Jacques
el fatalista de Denis Diderot. La intención del autor.
Autora: MsC. Elizabeth Azopardo
Núñez.
Introducción:
Aristóteles escribió un Peri hermeneias que,
como parte del Organon,
versaba sobre el análisis de los juicios y las proposiciones. Se trataba de un
análisis del discurso, pues según su opinión sólo desde el interior del mismo
la realidad se nos manifiesta[1]. Por
este motivo, la hermenéutica se constituyó fundamentalmente en un arte (techné)
de la interpretación dirigida.
En el Renacimiento y la Reforma Protestante ,
se utilizó para al esclarecimiento de los textos sagrados, dando lugar a la
exégesis bíblica, uno de cuyos principales investigadores fue Mattias Flacius[2].
En esta misma época, como consecuencia del Humanismo, la hermenéutica se aplicó
a la literatura clásica grecolatina, configurándose como una disciplina de
carácter filológico y después, desde el ámbito de la jurisprudencia, se ocupó
de la interpretación de los textos legales y de su correcta aplicación[3].
El enciclopedista francés Denis Diderot (1713-1784),
reconocido ensayista y filósofo, fue también un original y talentoso escritor y
al morir dejó una serie de obras inéditas, cuyos manuscritos él mismo había
hecho circular entre sus amigos. Entre esas obras se encontraba la novela Jacques el fatalista, un relato que se
imprimiría, y con gran éxito, en 1796. José
Saramago[4]
considera este libro como "la primera novela absolutamente moderna";
y a su sugerencia la sucursal argentina de Alfaguara inicia su colección de
Clásicos modernos con Jacques el fatalista
(2004) en traducción de Félix de Azúa[5].
No obstante, la hermenéutica contemporánea más que un movimiento definido es una "atmósfera" general que empapa grandes y variados ámbitos del pensamiento, calando en autores tan heterogéneos como Michel Foucault, Jacques Derrida, Jürgen Habermas, Otto Apel y Richard Rorty.
Como se puede apreciar, tanto la hermenéutica como la
obra de Diderot se colocaron, con el decurso del tiempo, en el centro de la
modernidad; a la vez, actualmente el análisis del discurso es uno de los
fundamentos de la concepción postmoderna y de ahí deviene, entre otras causas,
la importancia y actualidad del tema seleccionado. Nuestro objetivo dentro del
mismo es analizar la intensión del autor, a través de un análisis hermenéutico,
de las páginas 99 a
la 143 de la obra “Jacques el fatalita”.
El trabajo consta de dos epígrafes. En el primero, se
hace alusión a los principios generales de la hermenéutica y en el segundo, un
análisis de la obra Jacques el fatalista y de la intensión del autor con esta
obra.
Desarrollo:
- Características generales de la hermenéutica.
Surgida desde la antigüedad clásica y retomada
durante el renacimiento como una de las bases del humanismo, durante el siglo
XIX romántico, la hermenéutica se constituyó en una disciplina autónoma,
configurándose con Schleiermacher[6], en
una teoría general de la interpretación, dedicada a la correcta interpretación
de un autor y su obra textual. Años más tarde, Wilhelm Dilthey [7](1833-1911)
amplió su ámbito a todas las "ciencias del espíritu".
Los teóricos de la hermenéutica del siglo XIX, como los antes mencionados, entendían la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica, es decir, de reconstrucción, por parte del lector, de la intención original del autor. En este sentido, el texto es la expresión de los sentimientos del que escribe y los intérpretes deben intentar ponerse en el lugar del autor para revivir el acto creador
Actualmente la hermenéutica está íntimamente
vinculada con aquella corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la
fenomenología de Husserl[8] y en
el vitalismo nietzscheano[9],
surge a mediados del siglo XX. Sus máximos exponentes adoptan una determinada
posición en torno al problema de la verdad y del ser, siendo la primera
definida como fruto de una interpretación, y el ser (mundo y hombre) como una
gran obra textual inconclusa que se comporta de manera análoga a como lo hace
el lenguaje escrito.
