viernes, 20 de marzo de 2015


Jacques el fatalista de Denis Diderot. La intención del autor.

 

Autora: MsC. Elizabeth Azopardo Núñez.

 

Introducción:

Aristóteles escribió un Peri hermeneias que, como parte del Organon, versaba sobre el análisis de los juicios y las proposiciones. Se trataba de un análisis del discurso, pues según su opinión sólo desde el interior del mismo la realidad se nos manifiesta[1]. Por este motivo, la hermenéutica se constituyó fundamentalmente en un arte (techné) de la interpretación dirigida.

 

En el Renacimiento y la Reforma Protestante, se utilizó para al esclarecimiento de los textos sagrados, dando lugar a la exégesis bíblica, uno de cuyos principales investigadores fue Mattias Flacius[2]. En esta misma época, como consecuencia del Humanismo, la hermenéutica se aplicó a la literatura clásica grecolatina, configurándose como una disciplina de carácter filológico y después, desde el ámbito de la jurisprudencia, se ocupó de la interpretación de los textos legales y de su correcta aplicación[3].

 

El enciclopedista francés Denis Diderot (1713-1784), reconocido ensayista y filósofo, fue también un original y talentoso escritor y al morir dejó una serie de obras inéditas, cuyos manuscritos él mismo había hecho circular entre sus amigos. Entre esas obras se encontraba la novela Jacques el fatalista, un relato que se imprimiría, y con gran éxito, en 1796.  José Saramago[4] considera este libro como "la primera novela absolutamente moderna"; y a su sugerencia la sucursal argentina de Alfaguara inicia su colección de Clásicos modernos con Jacques el fatalista (2004) en traducción de Félix de Azúa[5].


No obstante, la hermenéutica contemporánea más que un movimiento definido es una "atmósfera" general que empapa grandes y variados ámbitos del pensamiento, calando en autores tan heterogéneos como Michel Foucault, Jacques Derrida, Jürgen Habermas, Otto Apel y Richard Rorty.

 

Como se puede apreciar, tanto la hermenéutica como la obra de Diderot se colocaron, con el decurso del tiempo, en el centro de la modernidad; a la vez, actualmente el análisis del discurso es uno de los fundamentos de la concepción postmoderna y de ahí deviene, entre otras causas, la importancia y actualidad del tema seleccionado. Nuestro objetivo dentro del mismo es analizar la intensión del autor, a través de un análisis hermenéutico, de las páginas 99 a la 143 de la obra “Jacques el fatalita”.

 

El trabajo consta de dos epígrafes. En el primero, se hace alusión a los principios generales de la hermenéutica y en el segundo, un análisis de la obra Jacques el fatalista y de la intensión del autor con esta obra.

 

 

Desarrollo:

 

  1. Características generales de la hermenéutica.

 

Surgida desde la antigüedad clásica y retomada durante el renacimiento como una de las bases del humanismo, durante el siglo XIX romántico, la hermenéutica se constituyó en una disciplina autónoma, configurándose con Schleiermacher[6], en una teoría general de la interpretación, dedicada a la correcta interpretación de un autor y su obra textual. Años más tarde, Wilhelm Dilthey [7](1833-1911) amplió su ámbito a todas las "ciencias del espíritu".


Los teóricos de la hermenéutica del siglo XIX, como los antes mencionados, entendían la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica, es decir, de reconstrucción, por parte del lector, de la intención original del autor. En este sentido, el texto es la expresión de los sentimientos del que escribe y los intérpretes deben intentar ponerse en el lugar del autor para revivir el acto creador

 

Actualmente la hermenéutica está íntimamente vinculada con aquella corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de Husserl[8] y en el vitalismo nietzscheano[9], surge a mediados del siglo XX. Sus máximos exponentes adoptan una determinada posición en torno al problema de la verdad y del ser, siendo la primera definida como fruto de una interpretación, y el ser (mundo y hombre) como una gran obra textual inconclusa que se comporta de manera análoga a como lo hace el lenguaje escrito.

