sábado, 28 de marzo de 2015

Félix Varela y la sociología en Cuba

Autora: MSc. Elizabeth Azopardo Núñez

 
Introducción:

 
Sólo en el año1838, Comte acuñó el término sociología para describir su concepto de una nueva ciencia que descubriría unas leyes para la sociedad parecidas a las de la naturaleza, aplicando los mismos métodos de investigación que las ciencias físicas. Hoy también se consideran fundadores de esta disciplina algunos filósofos sociales del siglo XIX que nunca se consideraron como tal en su tiempo, lo que pone de manifiesto la necesidad de redimensionar también la obra de los antecesores de la sociología cubana.

Para nadie es un secreto que la formación de la sociedad cubana ha estado vinculada a proyectos y estudios realizados por sus más ilustres hijos: estadistas, filósofos, historiadores, pedagogos y políticos del siglo XIX, elaboraron modelos y realizaron trabajos que describían o proyectaban la nación que se formaba. El “Discurso sobre agricultura y comercio”, de Arango y Parreño;  “Máximas Morales y Sociales”, de Félix Varela; La Vagancia en Cuba, de José Antonio Saco; entre otras, son prueba fidedigna de ello.

La Sociología, como ciencia que estudia el desarrollo, la estructura y la función de la sociedad, es tributaria de los fenómenos imbricados en la formación de una  nación; entendida ésta no como simple constitución política, sino como el proceso de integración de fenómenos étnicos, culturales, poblacionales, económicos, políticos, ideológicos, psicológicos y humanos en general, constitutivos de una pueblo idiosincráticamente diferenciado.

El origen de la nacionalidad cubana ha sido objeto de preocupación de especialistas de diferentes ramas. Catedráticos de disímiles posiciones han opinado sobre lo especialmente significativa que es la preocupación de los cubanos por sus orígenes y formación; fenómeno no apreciable en otras naciones. Muchos lo explican a partir del costo que ha tenido que pagar Cuba por su aceptación como tal; otros sólo consideran los orígenes de la nacionalidad, como un fenómeno sociológico digno de analizar. Pero sobre lo que no caben lugar a dudas es que fue el presbítero Félix Varela y Morales, una de las personales más influyentes dentro de proceso originario y evolutivo de  lo cubano como fenómeno social.

Es por ello que el objetivo de este trabajo es analizar el papel jugado por el padre Varela en este profundo y complejo proceso social, especialmente a través del aporte de sus obras fundamentales a los estudios sociológicos.

Desarrollo:

1.     Contexto sociológico de la etapa formativa de Varela.


El Despotismo Ilustrado de Carlos III y Carlos IV, desempeñó una función determinante en la conformación de la estrategia política, económica y social de la clase dominante criolla. La primera generación de pensadores cubanos supo armonizar perfectamente los intereses metropolitanos con sus intereses  de clase. Sin  embargo, la estabilidad insular se vio seriamente afectada a inicios del Siglo XIX por varios factores.  Entre ellos se destacan: el vacío del poder de l808 en la metrópolis, las luchas entre liberales y absolutistas entre l914 y l823, y partir de l833, el ascenso  al poder de España de los primeros. Estos fenómenos provocaron el reajuste de su aparato colonial, que -aunque sólo constituyera un intento de reducir a Cuba a productora de materias primas para una inexistente industria metropolitana- cambió la situación interna y creó las condiciones para el cuestionamiento del Estado colonial como garantía del proyecto social plantacionista.

El surgimiento del pensamiento de Félix Varela en esta época, le suministra  un espectro ideológico capaz de someter a crítica los principios que en este sentido se habían sustentado hasta ese momento. Los problemas que preocupan a La Habana de su nacimiento, estaban relacionados  con la lucha entre las potencias del viejo mundo por el dominio del Caribe, las cuales la hacían centros de conflictos políticos-militares. Organizadas las Milicias Habaneras por O’Reilly, incluidas las de pardos y morenos, el Regimiento de Fijos de La Habana, jugaría en las mismas un importante papel en la defensa de la Florida. Ello explica que la familia de Varela se traslade ésta, recién reconquistada y que él mismo, cuando aún no alcanzaba los 3 años de edad, los acompañara.

Como muro de contención ideológico del agresivo expansionismo anglosajón, también se asentó en esa península un grupo de irlandeses católicos, designados por el Rey  español para organizar la educación y el programa de catequización en la misma.  En San Agustín, Varela va a cursar sus primeros estudios en una escuela con este origen, donde el padre Miguel O’Reilly, de profundas preocupaciones humanistas e iluministas, será el guía de sus primeras concepciones sociales.

Cuando en l80l regresa a La Habana, Varela tenía definida su personalidad, gustos e inquietudes.  Huérfano de padre y madre,  recibe de su abuelo el amor a Cuba, el aprecio de la cultura hispana y la valentía en la defensa de sus ideas; de su tía Rita, la sensibilidad, la devoción y la ternura; del padre Miguel, la unión entre lo católico y lo patriótico, el gusto musical y la inquietud por el conocimiento; y de la Florida, la constatación de la frontera cultural, ideología y humanista entre el modelo cultural y social criollo- hispano y el de los nacientes Estados Unidos. 

Tenía 12 años cumplidos cuando ingresó en el Real y Conciliar Colegio-Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Por la época se iniciaba en La Habana un movimiento político, social y cultural que dejó honda huella y que constituyó importante antecedente del proceso de liberación nacional iniciado en l868.  Propulsor del mismo fue el Obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada. La práctica social y la concepción totalizadora iluminista de este prelado, lo llevaron a intentar la más seria y profunda renovación de la  sociedad  insular y, con ella, encontrar una expresión intelectual de la cultura cubana.  Uno de sus más osados pasos fue apoyarse en los jóvenes.  Félix Varela, estudiante del Seminario de San Carlos, se convirtió en la persona de confianza del Obispo en las empresas más difíciles que se propuso.

Además, aunque Varela se formó en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio bajo la influencia de la reforma de España, tuvo que realizar exámenes en la Universidad de La Habana para obtener su grado menor de Bachiller y, con posterioridad, cursar estudios para alcanzar el grado mayor de  Licenciado.  La formación intelectual y epocal de Varela, lo llevará entonces a un enfrentamiento con la escolástica imperante en el ambiente universitario.  Alumno del  padre José Agustín Caballero, exponente de la primera generación de pensadores, se había formado en la adecuación de los razonamientos escolásticos con las ciencias modernas, rompiendo finalmente con ellos, cuando ya - graduado de Licenciatura en Filosofía, cursado estudios de Teología y defendida las Cátedras de Melchor Cano y Santo Tomás y de Latinidad  en el Colegio Seminario de San Carlos- es designado por el Obispo Espada para ocupar la Cátedra de Filosofía, en éste recinto.

