sábado, 28 de marzo de 2015

Félix Varela y la sociología en Cuba

Autora: MSc. Elizabeth Azopardo Núñez

 
Introducción:

 
Sólo en el año1838, Comte acuñó el término sociología para describir su concepto de una nueva ciencia que descubriría unas leyes para la sociedad parecidas a las de la naturaleza, aplicando los mismos métodos de investigación que las ciencias físicas. Hoy también se consideran fundadores de esta disciplina algunos filósofos sociales del siglo XIX que nunca se consideraron como tal en su tiempo, lo que pone de manifiesto la necesidad de redimensionar también la obra de los antecesores de la sociología cubana.

Para nadie es un secreto que la formación de la sociedad cubana ha estado vinculada a proyectos y estudios realizados por sus más ilustres hijos: estadistas, filósofos, historiadores, pedagogos y políticos del siglo XIX, elaboraron modelos y realizaron trabajos que describían o proyectaban la nación que se formaba. El “Discurso sobre agricultura y comercio”, de Arango y Parreño;  “Máximas Morales y Sociales”, de Félix Varela; La Vagancia en Cuba, de José Antonio Saco; entre otras, son prueba fidedigna de ello.

La Sociología, como ciencia que estudia el desarrollo, la estructura y la función de la sociedad, es tributaria de los fenómenos imbricados en la formación de una  nación; entendida ésta no como simple constitución política, sino como el proceso de integración de fenómenos étnicos, culturales, poblacionales, económicos, políticos, ideológicos, psicológicos y humanos en general, constitutivos de una pueblo idiosincráticamente diferenciado.

El origen de la nacionalidad cubana ha sido objeto de preocupación de especialistas de diferentes ramas. Catedráticos de disímiles posiciones han opinado sobre lo especialmente significativa que es la preocupación de los cubanos por sus orígenes y formación; fenómeno no apreciable en otras naciones. Muchos lo explican a partir del costo que ha tenido que pagar Cuba por su aceptación como tal; otros sólo consideran los orígenes de la nacionalidad, como un fenómeno sociológico digno de analizar. Pero sobre lo que no caben lugar a dudas es que fue el presbítero Félix Varela y Morales, una de las personales más influyentes dentro de proceso originario y evolutivo de  lo cubano como fenómeno social.

Es por ello que el objetivo de este trabajo es analizar el papel jugado por el padre Varela en este profundo y complejo proceso social, especialmente a través del aporte de sus obras fundamentales a los estudios sociológicos.

Desarrollo:

1.     Contexto sociológico de la etapa formativa de Varela.


El Despotismo Ilustrado de Carlos III y Carlos IV, desempeñó una función determinante en la conformación de la estrategia política, económica y social de la clase dominante criolla. La primera generación de pensadores cubanos supo armonizar perfectamente los intereses metropolitanos con sus intereses  de clase. Sin  embargo, la estabilidad insular se vio seriamente afectada a inicios del Siglo XIX por varios factores.  Entre ellos se destacan: el vacío del poder de l808 en la metrópolis, las luchas entre liberales y absolutistas entre l914 y l823, y partir de l833, el ascenso  al poder de España de los primeros. Estos fenómenos provocaron el reajuste de su aparato colonial, que -aunque sólo constituyera un intento de reducir a Cuba a productora de materias primas para una inexistente industria metropolitana- cambió la situación interna y creó las condiciones para el cuestionamiento del Estado colonial como garantía del proyecto social plantacionista.

El surgimiento del pensamiento de Félix Varela en esta época, le suministra  un espectro ideológico capaz de someter a crítica los principios que en este sentido se habían sustentado hasta ese momento. Los problemas que preocupan a La Habana de su nacimiento, estaban relacionados  con la lucha entre las potencias del viejo mundo por el dominio del Caribe, las cuales la hacían centros de conflictos políticos-militares. Organizadas las Milicias Habaneras por O’Reilly, incluidas las de pardos y morenos, el Regimiento de Fijos de La Habana, jugaría en las mismas un importante papel en la defensa de la Florida. Ello explica que la familia de Varela se traslade ésta, recién reconquistada y que él mismo, cuando aún no alcanzaba los 3 años de edad, los acompañara.

Como muro de contención ideológico del agresivo expansionismo anglosajón, también se asentó en esa península un grupo de irlandeses católicos, designados por el Rey  español para organizar la educación y el programa de catequización en la misma.  En San Agustín, Varela va a cursar sus primeros estudios en una escuela con este origen, donde el padre Miguel O’Reilly, de profundas preocupaciones humanistas e iluministas, será el guía de sus primeras concepciones sociales.