 

Para Heidegger la hermenéutica es una ontología[10], no un método ni una gnoseología.  Para él “El Dasein”, como parte del ser, es aquel que se pregunta sobre el ser, pero no lo crea ni lo constituye ni apenas puede describirlo. Esta postura es claramente contraria al subjetivismo propio de la filosofía moderna. Lo esencial es el ser, no el hombre. El ser y el tiempo plantea el problema del sentido del ser en su relación con el tiempo. Al encontrarse “temporalizado”, el ser deviene en el famoso Dasein (ser-ahí). Este “ser de la presencia” es justamente el que experimenta el ser.[11]

 

Para Paul Ricoeur la hermenéutica es una "filosofía reflexiva" que ha de dar cuenta del conflicto entre las diferentes interpretaciones de los símbolos del lenguaje. Así su posición está enraizada a la filosofía de Nietzsche, quién exigía la tarea de desenmascarar las fábulas ilusorias y falsos valores de la conciencia. Para Ricoeur la hermenéutica supone el esclarecimiento de la verdadera "intención" y del "interés" que subyace bajo toda "comprensión" de la realidad, quehacer que se halla presente en la teoría y el método psicoanalítico (desenmascaramiento de los deseos y pulsiones ocultos en el inconsciente) e incluso en las teorías marxistas sobre la ideología. Frente a esta tarea, Ricoeur reclama también una hermenéutica dedicada a restaurar el verdadero sentido que contienen los símbolos, búsqueda que explicaría el progreso de la conciencia[12].

 

Características generales[13]:

 

1.      Lingüisticidad del ser.


La hermenéutica aplica el modelo interpretativo de los textos al ámbito ontológico. La realidad no es más que un conjunto heredado de textos, relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, monumentos e instituciones heredados, que fundamentan nuestro conocimiento de lo que es el mundo y el hombre.

2. El ser es temporal e histórico.


El mundo no puede ser pensado como algo fijo o estático, sino como continuamente fluyente. La realidad siempre remite a un proceso, a un desarrollo en el tiempo (historia), a un proyecto que nos ha sido transmitido (tradición) y que nosotros retomamos.


3. Precomprensión y "círculo hermenéutico".


El hecho de que no sólo los objetos de conocimiento sean históricos, sino también el hombre mismo lo sea, nos impide valorar "neutralmente" la realidad.
El hombre está arrojado a un mundo que le surte de una cultura y un lenguaje determinados, los cuales delimitan y manipulan su conocimiento de la realidad.

Esto significa que cualquier pregunta prevé su respuesta y presagiamos o anticipamos de antemano aquello que queremos conocer, por lo que se crea cierta circularidad en la comprensión denominada "círculo hermenéutico.

 

4. Imposibilidad de un conocimiento exhaustivo y totalitario de la realidad

Dado que el ser es lenguaje y es tiempo; así como, que el hombre como ser-en-el-mundo está inmerso en el ser del cual pretende dar cuenta, se hace imposible un conocimiento totalitario, objetivo y sistemático del mundo.

 

Como se puede observar en este epígrafe, la hermenéutica ha devenido recientemente de teoría general de la interpretación, dedicada a delinear la intensión un autor y su obra textual, a corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología y el existencialismo, adoptan una determinada posición en torno al problema de la verdad y del ser. No obstante, la hermenéutica contemporánea más que un movimiento definido es una "atmósfera" general que empapa grandes y variados ámbitos del pensamiento, inmerso en el concepto de postmodernidad.

 

2.      Jacques el fatalista como situación comunicativa. La intensión del autor

 

Jacques el fatalista posee un discurso complejo pero sumamente interesante: pone en juego varias historias dentro de la historia y cada una de las cuales posee una relativa autonomía sintáctica. Todas ellas se insertan en un universo adonde existen las paradojas (sobre todo en las reflexiones de Jacques), el humor, la ironía, la crítica, la filosofía de la vida cotidiana y la filosofía universal. Jacques, por ejemplo, cree que el hombre no puede escapar del destino que le tienen preparado los dioses. De ahí su carácter "fatalista".