Para Heidegger la hermenéutica es una ontología[10], no
un método ni una gnoseología. Para él “El
Dasein”, como parte del ser, es aquel que se pregunta sobre el ser, pero no lo
crea ni lo constituye ni apenas puede describirlo. Esta postura es claramente
contraria al subjetivismo propio de la filosofía moderna. Lo esencial es el
ser, no el hombre. El ser y el tiempo plantea el problema del sentido
del ser en su relación con el tiempo. Al encontrarse “temporalizado”, el ser
deviene en el famoso Dasein (ser-ahí). Este “ser de la presencia” es
justamente el que experimenta el ser.[11]
Para Paul
Ricoeur la hermenéutica es una "filosofía reflexiva" que ha de
dar cuenta del conflicto entre las diferentes interpretaciones de los símbolos
del lenguaje. Así su posición está enraizada a la filosofía de Nietzsche, quién
exigía la tarea de desenmascarar las fábulas ilusorias y falsos valores de la
conciencia. Para Ricoeur la hermenéutica supone el esclarecimiento de la
verdadera "intención" y del "interés" que subyace bajo toda
"comprensión" de la realidad, quehacer que se halla presente en la
teoría y el método psicoanalítico (desenmascaramiento de los deseos y pulsiones
ocultos en el inconsciente) e incluso en las teorías marxistas sobre la
ideología. Frente a esta tarea, Ricoeur
reclama también una hermenéutica dedicada a restaurar el verdadero sentido que
contienen los símbolos, búsqueda que explicaría el progreso de la conciencia[12].
Características
generales[13]:
1.
Lingüisticidad
del ser.
La hermenéutica aplica el modelo interpretativo de los textos al ámbito ontológico. La realidad no es más que un conjunto heredado de textos, relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, monumentos e instituciones heredados, que fundamentan nuestro conocimiento de lo que es el mundo y el hombre.
2. El ser es temporal e histórico.
El mundo no puede ser pensado como algo fijo o estático, sino como continuamente fluyente. La realidad siempre remite a un proceso, a un desarrollo en el tiempo (historia), a un proyecto que nos ha sido transmitido (tradición) y que nosotros retomamos.
3. Precomprensión y "círculo hermenéutico".
El hecho de que no sólo los objetos de conocimiento sean históricos, sino también el hombre mismo lo sea, nos impide valorar "neutralmente" la realidad.
El hombre está arrojado a un mundo que le surte de una cultura y un lenguaje determinados, los cuales delimitan y manipulan su conocimiento de la realidad.
Esto significa que cualquier pregunta prevé su respuesta y presagiamos o anticipamos de antemano aquello que queremos conocer, por lo que se crea cierta circularidad en la comprensión denominada "círculo hermenéutico.
4. Imposibilidad de un conocimiento
exhaustivo y totalitario de la realidad
Dado que el ser es lenguaje y es tiempo; así como, que el hombre como ser-en-el-mundo está inmerso en el ser del cual pretende dar cuenta, se hace imposible un conocimiento totalitario, objetivo y sistemático del mundo.
Dado que el ser es lenguaje y es tiempo; así como, que el hombre como ser-en-el-mundo está inmerso en el ser del cual pretende dar cuenta, se hace imposible un conocimiento totalitario, objetivo y sistemático del mundo.
Como se puede observar en este epígrafe,
la hermenéutica ha devenido recientemente de teoría general de la
interpretación, dedicada a delinear la intensión un autor y su obra textual, a
corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología y el
existencialismo, adoptan una determinada posición en torno al problema de la
verdad y del ser. No obstante, la hermenéutica contemporánea más que un
movimiento definido es una "atmósfera" general que empapa grandes y
variados ámbitos del pensamiento, inmerso en el concepto de postmodernidad.
2.
Jacques el fatalista como situación
comunicativa. La intensión del autor
Jacques el fatalista posee un discurso complejo pero sumamente
interesante: pone en juego varias historias dentro de la historia y cada una de
las cuales posee una relativa autonomía sintáctica. Todas ellas se insertan en
un universo adonde existen las paradojas (sobre todo en las reflexiones de
Jacques), el humor, la ironía, la crítica, la filosofía de la vida cotidiana y
la filosofía universal. Jacques, por
ejemplo, cree que el hombre no puede escapar del destino que le tienen
preparado los dioses. De ahí su carácter "fatalista".