Terminado su período de formación, eran rasgos característicos de la personalidad de Varela, la valoración que hacía de la escolástica y de los muros de contención que ésta imprimía a los estudios sobre la sociedad y la naturaleza; en diversas magnitudes poseía ideas modernas y su pensamiento, por sus fines y objetivos, eran diametralmente opuestos al carácter corporativo del proyecto social de la clase dominante en aquellos momentos.   Al entregársele la Cátedra de Filosofía se ponía en sus manos, aún a los 23 años, el más importante instrumento para el recambio conceptual y teórico que permitiera una expresión intelectual, capaz de comprender desde nuevos cánones el nuevo proyecto social que aspiraba para una cubanidad aún inexistente; así como, para crear el instrumento técnico necesario capaz de materializarla.

2.  Primeros aportes en el campo de los estudios sociológicos.

 Los principios fundamentales de la Constitución Española de l812 recibieron la adhesión ideológica de los hombres del Seminario habanero, entre ellos, del Obispo y del novel profesor de Filosofía; sin embargo, tanto el movimiento constitucional, como el de liberación en América, fueron acogidos en Cuba con reserva y hostilidad por parte de los grupos de poder. Es por eso que el grupo del Seminario va a intervenir desarrollando una intensa actividad ideológica para lograr el enriquecimiento intelectual de éste modelo social, que expresaba -en gran medida- sus ideas en relación con los estudios sociales.

 Desde su Cátedra de Filosofía en l812, el primer trabajo que se conoce de Varela, “Varias Proposiciones para el Ejercicio de los Bisoños” demuestra, por su contenido, que el joven profesor había trascendido por completo la Escolástica. De esta forma adoptaba un nuevo método para el análisis de los fenómenos naturales y sociales que consistía en exponer la idea razonada (DEMOSTRACION), luego el argumento en contra (IMPUGNACION) y por último, esgrimía el argumento en contra de la impugnación (REPLICA).

 Al analizar éste aporte de Varela como sistema en la búsqueda  de la verdad,  es de destacar que él formula abiertamente un rechazo a cualquier otra escuela filosófica no basada en  la razón y la experiencia.  Las bases de su método, al que llamaba ecléctico, dieron inicio a una nueva etapa del pensamiento social en Cuba. En ese año también publicó su libro ”Instituciones Filosóficas Eclécticas”, donde se pone de manifiesto que había transformado sus clases de Lógica en un curso de Teoría del conocimiento; a ello se añade que, para lograr su objetivo educativo, penetró - en busca de los problemas de la conciencia- en el campo de la psicología. En 1813 lo publica en castellano, idioma que ya usaba en sus clases.

 Pero los ojos del profesor de Filosofía no sólo estaban puestos en la necesidad de reformar los sistemas de conocimiento del mundo y la sociedad; sino también, participaba de forma activa en la trasformación de la sociedad misma en que vivía.  En este sentido, se encomendó a Varela la misión de la exhortación con motivo de jurarse la Constitución de l812, en una de las principales iglesias parroquiales de La Habana, la del Santo Cristo del Buen Viaje. El día 25 de julio de l812, además, predicó un sermón con motivo de celebrarse las elecciones por los nuevos Diputados a la Corte.  La propuesta social de este discurso - publicado en el Diario del gobierno de La Habana- se sustentaba en dos principios fundamentales: la verdad y la paz; y tenía por objetivo sembrar entre los que lo escuchaban la idea de un nuevo modelo social, el cual –según su criterio- debía descansar en la virtud de los hombres, en el uso de la razón, en el valor del concepto de Patria y en la búsqueda de los mejores para elaborar las leyes del país.

3. Consolidación del pensamiento sociológico valeriano.

Restablecido el absolutismo en España en l814, se inicia en Europa la tendencia  conservadurista, pero Varela no retrocede en la propulsión del proyecto social que había iniciado.  En l816 publica  un nuevo Elenco, en el cual su concepción filosófica adquiere la dimensión una nueva dimensión teórica. Sin embargo, no se limitó sólo al desarrollo de sus concepciones filosóficas, sino también, al enriquecimiento de su proyecto social.  A su juicio, una estrategia emancipadora para la incipiente sociedad cubana, requería de la conciliación de los intereses de todos los sectores cubanos; idea que se repetirá más tarde en Martí; y en lo fundamental, considera la necesidad de persuadir a los grandes hacendados de que debían tomar partido acerca de la superación de las limitaciones sociales de su tiempo, hasta llegar a una sociedad desarrollada y libre.

El 24 de enero de l817 es admitido en la Sociedad Económica de Amigos del País, Institución que desarrollaba una importante labor en la transformación del proyecto social existente en Cuba y que se encontraba en esa época liderada por el Obispo Espada. De sus trabajos en l8l8 y 18l9 – años de mayor actividad intelectual de Varela – son  conocidos los referidos a la crítica que efectuó, por encargo de la mencionada sociedad, a los Elementos de la Lengua Castellana de Manuel Vázquez de la Cadena, en unión con Justo Vélez, su colega del Seminario.  También en esta época, publica su  obra “Máximas Morales y Sociales”, en la que demuestra  que su intención de influencia se ha trasladado a toda la sociedad.  Esta obra puede considerarse como la primera formulación de una moral práctica para la sociedad cubana.

Las bases teóricas del pensamiento social de Varela estaban en su pensamiento filosófico, al que servía de concreción; ellos fueron el medio con el cual  elaboró su proyecto de la moralidad basada en el sentimiento patriótico. Este tenía como base un grupo de principios tanto morales como sociales. Los dos conceptos básicos de de formulación eran la libertad y la soberanía. En su opinión, todos los hombres deberían tener la misma libertad, pues esta era intrínseca al propio hombre, no obstante, consideraba que los hombres en sociedad – al estar divididos por sus intereses – necesitan ser gobernados por alguien. Por su parte, la soberanía consistía en la renuncia de una parte de la libertad de los hombres a favor de la sociedad.

Mientras tanto, en el Seminario existía una violenta confrontación entre los seguidores de Varela, quiénes traslucían una posición demasiado independiente, liberal y crítica hacia la esclavitud y los defensores del modelo social plantacionista. Es por ello que el momento se hace propicio para cuestionarlo a fondo, atacando a las instituciones que frenaban el desarrollo socioeconómico del país. Varela había demostrado ser el único que poseía en ese momento un proyecto social coherente de alcance nacional, para aglutinar los intereses de todos los habitantes de la Isla.