El amo desea que Jacques le cuente la historia de sus amores, historia que éste inicia pero que se ve interrumpida constantemente por varios factores: a veces se encuentran a otras personas y entablan conversación o se detienen en un albergue, otras veces de la conversación mana otra historia y de ésta otra y otra, además de un ir y venir en el tiempo de una historia a otra, ello hace que en ocasiones una historia se deje suspendida para continuarse más adelante, lo que pone de manifiesto la atemporalidad del relato.

Muchas de estas historias son paralelas, otras convergen y otras están subordinadas, pero todas magistralmente articuladas por un notable escritor. Porque el discurso narrativo además de contarnos una historia, nos ofrece una situación comunicativa, una historia adonde la situación narrativa da sostén a esa historia.

La intensión del autor en una obra cualquiera puede ser explícita, implícita o ficcionalizada[14]. Explícita, cuando "el autor habla en su propio nombre, en tanto creador de un universo de ficción que reflexiona acerca del mismo" (las dedicatorias, los prólogos, las notas al texto, etc.). Implícita, se considera "el conjunto de rasgos de la escritura, presentes en la configuración general de todos los textos: las elecciones estilísticas, el destino de los personajes, la disposición gráfica, las convenciones de género, en fin, todo aquello que dé cuenta de las estrategias de composición de la obra constituyen al autor implícito" y ficcionalizada - justamente la que hallamos en Jacques el fatalista.

 

En esta representación, el autor se introducirse en el universo por él creado a condición de asumir el mismo estatuto de existencia que los demás entes que pueblan ese universo. Así, puede "ficcionalizarse" como narrador, como personaje, o como narratario[15]. Al asumir alguno de estos papeles podrá realizar las acciones propias de cada entidad ficcional: narrar (si se presenta como narrador), dialogar con los demás personajes y efectuar otras acciones propias de su papel en tanto personaje-autor (si se ficcionaliza como personaje), o escuchar la historia que un narrador cuenta (si se presenta como narratario):

Estas tres modalidades en las que se manifiesta el autor en la obra se aplican también, de forma análoga, a la figura del lector. En Jacques el fatalista hay varias apelaciones, por parte del autor ficcionalizado (que siempre tiene un estado de privilegio), a la presencia del lector.

 

Me parece importante destacar, que el personaje-autor llega a un extremo sorprendente de hacerse obvio: o se pone a platicar con su destinatario, el lector ficcionalizado, o lo llama o lo interrumpe o discute con él. Y, al mismo tiempo, el lector interviene y hasta lo corrige.


Como se puede apreciar en Jacques el fatalista la situación narrativa, o sea, cuando los protagonistas son el narrador y el narratario, se combina con el diálogo autor y lector. La novela se configura con historias que poseen diferentes situaciones comunicativas. Cuando esto sucede, cambia el sujeto de la enunciación del relato primero, pues el narrador-autor cede la palabra a un personaje y éste, entonces, se convierte en narrador de su propia historia. Esta característica convierte la obra en una situación comunicativa.

La intención del autor, como se aprecia en el apartado estudiado,  estaba ligada a sus cuestionamientos a todo lo que en su tiempo se consideraba como culturalmente correcto, desde la religión hasta la verosimilitud narrativa, ya sea de las tramas, los caracteres o el propio lenguaje.  A pesar de se ésta una obra esencialmente moderna, entra por esta característica en el aparataje conceptual de lo postmoderno.

Por ejemplo, en el segmento estudiando, el autor pone en boca de sus personajes la crítica a la censura imperante en la época cuando el propio Jacques narra que el creció con un bozal y de ahí desarrolló sus infinitas ganas de charlar.

