno, perfecto, incognoscible e infinito. De este Uno emanan varios planos de realidad, siendo el nous (inteligencia pura) el más elevado. Del nous deriva el alma universal, cuya actividad creadora origina las almas inferiores de los seres humanos. El alma universal se concibe como una imagen del nous, del mismo modo que el nous es una imagen de lo Uno; de esta forma, tanto el nous como el alma universal, a pesar de su diferenciación, son de la misma sustancia, es decir que son consustanciales con lo Uno. El alma, en muchas religiones y filosofías, es considerada el elemento inmaterial que, junto con el cuerpo material, constituye al ser humano individual. En general, el alma se concibe como un principio interno, vital y espiritual, fuente de todas las funciones físicas y en concreto de las actividades mentales. La creencia en alguna clase de alma que puede existir independiente del cuerpo se encuentra en todas las culturas conocidas. En muchas culturas contemporáneas de tradición oral, se dice que los seres humanos tienen varias almas (a veces hasta siete) localizadas en diferentes partes del cuerpo, cada una con distintas funciones. La enfermedad es descrita a menudo como la pérdida del alma; lo que puede ocurrir, por ejemplo, cuando las brujas roban el alma o los espíritus del mal lo apresan. El alma universal, no obstante, al constituirse como un puente entre el nous y el mundo material, tiene la opción de preservar su integridad e imagen de perfección o bien de ser sensual y corrupta por entero. La misma elección está abierta a cada una de las almas inferiores. Cuando, por la ignorancia de su verdadera naturaleza e identidad, el alma humana experimenta un falso sentido de distancia e independencia, se vuelve presumida de un modo manifiesto y cae en hábitos sensuales y depravados. La espiritualidad es vista en este ámbito como el desarrollo de la dimensión espiritual del hombre. El ser humano se compone de una naturaleza material o corporal y otra espiritual. Aunque unidas e inseparables, hay actividades que desarrollan de un modo más específico una u otra dimensión. A partir de este concepto han surgido en el tiempo, numerosas escuelas de espiritualidad que en la mayor parte de los casos se encuentran vinculadas a una personalidad o a una orden religiosa concreta; es por ello usual que llegue a hablarse de una espiritualidad dando al término una connotación peculiar o distintiva, como pueda ser la espiritualidad franciscana, la ignaciana o la benedictina, por ejemplo. Martí, en su crítica a Darwin, consideraba antihistórico el sobreponer las llamadas zonas morales o etapas de la historia, al hecho histórico en sí mismo, en este sentido no era partidario de la teoría de hacer depender de forma absoluta el pensamiento del hombre, de su época. Al respecto planteaba : “Que en todas partes, y paralelamente se desarrolle el espíritu humano por progresivas épocas, que como zonas morales ciñen con igual presión a todo el universo sentido - es afirmación osada y antihistórica” Consideraba además que ninguna restauración es idéntica a la obra, como ninguna referencia a un hecho histórico sería el hecho mismo, advertencia que le hacía a los historiadores cuando afirmaba: “¡Qué restauración ha sido idéntica a la obra! He aquí una deducción absolutamente exacta,-uno de los grandes principios que entrarían a formar la ciencia histórica. Dicho se ha ya, en enérgica síntesis: “Era hermoso que las reacciones respeten siempre la mayor parte de la obra de las Revoluciones“ En igual sentido debemos respetar el pensamiento martiano. Sin tratar de etiquetarlo, la autora considera que el apóstol de nuestra independencia era un hombre universal, como universal era su pensamiento. Tal hombre no podía estar ajeno a los últimos avances de las ciencias filosóficas. Cómo humanista que era, vio al hombre en el centro de su atención y dedicó a en su pensamiento, alos problemas humanos, especial atención. El materialismo y la dialéctica, como se ha mostrado en el epígrafe anterior, no estaban ausentes de sus análisis, aunque poco se ha hablado sobre ello. Generalmente los comentarios al respecto han sido tomados con prejuicios escépticos. Como se pudo mostrar para él los materialista aportaban a la concepción generalizada de la espiritualidad humana hasta el momento, su sujeción a leyes, e identificaba los factores subjetivos con la espiritualidad del hombre. Considera que las leyes que rigen la espiritualidad eran aceleradas o detenidas por circunstancias que él llamaba “rodeantes” y que ahora se denominan modo de vida. Generalmente los marxistas cubanos han colocado a Martí entre los idealista objetivos, temerosos de hacer una rotunda afirmación al respecto que los comprometa, al referirse al Martí de su etapa de formación. La autora uno quiere ser absoluta al respecto, conformándose con un llamado a la reflexión del hombre que piensa. Conclusiones: Era el modo de vida para Martí las circunstancias aquella en que el hombre se desenvolvía y que en ocasiones podían hasta llegar a determinar su accionar, al cual no lo consideraba subordinado. Concedía a la educación y no la herencia el papel fundamental, pero no desconocía el papel de la primera. Al respecto se preguntaba “¿Cómo hemos de llegar al conocimiento de la humanidad futura y probable sin el conocimiento exacto de la humanidad presente y la pasada?”, reconociendo la lógica de la evolución humana y colocando a la historia y la posteridad en el análisis social, en su justo lugar. Utiliza los conceptos materialistas del prexistir para aseverar la necesidad de considerar el postexistir, apreciando la capacidad interrelación dialéctica entre la historia y el desarrollo y el papel que juegan los factores subjetivos en la misma, oponiéndose a las interpretaciones dogmáticas del materialismo que hizo el socialismo real. Estas apreciaciones se encuentra en correspondencia con los propósitos de su mística vida, dedicada a la patria. Bibliografía: 1. Abbagnano, Nicolás. Historia de la Filosofía. Editorial Félix Varela. La Habana, 2004. 2. Zachairie, Blanche. El Martí que yo conocí. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1980. 3. Griñán Peralta, Leonardo. Psicografía de José Martí. Editorial Oriente, Santiago de Cuba. 2002. 4. Martí Pérez, José. O.C. Tomos 15, 21, 25. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963. 5. Ramón Pita, Julio. Ediciones Vitral, La Habana, 2003. 6. Sarabia Nydia. Glosas Martianas. Editorial Pablo de la Torriente, Santiago de Cuba, 2002.

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