El régimen constitucional de l820 al 23 ofreció una oportunidad única para, por vías políticas, lograr la eliminación de algunos obstáculos que impedían la formación del proyecto social cubano; permitió además, un ejercicio de esta actividad por los habitantes de la Isla. El diputado Varela, quien piensa como americano y defiende los intereses de América, trata de sentar un principio fundamental: la libertad que tiene cada pueblo a elegir su libertad.

Pero estas condiciones pronto se esfumaron. El día l7 de diciembre de l823, a la edad de 35 años, iniciaría Varela su exilio en New York.  Analizadas las circunstancias desde el allí, se lanza en la búsqueda de la sociedad “perfecta”, ésta es la de independencia  sobre la base de la unidad.  “El Habanero” va a contener la consolidación de la expresión política-social valeriana; sobre todo, la relacionada con los problemas cubanos durante los años l824-l826.
De su correspondencia con La Habana y con el conocimiento de su situación, surge el Plan de publicar “Las Cartas a Elpidio”, una de las obras más importantes de la producción vareliana, escritas desde el destierro en el año 1835. Dirigidas a la juventud cubana, las mismas tenían la misión de valorar la situación social, moral, cultural y política de la Isla; así como, combatir las erróneas creencias que existían sobre el modelo social norteamericano en Cuba. 
Desde los tiempos en que apareció la obra, muchos se interrogaron sobre quién sería el destinatario de las Cartas. Algunos pensaron que estaban dirigidas a Luz; pero el hecho de que se escribiera asiduamente con éste y que Luz hiciera un extenso comentario de la obra, desmiente esta idea. La tesis más aceptable es la de que se trata de un personaje creado por la imaginación de Varela, como un símbolo que reflejase a la juventud cubana. Etimológicamente, Elpidio significa esperanza y, en los comienzos de la obra, Varela escribe, refiriéndose a la juventud: “Diles que ellos son la dulce esperanza de la patria”
Sobre esta obra ejemplar ha dicho Monseñor Carlos Manuel de Céspedes: "Se trata de una obra mayor, de una gran densidad ética, destinada a formar hombres capaces de asumir sus responsabilidades sociales y políticas (….). Eligió como destinatario simbólico a ese Elpidio, nombre propio derivado del griego, elpis, que significa esperanza. Los jóvenes cubanos que, según su juicio, deberían leer el texto, eran su esperanza con relación a Cuba; eran ellos los portadores y los merecedores de dicha esperanza de la Iglesia y de la Patria".[1] 
Algunos historiadores han escrito del éxito que tuvo la obra en La Habana, pero los documentos demuestran el rechazo que la burguesía esclavista y hasta algunos de los antiguos alumnos que pertenecían a esa clase, experimentaron sobre ella. Al respecto aludían a que la obra -utilizando un lenguaje fundamentalmente religioso- pretendía influir, por medio de la moral en la política, en la formación de un “espíritu público”, ponderando las virtudes autóctonas sobre los deslumbrantes resplandores foráneos.
La cuestión era que la obra tenía un claro trasfondo en cuanto al proyecto de la sociedad cubana futura. Varela estaba minando no sólo la mentalidad colonizada y esclavista, sino también la creciente corriente anexionista de los admiradores de lo norteamericano y ello molestaba tanto a los anexionistas como a los colonizadores que, sin respeto alguno por su antiguo maestro, se expresaron desdeñosamente de la obra y del autor. Sólo Luz y Caballero, quien sabía el sentido ideológico de las Cartas y su envergadura política, ideológica, patriótica y antianexionista, las promocionó, pues “se trata de formar hombres de conciencia en lugar de farsantes de sociedad”[2].
En los trabajos filosóficos elaborados entre 1816 y 1820 está la concepción ideológica de Varela y en “Espíritu Público”, de sus Cartas a Elpidio, está el resultado de sus estudios sociológicos sobre la realidad cubana. En éste planteaba: “El pueblo no es tan ignorante como le suponen sus acusadores. Verdad es, que carece de aquel sistema de conocimientos que forman las ciencias, pero no de las bases del saber social; esto es, de las ideas, y sentimientos que se pueden hallar en la gran masa y que propiamente forman la ilustración pública”.[3]
Ese modelo social, tan radical para su época, tuvo en Varela tres ideas clave: la lucha por la independencia nacional, contra la anexión a cualquier país del mundo y por la emancipación del hombre. Éste constituye  su legado social más importante.  Así exponía sus categóricas afirmaciones:
“Una sociedad en que los derechos individuales son respetados, es una sociedad de hombres libres, y esta ¿de quién podrá ser esclava, teniendo en sí una fuerza moral irresistible, por la unidad de opinión y de una fuerza física, no menos formidable, por el denuedo con que cada uno de sus miembros se presta a la defensa de la patria?”[4]
 Corresponde al Presbítero y profesor del Seminario de San Carlos, Félix Varela, ser el exponente del grado de maduración más profundo de la forma en que evolucionó el concepto patria en la conciencia nacional.  Para Varela, la patria era “libertad”. Sin embargo, aunque es el principal exponente de su época y el único que en la primera mitad del siglo XIX contaba con un proyecto social para la naciente nación cubana; no será hasta la segunda mitad del siglo cuando aparecerá el más acabado modelo social cubano en la centuria.
 Corresponde ese honor a José Martí, para quien “patria es humanidad”. Es con él con quién la cubanía alcanza una dimensión latinoamericana y universal. Al respecto afirmaba: “Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia...cae por el bien mayor del hombre, la conformación de la república moral de América”. [5]
Conclusiones:
El surgimiento de un pueblo nuevo a partir de un especial sistema de interrelaciones, desarrolladas éstas en un espacio social y natural particular, muestra un sin número de matices y consideraciones que pueden ser analizadas desde los más disímiles puntos de vista. No obstante, la necesidad de que el método utilizado permita un análisis integrador, tiene un condicionamiento objetivo que no se puede dejar de tener en cuenta.

 Es por ello que en este trabajo se brinda una visión particular del fenómeno a partir de la utilización del método valeriano, que permite el análisis de la cubanía como un proyecto integrador de la sociedad existente en su época; sustentado en pilares como la independencia y la identificación idiosincrática de rasgos y valores culturales distintivos,  lejanos a aquello que se avizoraban como nuestra frontera cultural y social más cercana: los anglosajones del norte. De esta manera, se facilita el estudio del fenómeno social como modelo aglutinador de lo: natural, social, económico, ideológico, espiritual e intelectual, desde un punto de vista muy novedosos para la época.

 Esta nueva dimensión que ha alcanzado la patria sólo puede realizarse en la unidad: ética, estética, ideológica, política, social, económica y física y ello explica el valor del método de análisis sociológico de Varela, el cual permite tal integración.