El amo desea que Jacques le
cuente la historia de sus amores, historia que éste inicia pero que se ve
interrumpida constantemente por varios factores: a veces se encuentran a otras
personas y entablan conversación o se detienen en un albergue, otras veces de
la conversación mana otra historia y de ésta otra y otra, además de un ir y
venir en el tiempo de una historia a otra, ello hace que en ocasiones una
historia se deje suspendida para continuarse más adelante, lo que pone de
manifiesto la atemporalidad del relato.
Muchas de estas historias son
paralelas, otras convergen y otras están subordinadas, pero todas magistralmente articuladas
por un notable escritor. Porque el discurso narrativo además de contarnos una
historia, nos ofrece una situación comunicativa, una historia adonde la situación
narrativa da sostén a esa historia.
La intensión del autor en una obra cualquiera
puede ser explícita, implícita o ficcionalizada[14].
Explícita, cuando "el
autor habla en su propio nombre, en tanto creador de un universo de ficción que
reflexiona acerca del mismo" (las dedicatorias, los prólogos, las notas al
texto, etc.). Implícita, se
considera "el conjunto de rasgos de la escritura, presentes en la
configuración general de todos los textos: las elecciones estilísticas, el
destino de los personajes, la disposición gráfica, las convenciones de género,
en fin, todo aquello que dé cuenta de las estrategias de composición de la obra
constituyen al autor implícito" y ficcionalizada
- justamente la que hallamos en Jacques el
fatalista.
En esta representación, el
autor se introducirse en el universo por él creado a condición de asumir el
mismo estatuto de existencia que los demás entes que pueblan ese universo. Así,
puede "ficcionalizarse" como narrador, como personaje, o como
narratario[15]. Al asumir alguno de
estos papeles podrá realizar las acciones propias de cada entidad ficcional:
narrar (si se presenta como narrador), dialogar con los demás personajes y
efectuar otras acciones propias de su papel en tanto personaje-autor (si se
ficcionaliza como personaje), o escuchar la historia que un narrador cuenta (si
se presenta como narratario):
Estas tres modalidades en las que se
manifiesta el autor en la obra se aplican también, de forma análoga, a la
figura del lector. En Jacques el fatalista
hay varias apelaciones, por parte del autor ficcionalizado (que siempre tiene
un estado de privilegio), a la presencia del lector.
Me parece importante destacar, que el
personaje-autor llega a un extremo sorprendente de hacerse obvio: o se pone a
platicar con su destinatario, el lector ficcionalizado, o lo llama o lo
interrumpe o discute con él. Y, al mismo tiempo, el lector interviene y hasta
lo corrige.
Como se puede apreciar en Jacques el fatalista la situación narrativa, o sea, cuando los protagonistas son el narrador y el narratario, se combina con el diálogo autor y lector. La novela se configura con historias que poseen diferentes situaciones comunicativas. Cuando esto sucede, cambia el sujeto de la enunciación del relato primero, pues el narrador-autor cede la palabra a un personaje y éste, entonces, se convierte en narrador de su propia historia. Esta característica convierte la obra en una situación comunicativa.
La
intención del autor, como se aprecia en el apartado estudiado, estaba ligada a sus cuestionamientos a todo
lo que en su tiempo se consideraba como culturalmente correcto, desde la
religión hasta la verosimilitud narrativa, ya sea de las tramas, los caracteres
o el propio lenguaje. A pesar de se ésta
una obra esencialmente moderna, entra por esta característica en el aparataje
conceptual de lo postmoderno.
Por
ejemplo, en el segmento estudiando, el autor pone en boca de sus personajes la
crítica a la censura imperante en la época cuando el propio Jacques narra que
el creció con un bozal y de ahí desarrolló sus infinitas ganas de charlar.