“Jacques: Sí, con un bozal; y a ese maldito bozal debo esa furia mía de hablar” Pág 106

O cuando utiliza la fábula del cuchillo y la vaina para hacer la reflexión filosófica sobre la constante mutación o movimiento que sufre tanto el ser como el pensar. Por ejemplo:

 “Vos vaina y vos cuchillo hiciste bien cambiando, porque cambiar os gustaba; pero os equivocaste cuando prometiste que no cambiarías” Pág. 106

O cuando afirma:

El primer juramento que se lo hicieron dos seres de carne y hueso se celebró al pie de una roca que se deshacía en polvo” Pág. 105

La crítica religiosa se pone de manifiesto en por boca de Jacques refriéndose a su abuelo: “…Había días que le acometía la tentación de no creer en la Biblia…” “…A causa de las repeticiones, que consideraba una verborrea indigna del Espíritu Santo. Decía que los repetidores son tontos y toman por tontos a quienes los escuchan” pág. 107

Sobre estos temas discuten acaloradamente Jacques y su amo, remitiendo a otra de esas posibilidades narrativas prematuramente abandonada: la de la "novela-diálogo," a la que pertenecería el propio Quijote con sus extensas conversaciones entre amo y siervo, mientras que los personajes interactúan entre sí, como también lo hacen el narrador y el narratario y el actor y el lector..

Veamos algunos ejemplos:

a) Charla de los personajes entre sí:


-¿Es verdad, amigo mío?

-Nada es más cierto; y no nos queda salvo felicitarnos recíprocamente por haber perdido, al mismo tiempo el sentimiento frágil y engañosos que nos unía.” Pág 103

 

b)     Habla el narrador al lector:

 

“Y voz, lector, hablad sin tapujos; pues ya veis que estamos en plan de franqueza; ¿queréis que dejemos a esa elegante y prolija charlatana que es la posadera, y reanudemos los amores de Jacques? A mi me da igual tanto una cosa como otra…” Pág 105

“Lector, casi me dan ganas de exigirlos el mismo juramento…” Pág 108


c) Dice el narrador al narratario:

 

“El primer juramento que se hicieron dos seres de carne y hueso se celebró al pié de una roca que se deshacía en polvo… Yo no sé de quién son estas reflexiones, si de Jacques, de su amo o mías” Pág 105

 

Como se puede apreciar en este epígrafe  la modernidad y vigencia de Jacques el fatalista resultan sorprendentes. Hay momentos en los que el narrador despliega, en pocas palabras, todo un abanico de divertidas posibilidades, algunas bastante imaginativas, para el desarrollo de su historia. En otros critica los excesos del psicologismo y el realismo a ultranza en la novela; excesos que hoy relacionamos más que nada con la literatura del siglo XIX. A ello hay que sumar juegos temporales, cambios de narradores y una serie de detalles sumamente actuales.

 

Conclusiones:

 

Jacques el fatalista es, sin lugar a dudas, un verdadero clásico moderno. La intensión de Diderot como filósofo y artista es hacer una descripción y crítica de la sociedad en que vive.

 

Como Ilustrado que fue reflejó en su obra la fe constante en el poder de la razón humana. La época sufrió el impacto intelectual causado por la exposición de la teoría de la gravitación universal de Isaac Newton y llegó a la conclusión de que si la humanidad podía resolver las leyes del Universo, las propias leyes de Dios, el camino estaba abierto para descubrir también las leyes que subyacen al conjunto de la naturaleza y la sociedad. Se llegó a asumir que mediante un uso juicioso de la razón, un progreso ilimitado sería posible —progreso en conocimientos, en logros técnicos y sus consecuencias también en valores morales.

 

De acuerdo con esta filosofía, los autores del siglo XVIII creían que el conocimiento no es innato, sino que procede sólo de la experiencia y la observación guiadas por la razón. A través de una educación apropiada, la humanidad podía ser modificada, cambiada su naturaleza para mejorar.