BIBLIOGRAFIA

Céspedes, Mons, Carlos Manuel.- El Padre Félix Varela.  Su espiritualidad. (Texto multicopiado).

Gay Galbó y Emilio Roig de Leuchsenring. El Habanero, papel político, científico y literario. La Habana, Editorial UH 1945.

Luz y Caballero José: Elenco de 1835. Elencos y discursos académicos. Biblioteca de autores cubanos, Editorial Universidad de La Habana, 1950, vol II pág 72

Martí, José Manifiesto de Montecristi. OC. Tomo 4. Pág. 101(C) Edt digital Karisma

2001

Mirando Olivia. Política Moral y Religión en la obra de Félix Varela. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. 3ra. Época. La Habana. Mayo-agosto de 1978.

Monal, Isabel Tres Filósofos del Centenario, en Universidad de La Habana. La Habana 32 octubre-dic- de 1968.

Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana  2000. Tomo I   

Torres-Cuevas Eduardo. Historia del Pensamiento Cubano. Tomo I. Edt. Ciencias Sociales. La Habana, 2006

Torres-Cuevas Eduardo. Varela. Un hijo de la libertad; un alma americana. Edt. Ciencias Sociales. La Habana, 2004

Varela Félix. Lecciones de Filosofía. La Habana. Imprenta la Verónica. 1940.

Varela F. “El Espíritu Público”. Revista Bimestre cubana. No. 9, 1º de enero de 1834

 



[1] Céspedes, Mons, Carlos Manuel.- El Padre Félix Varela.  Su espiritualidad. (Texto multicopiado).
 
[2] Luz y Caballero José: Elenco de 1835. Elencos y discursos académicos. Biblioteca de autores cubanos, Editorial Universidad de La Habana, 1950, vol II pág 72
[3] Varela F. “El Espíritu Público”. Revista Bimestre cubana. No. 9, 1º de enero de 1834, pp 275-475
[4] Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana  2000Tomo I pp 293-3-4 
[5] Martí, José Manifiesto de Montecristi. OC. Tomo 4. Pág. 101

Martí sobre Walt Whitmam


Autora: Elizabeth Azopardo

 

Introducción:

Walt Whitman fue un poeta estadounidense cuya obra afirma claramente la importancia y la unicidad de la naturaleza. Su valiente ruptura con la poética tradicional, tanto en el plano de los contenidos como en el del estilo, marcó un camino que siguieron posteriores generaciones de poetas de su país.

 A continuación se presenta un comentario sobre los juicios que nuestro Héroe Nacional José Martí hiciera del poeta.

Desarrollo:

 ·         Sentimientos y  juicios  valorativos que Martí hiciera sobre el autor y su obra.

Martí hace referencia a este hombre como aquel que no se doblega ante las reglas, ni dogmas que establece la sociedad para encasillarnos y alejarnos los unos de los otros y de nuestro entorno. Para fundamentar lo más genuino de lo humano en la obra de Whitman, Martí hace referencia a la ingenuidad y pureza virgen que se encuentra solo en la esencia del hombre común y cómo la sociedad, llena de credos perjuiciosos los enfrenta.

Con relación a ello plantea: “

 … los hombres se dejan marcar, como los caballos y los toros, y van  por el mundo ostentando su hierro; de modo que, cuando se ven delante del hombre desnudo, virginal, amoroso, sincero, potente-del hombre que camina, que ama, que pelea, que rema,-del hombre que, sin dejarse cegar por la desdicha: lee la promesa de final ventura en el equilibrio y la gracia del mundo; cuando se ven frente al hombre padre, nervudo y angélico de Walt Whitman, huyen como de su propia conciencia y se resisten a reconocer en esa humanidad fragante y superior el tipo verdadero de su especie, descolorida: encasacada, amuñecada.

Además de presentarlo en la esencia original y primitiva de lo humano, dice que es la expresión del pueblo todo, cuando nos afirma que si queremos escuchar al pueblo oigamos a Whitman. Tan cerca ve al poeta de la naturaleza viva y de su esencia, que reconoce en sus poemas la unidad del universo. Y afirma:

“Lo infinitésimo colabora para lo infinito, y todo está en su puesto, la tortuga, el buey, los pájaros, “propósitos alados”. Tanta fortuna es morir como nacer, porque los muertos están vivos; “irradie puede decir lo tranquilo que está él sobre Dios y la muerte!” Se ríe de lo que llaman desilusión, y conoce la amplitud del tiempo; él acepta absolutamente el tiempo”.

Por lo que al presentarnos la obra de Whitman lo hace cómo el que presenta  lo más puro, sincero y genuino de la naturaleza humana; así como, la unidad en lo diverso de todo aquello que nos rodea. Y ante los que critican su estilo genuino y virginal calificándolo de rudo, responde:

 “¿Y decís que este hombre es brutal? Oíd esta composición que, como muchas suyas, no tiene más que dos versos: “Mujeres Hermosas”. “Las mujeres se sientan o se mueven de un lado para otro, jóvenes algunas, algunas viejas; las jóvenes son hermosas, pero las viejas son más hermosas que las jóvenes.”... Y esta otra: “Madre y Niño”. Ve el niño que duerme anidado en el regazo de su madre. La madre que duerme, y el niño: silencio!

Para Martí ello demuestra que: “Los estudió largamente, largamente”.  Y considera que “El prevé que, así como ya se juntan en grado extremo la virilidad y la ternura en los hombres de genio superior, en la paz deleitosa en que descansará la vida han de juntarse, con solemnidad y júbilo dignos del Universo, las dos energías que han necesitado dividirse para continuar la faena de !a creación.”

Durante sus últimos años de vida, el poeta también escribió obras en prosa de gran calidad, como los ensayos Perspectivas democráticas (1871), que se consideran en la actualidad una exposición clásica de la teoría de la democracia y sus posibilidades; y Días ejemplares (1882-1883), que contiene antiguos textos sobre la guerra de Secesión y el asesinato del presidente Lincoln. Además, escribió notas sobre la naturaleza, escritas durante su vejez, a las cuales hace referencia Martí en su artículo.

·         Características de la poesía de Walt Whitman según José Martí.

Martí nos recomienda que debemos estudiar a este poeta porque lo considera el de mejor gusto, valiente y abarcador del momento y a la vez, separado de su tiempo. Considera que la obra poética de Whitman está expresada sin música, como si fueran versículos de la Biblia; pero a la vez, considera que su poesía trasmite la sensación del ruido que hacen en la tierra los cascos de los caballos de los ejércitos vencedores, o de otras facetas de la realidad misma como: “el frente colgado de reses de una carnicería”, o “un beso brusco”, o “el chasquido del cuero reseco que revienta al Sol”.