Cuando en l80l regresa a La Habana, Varela tenía definida su personalidad, gustos e inquietudes.  Huérfano de padre y madre,  recibe de su abuelo el amor a Cuba, el aprecio de la cultura hispana y la valentía en la defensa de sus ideas; de su tía Rita, la sensibilidad, la devoción y la ternura; del padre Miguel, la unión entre lo católico y lo patriótico, el gusto musical y la inquietud por el conocimiento; y de la Florida, la constatación de la frontera cultural, ideología y humanista entre el modelo cultural y social criollo- hispano y el de los nacientes Estados Unidos. 

Tenía 12 años cumplidos cuando ingresó en el Real y Conciliar Colegio-Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Por la época se iniciaba en La Habana un movimiento político, social y cultural que dejó honda huella y que constituyó importante antecedente del proceso de liberación nacional iniciado en l868.  Propulsor del mismo fue el Obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada. La práctica social y la concepción totalizadora iluminista de este prelado, lo llevaron a intentar la más seria y profunda renovación de la  sociedad  insular y, con ella, encontrar una expresión intelectual de la cultura cubana.  Uno de sus más osados pasos fue apoyarse en los jóvenes.  Félix Varela, estudiante del Seminario de San Carlos, se convirtió en la persona de confianza del Obispo en las empresas más difíciles que se propuso.

Además, aunque Varela se formó en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio bajo la influencia de la reforma de España, tuvo que realizar exámenes en la Universidad de La Habana para obtener su grado menor de Bachiller y, con posterioridad, cursar estudios para alcanzar el grado mayor de  Licenciado.  La formación intelectual y epocal de Varela, lo llevará entonces a un enfrentamiento con la escolástica imperante en el ambiente universitario.  Alumno del  padre José Agustín Caballero, exponente de la primera generación de pensadores, se había formado en la adecuación de los razonamientos escolásticos con las ciencias modernas, rompiendo finalmente con ellos, cuando ya - graduado de Licenciatura en Filosofía, cursado estudios de Teología y defendida las Cátedras de Melchor Cano y Santo Tomás y de Latinidad  en el Colegio Seminario de San Carlos- es designado por el Obispo Espada para ocupar la Cátedra de Filosofía, en éste recinto.

Terminado su período de formación, eran rasgos característicos de la personalidad de Varela, la valoración que hacía de la escolástica y de los muros de contención que ésta imprimía a los estudios sobre la sociedad y la naturaleza; en diversas magnitudes poseía ideas modernas y su pensamiento, por sus fines y objetivos, eran diametralmente opuestos al carácter corporativo del proyecto social de la clase dominante en aquellos momentos.   Al entregársele la Cátedra de Filosofía se ponía en sus manos, aún a los 23 años, el más importante instrumento para el recambio conceptual y teórico que permitiera una expresión intelectual, capaz de comprender desde nuevos cánones el nuevo proyecto social que aspiraba para una cubanidad aún inexistente; así como, para crear el instrumento técnico necesario capaz de materializarla.

2.  Primeros aportes en el campo de los estudios sociológicos.

 Los principios fundamentales de la Constitución Española de l812 recibieron la adhesión ideológica de los hombres del Seminario habanero, entre ellos, del Obispo y del novel profesor de Filosofía; sin embargo, tanto el movimiento constitucional, como el de liberación en América, fueron acogidos en Cuba con reserva y hostilidad por parte de los grupos de poder. Es por eso que el grupo del Seminario va a intervenir desarrollando una intensa actividad ideológica para lograr el enriquecimiento intelectual de éste modelo social, que expresaba -en gran medida- sus ideas en relación con los estudios sociales.

 Desde su Cátedra de Filosofía en l812, el primer trabajo que se conoce de Varela, “Varias Proposiciones para el Ejercicio de los Bisoños” demuestra, por su contenido, que el joven profesor había trascendido por completo la Escolástica. De esta forma adoptaba un nuevo método para el análisis de los fenómenos naturales y sociales que consistía en exponer la idea razonada (DEMOSTRACION), luego el argumento en contra (IMPUGNACION) y por último, esgrimía el argumento en contra de la impugnación (REPLICA).