 

Didrot, igual que el resto de esta generación, otorgó un gran valor al descubrimiento de la verdad a través de la observación de la naturaleza, más que mediante el estudio de las fuentes autorizadas, veían a la Iglesia —especialmente la Iglesia católica— como la principal fuerza que había esclavizado la inteligencia humana en el pasado, creía que las aspiraciones humanas no deberían centrarse en la próxima vida, sino más bien en los medios para mejorar las condiciones de la existencia terrena. La felicidad mundana, por lo tanto, fue antepuesta a la salvación religiosa. Nada se atacó con más intensidad y energía que la doctrina de la Iglesia y la moral que ella inculcaba, con toda su historia, riqueza, poder político y supresión del libre ejercicio de la razón.

 

Bibliografía

 

Diderot. Jacques el fatalista (A4lfaguara, 2004). En: http/agreda.blogspot.com/search/label/Narrativa


Diderot, Denis. Jacques el fatalista. Instituto Cubano del Libro. La Habana 2002.

Favoritos, Jacques el fatalista de Denis Diderot. En: www.fnac.es

Heidegger, Martin. El ser y el tiempo. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., 1984.

 


Jacques el Fatalista. En: http://apostillasnotas.blogspot.com/2006/06/jacques-el-fatalista-diderot.html
Rodríguez Adrados, Francisco. Lingüística estructural. 2 vols. Madrid: Editorial Gredos, 1969.




 

 



[1] Los requisitos para la demostración científica, recogidos al principio en el Organon de Aristóteles eran tan estrictos que el propio autor, rara vez fue capaz de aplicarlos en detalle más allá del campo de las matemáticas.
 
[2] Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y razón, los escolásticos intentaron determinar el ámbito preciso y las competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros escolásticos, como el teólogo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron convencidos de que la razón podía probar algunas doctrinas procedentes de la revelación divina. Más tarde, en el momento de esplendor de la escolástica, el también italiano santo Tomás de Aquino estableció un equilibrio entre razón y revelación. Sin embargo, los escolásticos posteriores a santo Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Juan Duns Escoto, limitaron cada vez más el campo de las verdades capaces de ser probadas a través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía, tenían que ser aceptadas sobre la base única de la fe.
 
[4] José Saramago (1922- ), novelista, poeta, autor de teatro y periodista portugués, premio Nobel de Literatura, es uno de los escritores más conocidos y apreciados en el mundo.
 
[5] Favoritos, Jacques el fatalista de Denis Diderot. En: www.fnac.es
 
[6] Friedrich Ernst Daniel Schleiermacher (1768-1834), teólogo alemán. Nacido en la actual ciudad polaca (entonces prusiana) de Wrocław, hijo de un pastor protestante, estudió bajo la férula de los Hermanos Moravos.
 
[7] Wilhelm Dilthey (1833-1911), filósofo de la historia y la cultura alemán, cuyas teorías han influido de forma notable en teología y sociología
 
[8] Edmund Husserl (1859-1938), filósofo alemán, iniciador del movimiento filosófico denominado fenomenología y una de las figuras más significativas de la filosofía occidental contemporánea.
 
[9] Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo, poeta y filólogo alemán, cuyo pensamiento está considerado como uno de los más radicales, ricos y sugerentes del siglo XX.
 
[10] Analiza los tipos fundamentales de entidades que componen el Universo y que está relacionada con el plano físico de la experiencia humana.
[11] Heidegger, Martin. El ser y el tiempo. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., 1984.
[12] Rodríguez Adrados, Francisco. Lingüística estructural. 2 vols. Madrid: Editorial Gredos, 1969.
[13]Hermenéutica. En http://www.cibernous.com/glosario/alaz/hermeneutica.html
 
[14] Filinich, María Isabel La voz y la mirada. Madrid: Editorial Gredos, 1970
[15] El narratario es el contrario del narrador, el que ocupa el lugar del "otro", aquel a quien se orienta el discurso y que no es precisamente el lector.

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