Sin embargo, el considera que la poesía de Whitman jamás pierde el ritmo, “como una ola”-dice Martí. En la tercera edición del libro Hojas de hierba  (1860), se empiezan a encontrar poemas más alegóricos como “La cuna que se mece sin fin”, un poema cuya musicalidad está tomada de la ópera italiana, de la que el autor era un devoto conocedor, un pájaro (la voz de la naturaleza) revela a un niño (el futuro poeta) el significado de la muerte.

En esta edición aparecieron dos nuevos ciclos de poemas, 'Hijos de Adán' y 'Calamus', que afrontan de lleno los temas de la amistad y la sexualidad, hasta el punto de que se especula con la posibilidad de que 'Calamus' estuviera inspirado en una relación homosexual del autor –obras a los que hace alusión Martí en su artículo.
Por eso nuestro Héroe Nacional admira la poesía de Whitman cómo el índice que le da orden y sentido al libro y “en la confusión superficial, una regularidad grandiosa”, comparándolos con los libros sagrados de la antigüedad y afirmado que sus poemas se encuentran entre las producciones más bellas de la poesía contemporánea. Al respecto afirma:

 

“Si entra en la yerba, dice que la yerba le acaricia, que “ya siente mover sus coyunturas”; y el más inquieto novicio no tendría palabras tan fogosas para describir la alegría de su cuerpo, que él mira como parte de su alma, al sentirse abrasado por el mar”. Por eso considera que “Todo lo que vive le ama: la tierra, la noche, el mar le aman”. Así, opina Martí, que el poeta pinta la verdad como una necesidad de su cuerpo, como algo innato  que compara con “una amante frenética, que invade su cuerpo y, ansiosa de poseerle, lo liberta de sus ropas.”

Como apreciamos en este comentario de las características esenciales de la poesía de Whitman, Martí veía en ella todo aquello que representa lo más genuino y original del Hombre y del mundo que lo rodea, observando en todo ello la unicidad del mundo material y su relación con el espiritual.

·         Opiniones de Martí sobre el  poema Canto a mí mismo.

Sobre el poema “Canto a mí mismo” opina el Apóstol que éste expresa el todo universal, porque el poeta ve en sí mismo la síntesis de ese todo, afirmando “él es la marea, el flujo y reflujo” como parte de la inteligente naturaleza de donde forma parte su ciclo de vida, desde el nacimiento hasta su muerte. Reconoce que de ese sentimiento de sentirse parte, esencia y resumen del “todo”, viene el orgullo del poeta. Así mismo, como parte de esa naturaleza, Martí afirma que el poeta: “Nutrirá a los hombres, después de haberlos amado”.

 

Por ello en el poema que se comenta, el poeta “de todo teje”. Y dice Martí: “de los credos que contienden y pasan, del hombre que procrea y labora, de los animales que le ayudan, ¡ah! de los animales, entre quienes “ninguno se arrodilla ante otro, ni es superior al otro, ni se queja.” El se ve como heredero del mundo” –exalta de esta forma la filosofía del poeta de que no hay diferencias porque todos pertenecemos al mismo universo natural.

 

Opina Martí que al poeta nada le es extraño, por ejemplo: “el caracol que se arrastra, el buey que con sus ojos misteriosos lo mira, el sacerdote que defiende una parte de la verdad como si fuese la verdad entera”. Por eso considera que como Whitman “El hombre debe abrir los brazos, y apretarlo todo contra su corazón, la virtud lo mismo que el delito, la suciedad lo mismo que la limpieza, la ignorancia lo mismo que la sabiduría”, dándonos con ese ejemplo una muestra de su sabiduría y un consejo inteligente para entender lo que nos rodea.

 

La universalidad del poeta expresado en esta obra la comenta Martí cuando dice: “El es de todas las castas, credos y profesiones, y en todas encuentra justicia y poesía. Mide las religiones sin ira; pero cree que la religión perfecta está en la Naturaleza. La religión y la vida están en la Naturaleza. Si hay un enfermo, “idos”, dice al médico y al cura, “yo me apegaré a él, abriré las ventanas, le amaré, le hablaré al oído; ya veréis como sana; vosotros sois palabra y yerba, pero yo puedo más que vosotros, porque soy amor”. .. “El Creador es “el verdadero amante, el camarada perfecto”; los hombres son “camaradas”, y valen más mientras más aman y creen, aunque todo lo que ocupe su lugar y su tiempo vale tanto como cualquiera; mas vean todos el mundo por sí, porque él, Walt Whitman, que siente en sí el mundo desde que éste fue creado, sabe, por lo que el Sol y el aire libre le enseñan, que una salida de Sol le revela más que el mejor libro”.

 

Sobre esta idea nos trasmite como siempre sus enseñanzas cuando afirma que debemos crear con el mismo respeto que una devota besa la escalera del altar.

 

Conclusiones:

La poesía de Whitman ha sido traducida a las lenguas más importantes del mundo. Se le reconoce una influencia fundamental en la obra de William Carlos Williams, Wallace Stevens y Allen Ginsberg, que se inspiró fundamentalmente en la particular aproximación a la sexualidad de algunos poemas de Whitman. Muchos especialistas contemporáneos han explorado los vínculos entre su vida y su literatura.

En la literatura en español han reconocido la influencia de Whitman y han explicitado su admiración y sus críticas por él poetas como Federico García Lorca (Un poeta en Nueva York), Pablo Neruda (Cantos de Vida y Esperanza) y José Martí

Bibliografía:

El poeta Walt Whitman. Fiesta literaria en Nueva York. Vejez patriarcal de Whitman. Su elogio a Lincoln y el canto a su muerte. Carácter extraordinario de la poesía y lenguaje de Withman. Novedad absoluta de su obra poética. Su filosofía, su adoración del cuerpo humano, su felicidad, su método poético. La poesía en los pueblos libres. Sentido religioso de la libertad. Desnudeces y profundidad del libro prohibido de Whitman.

En: O.C. José Martí. Tomo 13. Pág. 131. Centro de Estudios Martianos-Karisma Digital, La Habana.

 

domingo, 22 de marzo de 2015

La generación perdida. (cuento)


 

Autora: Elízabeth Azopardo

Cuando ya no esté y pierdas el camino,

dejaré como guía todo mi canto.

Versos que salir quieren con dolor de parto,

versos que alivian cuando vivir los siento,

porque amasé con sudor y lágrimas

dentro de mis entreñas, el amor de un pueblo.