 Al analizar éste aporte de Varela como sistema en la búsqueda  de la verdad,  es de destacar que él formula abiertamente un rechazo a cualquier otra escuela filosófica no basada en  la razón y la experiencia.  Las bases de su método, al que llamaba ecléctico, dieron inicio a una nueva etapa del pensamiento social en Cuba. En ese año también publicó su libro ”Instituciones Filosóficas Eclécticas”, donde se pone de manifiesto que había transformado sus clases de Lógica en un curso de Teoría del conocimiento; a ello se añade que, para lograr su objetivo educativo, penetró - en busca de los problemas de la conciencia- en el campo de la psicología. En 1813 lo publica en castellano, idioma que ya usaba en sus clases.

 Pero los ojos del profesor de Filosofía no sólo estaban puestos en la necesidad de reformar los sistemas de conocimiento del mundo y la sociedad; sino también, participaba de forma activa en la trasformación de la sociedad misma en que vivía.  En este sentido, se encomendó a Varela la misión de la exhortación con motivo de jurarse la Constitución de l812, en una de las principales iglesias parroquiales de La Habana, la del Santo Cristo del Buen Viaje. El día 25 de julio de l812, además, predicó un sermón con motivo de celebrarse las elecciones por los nuevos Diputados a la Corte.  La propuesta social de este discurso - publicado en el Diario del gobierno de La Habana- se sustentaba en dos principios fundamentales: la verdad y la paz; y tenía por objetivo sembrar entre los que lo escuchaban la idea de un nuevo modelo social, el cual –según su criterio- debía descansar en la virtud de los hombres, en el uso de la razón, en el valor del concepto de Patria y en la búsqueda de los mejores para elaborar las leyes del país.

3. Consolidación del pensamiento sociológico valeriano.

Restablecido el absolutismo en España en l814, se inicia en Europa la tendencia  conservadurista, pero Varela no retrocede en la propulsión del proyecto social que había iniciado.  En l816 publica  un nuevo Elenco, en el cual su concepción filosófica adquiere la dimensión una nueva dimensión teórica. Sin embargo, no se limitó sólo al desarrollo de sus concepciones filosóficas, sino también, al enriquecimiento de su proyecto social.  A su juicio, una estrategia emancipadora para la incipiente sociedad cubana, requería de la conciliación de los intereses de todos los sectores cubanos; idea que se repetirá más tarde en Martí; y en lo fundamental, considera la necesidad de persuadir a los grandes hacendados de que debían tomar partido acerca de la superación de las limitaciones sociales de su tiempo, hasta llegar a una sociedad desarrollada y libre.

El 24 de enero de l817 es admitido en la Sociedad Económica de Amigos del País, Institución que desarrollaba una importante labor en la transformación del proyecto social existente en Cuba y que se encontraba en esa época liderada por el Obispo Espada. De sus trabajos en l8l8 y 18l9 – años de mayor actividad intelectual de Varela – son  conocidos los referidos a la crítica que efectuó, por encargo de la mencionada sociedad, a los Elementos de la Lengua Castellana de Manuel Vázquez de la Cadena, en unión con Justo Vélez, su colega del Seminario.  También en esta época, publica su  obra “Máximas Morales y Sociales”, en la que demuestra  que su intención de influencia se ha trasladado a toda la sociedad.  Esta obra puede considerarse como la primera formulación de una moral práctica para la sociedad cubana.

Las bases teóricas del pensamiento social de Varela estaban en su pensamiento filosófico, al que servía de concreción; ellos fueron el medio con el cual  elaboró su proyecto de la moralidad basada en el sentimiento patriótico. Este tenía como base un grupo de principios tanto morales como sociales. Los dos conceptos básicos de de formulación eran la libertad y la soberanía. En su opinión, todos los hombres deberían tener la misma libertad, pues esta era intrínseca al propio hombre, no obstante, consideraba que los hombres en sociedad – al estar divididos por sus intereses – necesitan ser gobernados por alguien. Por su parte, la soberanía consistía en la renuncia de una parte de la libertad de los hombres a favor de la sociedad.

Mientras tanto, en el Seminario existía una violenta confrontación entre los seguidores de Varela, quiénes traslucían una posición demasiado independiente, liberal y crítica hacia la esclavitud y los defensores del modelo social plantacionista. Es por ello que el momento se hace propicio para cuestionarlo a fondo, atacando a las instituciones que frenaban el desarrollo socioeconómico del país. Varela había demostrado ser el único que poseía en ese momento un proyecto social coherente de alcance nacional, para aglutinar los intereses de todos los habitantes de la Isla.