“Jacques:
Sí, con un bozal; y a ese maldito bozal debo esa furia mía de hablar” Pág 106
O
cuando utiliza la fábula del cuchillo y la vaina para hacer la reflexión
filosófica sobre la constante mutación o movimiento que sufre tanto el ser como
el pensar. Por ejemplo:
“Vos vaina y vos cuchillo hiciste bien
cambiando, porque cambiar os gustaba; pero os equivocaste cuando prometiste que
no cambiarías” Pág. 106
O
cuando afirma:
El
primer juramento que se lo hicieron dos seres de carne y hueso se celebró al
pie de una roca que se deshacía en polvo”
Pág. 105
La
crítica religiosa se pone de manifiesto en por boca de Jacques refriéndose a su
abuelo: “…Había días que le acometía la tentación de no creer en la Biblia …” “…A causa de las
repeticiones, que consideraba una verborrea indigna del Espíritu Santo. Decía
que los repetidores son tontos y toman por tontos a quienes los escuchan” pág.
107
Sobre estos temas discuten acaloradamente Jacques y su amo,
remitiendo a otra de esas posibilidades narrativas prematuramente abandonada:
la de la "novela-diálogo," a la que pertenecería el propio Quijote
con sus extensas conversaciones entre amo y siervo, mientras que los personajes
interactúan entre sí, como también lo hacen el narrador y el narratario y el
actor y el lector..
Veamos algunos ejemplos:
a) Charla de los personajes entre sí:
-¿Es verdad, amigo mío?
-Nada es más cierto; y no nos queda
salvo felicitarnos recíprocamente por haber perdido, al mismo tiempo el
sentimiento frágil y engañosos que nos unía.” Pág 103
b)
Habla el narrador al lector:
“Y voz, lector, hablad sin tapujos;
pues ya veis que estamos en plan de franqueza; ¿queréis que dejemos a esa elegante
y prolija charlatana que es la posadera, y reanudemos los amores de Jacques? A
mi me da igual tanto una cosa como otra…” Pág 105
“Lector, casi me dan ganas de exigirlos
el mismo juramento…” Pág 108
c) Dice el narrador al narratario:
“El primer juramento que se hicieron
dos seres de carne y hueso se celebró al pié de una roca que se deshacía en
polvo… Yo no sé de quién son estas reflexiones, si de Jacques, de su amo o
mías” Pág 105
Como se puede apreciar en este
epígrafe la modernidad y vigencia de Jacques el fatalista resultan sorprendentes. Hay
momentos en los que el narrador despliega, en pocas palabras, todo un abanico
de divertidas posibilidades, algunas bastante imaginativas, para el desarrollo
de su historia. En otros critica los excesos del psicologismo y el realismo a
ultranza en la novela; excesos que hoy relacionamos más que nada con la
literatura del siglo XIX. A ello hay que sumar juegos temporales, cambios de
narradores y una serie de detalles sumamente actuales.
Conclusiones:
Jacques el fatalista es, sin lugar a dudas, un
verdadero clásico moderno. La intensión de Diderot como filósofo y artista es
hacer una descripción y crítica de la sociedad en que vive.
Como Ilustrado que fue reflejó en su obra la fe
constante en el poder de la razón humana. La época sufrió el impacto
intelectual causado por la exposición de la teoría de la gravitación universal
de Isaac Newton y llegó a la conclusión de que si la humanidad podía resolver
las leyes del Universo, las propias leyes de Dios, el camino estaba abierto
para descubrir también las leyes que subyacen al conjunto de la naturaleza y la
sociedad. Se llegó a asumir que mediante un uso juicioso de la razón, un
progreso ilimitado sería posible —progreso en conocimientos, en logros técnicos
y sus consecuencias también en valores morales.
De acuerdo con esta filosofía, los autores del siglo
XVIII creían que el conocimiento no es innato, sino que procede sólo de la
experiencia y la observación guiadas por la razón. A través de una educación
apropiada, la humanidad podía ser modificada, cambiada su naturaleza para
mejorar.