 
María Esperanza nació durante los años cincuentas, en la Cuba prerevolucionaria. Tal y como cuentan los historiadores, el ambiente de la época se caracterizaba por una fuerte campaña anticomunista, el descrédito de los partidos políticos burgueses y una profunda crisis económica, agudizada por la deformación estructural que sufría el país a consecuencia de varios siglos de dependencia económica. En tal circunstancia, amplios sectores de la población reconocían la necesidad de cambios y en particular, el pueblo apreciaba la gran potencialidad revolucionaria de la movilización cívica que realizaba la ortodoxia[1].

 Fructífero fue el terreno para la Revolución[2], que triunfante, vino a ser el vuelco tan deseado por el pueblo cubano. Consecuencia del movimiento guerrillero en el tercer mundo, su bandera se enarboló en todo el Continente y más allá, donde la imagen del Che, “El Guerrillero Heroico”, era símbolo en las marchas de los revolucionarios. La ley de Reforma Agraria, la intervención de las empresas norteamericanas, la ley de reforma urbana, la nacionalización de la banca, la industria y la alfabetización, entre otras mediadas caracterizaron lo nacional. En 1961, durante el entierro de las víctimas de los bombardeos a los aeropuertos de San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba -preludio de la invasión mercenaria a Playa Girón, organizada y dirigida desde los Estados Unidos[3]- Fidel, el líder cubano, declaró la radicalización del proceso –primero democrático popular y después socialista- convirtiéndolo en una profunda revolución social.

Mundialmente era una época de revoluciones. Los años 1968 y 69 vieron como el movimiento sedicioso abarcó los tres mundos[4]. La sublevación de los universitarios norteamericanos contra la guerra en Vietnam, el cuestionamiento del sistema educativo por los jóvenes europeo, el pensamiento y la capacidad organizativa de mujeres como Simona de Beauvoir[5] y Betty Friedan[6], o los hippies, con su libertad sexual, el comunitarismo y su rechazo a lo establecido, ilustraban el contexto.

El Comandante en Jefe se reunía con Heminway y Ángela Devy[7] daba discursos en La Habana. Eran tiempos del Black Power en los Estados Unidos y hasta en la Estatua de la Libertad se colocó una bandera del Movimiento 26 de julio[8]. El 17 de julio de 1967, protagonistas del Pop Art y el Opart en todo el mundo, pintaban -durante el XXIII Salón de Mayo en el Pabellón Cuba[9]- un inmenso mural que recogía frases como: “amo, amor del odio, anillo blanco y negro de la Revolución”; “los miserables también quieren vivir” y “la poesía sangra[10]

Sin embargo, el ambiente cultural en la Isla era contrastante. Se trataban de impedir la cultura “extranjerizante” –como se decía- hostigando a los “hippies cubanos” y condenando la música de los Beatles;  mientras “Los Memes”, Eddy Gaytán, “Los Zafiros”, “Pello el Afrocán”, “Los Cinco Latinos” y los “Fórmula V”, amenizaban los ruidos capitalinos. En los cines se estrenaban películas y documentales de un corte nuevo, que tenían como protagonistas a los hombres del pueblo; aparecían en las carteleras títulos como “La Muerte de un burócrata”, “Lucía” y “Memorias del Subdesarrollo”, acompañadas de clásicos del cine como “la Quimera de Oro”, “Marilyn Monroe in Memoria” y “Harakiri”. En las librerías empezaron a parecer, a precios módicos, libros de la gran literatura mundial como “Relatos de Kafka”, “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez, “Cien Años de Soledad”, de Gabriel García Márquez y “Vuelo Nocturno” de Antoine de Saint Exsupery; mientras en la “Plaza Cívica”, convertida en “Plaza de la Revolución”, lucía la enorme estatua de José Martí, fruto de la mano del escultor Juan José Siere, que la preside hasta hoy.

Como joven, tenía gran curiosidad por conocer las opiniones de una persona que hubiese vivido esa época, pero para el inicio de siglo, María Esperanza, quien había sido por muchos años mi maestra, se negaba a concederme una entrevista. Se considera a sí misma una de las tantas mujeres que camina por las calles de La Habana, arrastrando sus dudas, las penurias de una existencia difícil y una cartera llena de sueños: una mujer sin historia. Sin embargo, una tarde ya olvidada y sin una preparación previa, comenzó a narrarme su vida, haciéndome caminar lentamente hacia el absurdo.

La historia está llena de matices –dijo- y no se puede relatar en blanco y negro. Algunos han querido limitar una importante etapa del siglo XX a la construcción y destrucción de un muro[11], pero se equivocan, el tiempo que trascurrió entre 1961 y 1989, fue mucho más que eso.

Mientras conversaba, ella añoraba como nunca antes salir de vacaciones, el claustro del pequeño espacio de su oficina se le hacía insoportable y le daba la impresión de que su jefe -más pedante que siempre- disfrutaba con especial satisfacción de esa angustia. Desde muchos días antes había empezado a guardar en discos toda la información de su PC, colocando estos después en sus cajas, como quien termina el trabajo de varios años y se dispone para un largo descanso. También anotó en su agenda personal los teléfonos que consideró podría necesitar, como si nunca fuera a volver a entrar en el Despacho.

Nada racional podía explicar aquella actitud. No tenía ningún proyecto nuevo de trabajo, ni siquiera había recibido una propuesta estimulante; sólo existía la perspectiva del tradicional mes de descanso. Sin embargo, su espíritu - firmemente convencido de que había terminado una ardua y difícil etapa de su vida y que se iría de allí por largo tiempo, tal vez para siempre, gritaba libertad.

Junto a sus hijos habían planeado ir a pasar una semana de descanso a Puerto Escondido, un modesto paraje de la costa norte de la Isla- reservado especialmente para los cubanos- y me invitaron a ir con ellos. Aunque el viaje hacia allá no fue todo lo placentero que deseáramos, al encontrarse parada ante el espectáculo del océano abierto a sus pies, embargó a María Esperanza una  emoción especial. Sintió que había alcanzado toda la dicha a que podía aspirar después de un arduo y mal recompensado esfuerzo.

Durante las reiteradas vacaciones de su vida, siempre junto al mar, habían enseñado a la familia a reconocer la belleza de una puesta de sol en el Caribe, que para ella significaban un espectáculo insuperable. Fue en este momento, al quedarse sola contemplándolo, que me espetó de pronto su propio vacío.

Durante años había trabajado neuróticamente siguiendo sus reglas internas y de forma inesperada se presentaba ante sí aquel sentimiento de haber concluido. ¿Qué pasaría? ¿Estaría próxima la muerte? Tal vez por esa sensación extraña que provoca el mirarse a sí mismo muy adentro, se decidió a hablarme.