El régimen constitucional de l820 al 23 ofreció una oportunidad única para, por vías políticas, lograr la eliminación de algunos obstáculos que impedían la formación del proyecto social cubano; permitió además, un ejercicio de esta actividad por los habitantes de la Isla. El diputado Varela, quien piensa como americano y defiende los intereses de América, trata de sentar un principio fundamental: la libertad que tiene cada pueblo a elegir su libertad.

Pero estas condiciones pronto se esfumaron. El día l7 de diciembre de l823, a la edad de 35 años, iniciaría Varela su exilio en New York.  Analizadas las circunstancias desde el allí, se lanza en la búsqueda de la sociedad “perfecta”, ésta es la de independencia  sobre la base de la unidad.  “El Habanero” va a contener la consolidación de la expresión política-social valeriana; sobre todo, la relacionada con los problemas cubanos durante los años l824-l826.
De su correspondencia con La Habana y con el conocimiento de su situación, surge el Plan de publicar “Las Cartas a Elpidio”, una de las obras más importantes de la producción vareliana, escritas desde el destierro en el año 1835. Dirigidas a la juventud cubana, las mismas tenían la misión de valorar la situación social, moral, cultural y política de la Isla; así como, combatir las erróneas creencias que existían sobre el modelo social norteamericano en Cuba. 
Desde los tiempos en que apareció la obra, muchos se interrogaron sobre quién sería el destinatario de las Cartas. Algunos pensaron que estaban dirigidas a Luz; pero el hecho de que se escribiera asiduamente con éste y que Luz hiciera un extenso comentario de la obra, desmiente esta idea. La tesis más aceptable es la de que se trata de un personaje creado por la imaginación de Varela, como un símbolo que reflejase a la juventud cubana. Etimológicamente, Elpidio significa esperanza y, en los comienzos de la obra, Varela escribe, refiriéndose a la juventud: “Diles que ellos son la dulce esperanza de la patria”
Sobre esta obra ejemplar ha dicho Monseñor Carlos Manuel de Céspedes: "Se trata de una obra mayor, de una gran densidad ética, destinada a formar hombres capaces de asumir sus responsabilidades sociales y políticas (….). Eligió como destinatario simbólico a ese Elpidio, nombre propio derivado del griego, elpis, que significa esperanza. Los jóvenes cubanos que, según su juicio, deberían leer el texto, eran su esperanza con relación a Cuba; eran ellos los portadores y los merecedores de dicha esperanza de la Iglesia y de la Patria".[1] 
Algunos historiadores han escrito del éxito que tuvo la obra en La Habana, pero los documentos demuestran el rechazo que la burguesía esclavista y hasta algunos de los antiguos alumnos que pertenecían a esa clase, experimentaron sobre ella. Al respecto aludían a que la obra -utilizando un lenguaje fundamentalmente religioso- pretendía influir, por medio de la moral en la política, en la formación de un “espíritu público”, ponderando las virtudes autóctonas sobre los deslumbrantes resplandores foráneos.
La cuestión era que la obra tenía un claro trasfondo en cuanto al proyecto de la sociedad cubana futura. Varela estaba minando no sólo la mentalidad colonizada y esclavista, sino también la creciente corriente anexionista de los admiradores de lo norteamericano y ello molestaba tanto a los anexionistas como a los colonizadores que, sin respeto alguno por su antiguo maestro, se expresaron desdeñosamente de la obra y del autor. Sólo Luz y Caballero, quien sabía el sentido ideológico de las Cartas y su envergadura política, ideológica, patriótica y antianexionista, las promocionó, pues “se trata de formar hombres de conciencia en lugar de farsantes de sociedad”[2].
En los trabajos filosóficos elaborados entre 1816 y 1820 está la concepción ideológica de Varela y en “Espíritu Público”, de sus Cartas a Elpidio, está el resultado de sus estudios sociológicos sobre la realidad cubana. En éste planteaba: “El pueblo no es tan ignorante como le suponen sus acusadores. Verdad es, que carece de aquel sistema de conocimientos que forman las ciencias, pero no de las bases del saber social; esto es, de las ideas, y sentimientos que se pueden hallar en la gran masa y que propiamente forman la ilustración pública”.[3]
Ese modelo social, tan radical para su época, tuvo en Varela tres ideas clave: la lucha por la independencia nacional, contra la anexión a cualquier país del mundo y por la emancipación del hombre. Éste constituye  su legado social más importante.  Así exponía sus categóricas afirmaciones:
“Una sociedad en que los derechos individuales son respetados, es una sociedad de hombres libres, y esta ¿de quién podrá ser esclava, teniendo en sí una fuerza moral irresistible, por la unidad de opinión y de una fuerza física, no menos formidable, por el denuedo con que cada uno de sus miembros se presta a la defensa de la patria?”[4]
 Corresponde al Presbítero y profesor del Seminario de San Carlos, Félix Varela, ser el exponente del grado de maduración más profundo de la forma en que evolucionó el concepto patria en la conciencia nacional.  Para Varela, la patria era “libertad”. Sin embargo, aunque es el principal exponente de su época y el único que en la primera mitad del siglo XIX contaba con un proyecto social para la naciente nación cubana; no será hasta la segunda mitad del siglo cuando aparecerá el más acabado modelo social cubano en la centuria.
 Corresponde ese honor a José Martí, para quien “patria es humanidad”. Es con él con quién la cubanía alcanza una dimensión latinoamericana y universal. Al respecto afirmaba: “Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia...cae por el bien mayor del hombre, la conformación de la república moral de América”. [5]
Conclusiones:
El surgimiento de un pueblo nuevo a partir de un especial sistema de interrelaciones, desarrolladas éstas en un espacio social y natural particular, muestra un sin número de matices y consideraciones que pueden ser analizadas desde los más disímiles puntos de vista. No obstante, la necesidad de que el método utilizado permita un análisis integrador, tiene un condicionamiento objetivo que no se puede dejar de tener en cuenta.