Didrot, igual que el resto de esta generación, otorgó
un gran valor al descubrimiento de la verdad a través de la observación de la
naturaleza, más que mediante el estudio de las fuentes autorizadas, veían a la Iglesia —especialmente la Iglesia católica— como la
principal fuerza que había esclavizado la inteligencia humana en el pasado, creía
que las aspiraciones humanas no deberían centrarse en la próxima vida, sino más
bien en los medios para mejorar las condiciones de la existencia terrena. La
felicidad mundana, por lo tanto, fue antepuesta a la salvación religiosa. Nada
se atacó con más intensidad y energía que la doctrina de la Iglesia y la moral que
ella inculcaba, con toda su historia, riqueza, poder político y supresión del
libre ejercicio de la razón.
Bibliografía
Diderot. Jacques
el fatalista (A4lfaguara, 2004). En: http/agreda.blogspot.com/search/label/Narrativa
Aristóteles. En: www.cibernous.con/autores/aristóteles/index.html
Diderot, Denis. Jacques el fatalista. Instituto
Cubano del Libro. La Habana
2002.
Favoritos,
Jacques el fatalista de Denis Diderot. En: www.fnac.es
Heidegger,
Martin. El ser y el tiempo. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica,
2ª ed., 1984.
Hermenéutica. En: http://www.cibernous.com/glosario/alaz/hermeneutica.html
Jacques el Fatalista. En: http://apostillasnotas.blogspot.com/2006/06/jacques-el-fatalista-diderot.html
Rodríguez Adrados, Francisco. Lingüística estructural. 2 vols. Madrid: Editorial Gredos, 1969.
Rodríguez Adrados, Francisco. Lingüística estructural. 2 vols. Madrid: Editorial Gredos, 1969.
[1] Los requisitos para la demostración
científica, recogidos al principio en el Organon de Aristóteles eran tan
estrictos que el propio autor, rara vez fue capaz de aplicarlos en detalle más
allá del campo de las matemáticas.
[2]
Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y
razón, los escolásticos intentaron determinar el ámbito preciso y las
competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros
escolásticos, como el teólogo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y
estuvieron convencidos de que la razón podía probar algunas doctrinas
procedentes de la revelación divina. Más tarde, en el momento de esplendor de
la escolástica, el también italiano santo Tomás de Aquino estableció un
equilibrio entre razón y revelación. Sin embargo, los escolásticos posteriores
a santo Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Juan Duns Escoto,
limitaron cada vez más el campo de las verdades capaces de ser probadas a
través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se
pensaba habían sido probadas por la filosofía, tenían que ser aceptadas sobre
la base única de la fe.
[3] Aristóteles. En: www.cibernous.con/autores/aristóteles/index.html
[4] José
Saramago (1922- ), novelista, poeta, autor de teatro y
periodista portugués, premio Nobel de Literatura, es uno de los escritores más
conocidos y apreciados en el mundo.
[6] Friedrich
Ernst Daniel Schleiermacher (1768-1834), teólogo alemán. Nacido en la
actual ciudad polaca (entonces prusiana) de Wrocław, hijo de un pastor
protestante, estudió bajo la férula de los Hermanos Moravos.
[7] Wilhelm
Dilthey (1833-1911), filósofo de la historia y la cultura alemán, cuyas
teorías han influido de forma notable en teología y sociología
[8] Edmund
Husserl (1859-1938), filósofo alemán, iniciador del movimiento
filosófico denominado fenomenología y una de las figuras más significativas de
la filosofía occidental contemporánea.
[9] Friedrich
Nietzsche (1844-1900), filósofo, poeta y filólogo alemán, cuyo
pensamiento está considerado como uno de los más radicales, ricos y sugerentes
del siglo XX.
[10] Analiza los tipos fundamentales de entidades que
componen el Universo y que está relacionada con el plano físico de la
experiencia humana.
[11] Heidegger, Martin. El ser y el
tiempo. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., 1984.
[12] Rodríguez Adrados, Francisco. Lingüística
estructural. 2 vols. Madrid: Editorial Gredos, 1969.
[13]Hermenéutica. En http://www.cibernous.com/glosario/alaz/hermeneutica.html
[14] Filinich, María Isabel La voz y la mirada. Madrid:
Editorial Gredos, 1970
[15] El narratario es el
contrario del narrador, el que ocupa el lugar del "otro", aquel a
quien se orienta el discurso y que no es precisamente el lector.
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