Ese mes cumplía su cuarto año de trabajo como Jefa de Despacho. Sin embargo, no sentía el mismo orgullo que cuando cumplió 30 años como profesora. Entonces apreciaba decírselo a todos, aunque los laudos de tan meritoria labor se redujesen al siempre fiel reconocimiento de sus alumnos, objeto de aquel espíritu de perfeccionamiento humano que le había acompañado durante toda su vida. Estimó profundamente su profesión, la cual siempre consideró “una obra de Infinito amor”, al decir del Apóstol. Sin embargo, ahora sólo quería escapar, que todos olvidaran su nombre, ignorar que había vivido a la sombra del poder.

¿Qué dejaba detrás? Muchos silencios, espacios en blanco que su mente no podía rellenar.  ¡El por qué de tantas cosas! Se había perdido en el camino que había seguido toda la vida y no se podía encontrar.

Tal vez secretamente le confortaba la satisfacción del deber cumplido, y en el fondo de su corazón, el sagrado amuleto de haber ayudado a muchos, que sin su presencia allí, nunca hubiesen sido escuchados. Pero, ¿a dónde habían ido sus sueños?, ¿a dónde la imagen que desde niña había guardado de los héroes?

A medida que contemplaba el rítmico y acompasado movimiento de las olas y las místicas tonalidades que se revelaban en el horizonte, me contaba que había sido una niña consentida, como casi todos los hijos deseados de la clase media. Desde pequeña habían alimentado su imaginación los libros de cuentos y como muchos enamorados de la utopía en la década de los años 60,  influyeron en su formación las revoluciones de la época.

Quizás por la dimensión de sus sueños infantiles, siempre ilimitada, aquel busto de Martí al que cantaba cada mañana en la escuela, no alcanzaba para ella la estatura del “Hombre de la Edad de Oro”. No reía, ni lloraba; siempre estaba ahí, quieto; y ella quería saber, cómo eran los héroes por dentro. Tocar con la mano la hidalguía,  alcanzar el poder del fuego; y a cada momento se preguntaba: -¿Existe en realidad “la sonrisa de pueblo”[12]? ¿Caminan “con la adarga al brazo”?[13] ¿Son de bronce, o son de yeso? Pero lo que había visto durante su vida más reciente no era de su agrado. 

Durante años el fervor de todo un pueblo la había tomado en sus brazos, la alzó, haciéndola seguir huellas de titanes que sintió como propias, protagonista de epopeyas extrañas. Banderas le dieron en el rostro y  un mar de amor le nubló los ojos, a medida que iba construyendo con las manos sus propios sueños. En sus recuerdos guardaba consignas como aquella de: “Estudio, trabajo, fusil/ Lápiz, cartilla manual/ ¡Alfabetizar! ¡Alfabetizar!”. O aquella otra que decía: “Ahí marcha la mochila del café en los hombros gloriosos de la juventud cubana”.

Pero todo eso había pasado hacía mucho tiempo y en el espectro de sus recuerdos, que ahora se mezclaban con la perfección del paisaje, la imagen de aquella etapa gloriosa provocaba en ella la emoción que se siente al escuchar los arpegios de una vieja tonada. Delante sólo tenía el desengaño y el tedio. Las intrigas de oficina le quitaban el sueño y sabía que terminarían minando su espacio.

En su trabajo había aprendido a oír los problemas de los demás y a valorarlos por encima de los propios; luchar hasta el cansancio para que éstos tuvieran solución y sin embargo, no esperaba agradecimiento alguno y mucho menos de su jefe, a quien esa actitud lo hacía sentirse amenazado; temeroso de que lo que ella pudiera hacer por ayudar a los del pueblo, pudiese perjudicarlo.

“Política- decía Martí- es una ocupación culpable cuando se encubren con ella, so capa de satisfacciones indebidas, la miseria y desdicha patentes, la gran miseria y gran desdicha, del pueblo que los soberbios y los despaciosos suelen confundir con su propia timidez y complacencia. Y ya no estamos en la época de las “Revoluciones Triunfantes”, por el contrario -me dijo- la ingenuidad y la dulzura fueron golpeadas con azadón de fuego; ya no soy la niña pueblerina de entonces, ha pasado mucho tiempo... Tiempo también de guerra, pero de esta otra donde el hastío se apropió de las ilusiones y cambió el color los sueños.

¿Qué otro sentimiento, sino el pesimismo, la podían invadir? Después del derrumbe del Campo Socialista[14]- las voces alternativas eran débiles ante los que impunemente masacran pueblos y destruían culturas milenarias. El feroz predominio de mercado marcaba las vidas de los hombres, echando por tierra todo rasgo humanista. Cuando los que debían ser los más dignos representantes de este sentimiento, se rinden ante las influencias negativas de su época, los amigos se traicionan y la soledad se apoderaba de María Esperanza. Seguir cantando a los sueños, como pretendía, hicieron más incomprensible su actitud ante los que la rodeaban. Ahora la creían loca y peor, se dio cuenta de que aquello que había defendido no la defendía a ella.

En medio del relato que me iba trasmitiendo afirmó: -¡Fui una niña tan feliz!, querida por todos, admirada, soñada por los enamorados, lo que provocó mi caminar erguido por el orgullo y que durante la vida nunca permitiera el más mínimo ultraje.

El paisaje de su patria pequeña, lleno de grandes espacios verdes, la vista del río - el más importante de su ciudad- contrastaba con la moderna avenida y el ruido de los aviones al despegar. Esta imagen la acompañó por toda la vida y le siguieron provocando esa emoción especial, aún cuando dejó de ser el ambiente de la casa paterna y más todavía, cuando ya no estuvo allí su madre, siempre complaciente, para esperarla, lamerle las heridas que le causaba la vida, y seguir pintándole el mundo color de rosa.

Vivía en una bella casa de pisos de mármol blanco, rodeada de portales corridos. Una de esas  que abandonó la burguesía en la década de los años 60 al triunfar la Revolución. La hierba del césped, siempre bien cortada y los rosales del jardín, solían hacerla muy feliz, porque su naturaleza impresionable provocaba que su estado de ánimo fuera influido constantemente por el entorno.

Había tenido una abuela hija de mambí, que acompañó todas sus fantasías y cuya luz  siempre brilló en su conciencia. Esta abuela tuvo el valor de casarse cuatro veces en una época en que el “honor” de las mujeres apenas les permitía polvorearse la nariz[15]. Y más aún, porque dos de los matrimonios que habían realizado fueron con un chino y con un mulato, razas consideradas inferiores. También había manejado un automóvil en la década de los años 20 y subido la soga durante las pruebas de eficiencia física que instituyó la Revolución. Todas estas aventuras siempre las imaginó Maria Esperanza para si misma y muchas de ellas las pudo realizar, porque era una mujer de un tiempo diferente.