 Es por ello que en este trabajo se brinda una visión particular del fenómeno a partir de la utilización del método valeriano, que permite el análisis de la cubanía como un proyecto integrador de la sociedad existente en su época; sustentado en pilares como la independencia y la identificación idiosincrática de rasgos y valores culturales distintivos,  lejanos a aquello que se avizoraban como nuestra frontera cultural y social más cercana: los anglosajones del norte. De esta manera, se facilita el estudio del fenómeno social como modelo aglutinador de lo: natural, social, económico, ideológico, espiritual e intelectual, desde un punto de vista muy novedosos para la época.

 Esta nueva dimensión que ha alcanzado la patria sólo puede realizarse en la unidad: ética, estética, ideológica, política, social, económica y física y ello explica el valor del método de análisis sociológico de Varela, el cual permite tal integración.

BIBLIOGRAFIA

Céspedes, Mons, Carlos Manuel.- El Padre Félix Varela.  Su espiritualidad. (Texto multicopiado).

Gay Galbó y Emilio Roig de Leuchsenring. El Habanero, papel político, científico y literario. La Habana, Editorial UH 1945.

Luz y Caballero José: Elenco de 1835. Elencos y discursos académicos. Biblioteca de autores cubanos, Editorial Universidad de La Habana, 1950, vol II pág 72

Martí, José Manifiesto de Montecristi. OC. Tomo 4. Pág. 101(C) Edt digital Karisma

2001

Mirando Olivia. Política Moral y Religión en la obra de Félix Varela. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. 3ra. Época. La Habana. Mayo-agosto de 1978.

Monal, Isabel Tres Filósofos del Centenario, en Universidad de La Habana. La Habana 32 octubre-dic- de 1968.

Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana  2000. Tomo I   

Torres-Cuevas Eduardo. Historia del Pensamiento Cubano. Tomo I. Edt. Ciencias Sociales. La Habana, 2006

Torres-Cuevas Eduardo. Varela. Un hijo de la libertad; un alma americana. Edt. Ciencias Sociales. La Habana, 2004

Varela Félix. Lecciones de Filosofía. La Habana. Imprenta la Verónica. 1940.

Varela F. “El Espíritu Público”. Revista Bimestre cubana. No. 9, 1º de enero de 1834

 



[1] Céspedes, Mons, Carlos Manuel.- El Padre Félix Varela.  Su espiritualidad. (Texto multicopiado).
 
[2] Luz y Caballero José: Elenco de 1835. Elencos y discursos académicos. Biblioteca de autores cubanos, Editorial Universidad de La Habana, 1950, vol II pág 72
[3] Varela F. “El Espíritu Público”. Revista Bimestre cubana. No. 9, 1º de enero de 1834, pp 275-475
[4] Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana  2000Tomo I pp 293-3-4 
[5] Martí, José Manifiesto de Montecristi. OC. Tomo 4. Pág. 101

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