A Marié, como le decían de pequeña, no le preocupaban mucho las cuestiones domésticas. La madre siempre le reprochaba por no darse cuenta de la existencia de un nuevo adorno o de un arreglo florar en la sala. En cierta medida su educación tenía la culpa. La había inducido a que estudiara y fuera una “señorita de sociedad”, en un tiempo en que a una empleada doméstica se le pagan sólo quince pesos mensuales[16]. Pero el tiro le había salido por la culata, como dice el refrán. A la adolescente, para nada le interesaban los salones, ni las clases de piano, ni los encajes.

Más que la educación familiar había influido en ella la etapa que le había tocado vivir. Prefería participar intensamente de la vida social, marchar por las calles -como el resto de las milicianas[17], la causa de los pobres y la utopía sustentada por las consignas de su tiempo. Según su opinión, bastaba con desear mucho una cosa para que se hicieran realidad, como en los cuentos de hadas, que de pequeña le leían sus padres. Después las novelas románticas completaron el mundo imaginario de la joven, convirtiéndola en una soñadora empedernida.

Como tantos otros jóvenes de su época, ella participó activamente de la vida política. Con apenas ocho años cuidaba la puerta de la casa para que la Guardia Rural no sorprendiera a sus padres escuchando la “Radio Rebelde”[18] La noche en que los aviones norteamericanos bombardearon las Bases de San Antonio de los Baños[19], estaba alerta para encender o apagar las luces, según le orientaba el miliciano que se ocultaba en el portal de su casa. En el verano de 1961 había alfabetizado a Tomás, el guajiro que cuidaba de los gallos finos de su padre y en el año 1962 esperaba la “Guerra de los Misiles”[20] en una brigada sanitaria donde se desempeñaba como camillera, aunque aún sólo tenía 12 años. Fue fundadora de la Unión de Pioneros de Cuba y sin cumplir la edad requerida, había ingresado a la Unión de Jóvenes Comunistas, destacándose como líder estudiantil y juvenil. Fue así como participó en las recogidas de café en las montañas de Oriente en los años 1963 y 64 y llegó a ser educadora del municipio de la UJC; así como, presidenta de la Unión de Estudiantes Secundarios en la región que vivía.

Además del liderazgo político, las tareas del grupo, el baile y la gimnasia completaban su vida; le gustaba el ocio activo, Hasta bien entrada la noche leía novelas y escribía poesías que después votaba o releía, según fueran su opinión crítica acerca de ellas, por lo que al amanecer, siempre le costaba mucho trabajo levantarse. Para estimularla y evitar el mal carácter que desde niña tenía en las mañanas, la madre sintonizaba una emisora de radio que a las siete trasmitía su programa preferido: “Canciones de Lucho Gatica”[21].

En la más temprana juventud, siempre enamorada, Marié había postergado a la familia y al matrimonio por el deber y el orgullo de defender la Revolución. De los amores sólo le quedaron sus dos hijos y cuando los años le dieron la mesura que viene con ellos y perdió el miedo a la soledad aparente que crea la falta de una pareja, sintió que sólo se había hecho acompañar para ocultar el fracasó de no haber encontrado nunca el amor verdadero.

Peor le había ido profesionalmente. Treinta años de profesora, pasando por diferentes instituciones y niveles de enseñanza, le habían demostrado que no es suficiente trabajar bien para obtener buenos resultados. Siempre ambicionando la perfección, por aquello del desarrollo integral y la imagen del Che que perpetuamente estuvo a su lado, había desperdiciado los mejores años de su juventud tratando de alcanzar metas que sólo habían despertado la envidia de los que la rodeaban. Tarde vino a comprender que no se deben tentar los demonios que se encuentran dormidos en el alma de los seres humanos, sino se quiere probar el sabor del fracaso. Por eso ahora se sentía como aquel que supuso que venía de todas partes[22] y paradójicamente se preguntaba ¿qué tienen realmente los hombres si no aman sus recuerdos?

Terminaba la tarde y la base de campismo tomaba el típico ritmo de las noches en este lugar; sus hijos y sus muchachas se preparaban para el baile, sabía que no la dejarían sola allí y se vería obligada a acompañarlos, pero esta vez, increíblemente, no tenía ganas de moverse al compás de la música, siempre una gran restauradora del espíritu. Después de mucho tiempo se encontraba acompañada de sí misma, de esa de la que en el bullicio y la dinámica de la ciudad había tratado de olvidar. Pero la realidad es inexorable, durante todas esas vacaciones ella se movió entre ambos estados de ánimo, o se descubría o se enajenaba.

Terminado el descanso, María Esperanza no regresó a su oficina porque descubrió finalmente que ya no la necesitaban. No era joven y la época que llenó su vida la relegaba. No le explicaron nada, sólo que le habían retirado la confianza. Fuerzas oscuras actúan en las sombras. Quiso quejarse, buscó respuestas y encontró evasivas.

Ella me contó que un sábado que no trabajaba, un ayudante del Jefe la llamó a la casa. Según le dijo, éste la necesitaba. De inmediato dejó lo que estaba haciendo, se bañó y vistió apresuradamente, cuando el carro que la recogería tocaba el claxon a su puerta. Algo le decía en su interior que se enfrentaría a un momento muy difícil, quizás el peor de su vida. Pero se equivocó, hubo otros después aún más terribles.

Llegó a la oficina, le avisó al Jefe que estaba ahí y siguió la rutina de todos los días. Trascurrió como una hora y seguía ocupada cuando la mandó a buscar. Sólo dijo que había perdido la confianza en ella y que ya no iba a trabajar más en el Despacho. La causa de la pérdida de confianza no la dijo, toda su vida no merecía siquiera una explicación.

Lo que sintió lo describió de la siguiente manera: “todo se nubló ante mis ojos, los oídos me zumbaron y se hizo el silencio. No recuerdo nada más excepto que en ese momento pensé en quién era yo y cómo todo ello no podía morir dentro de mí”. Y siguió explicando: contrarío a lo que muchas veces se piensa, es muy interesante apreciar qué de verdad hay en las noches oscuras. En ellas, a través de la luz de la vela que le enciendo a mi abuela para que su espíritu siga volando en mi recuerdo, siempre le digo: -“abuela, sólo fuiste culpable de vivir intensamente, como yo he querido hacerlo”. Ella murió cuando quiso, ni la naturaleza pudo imponerle su tiempo y lo hizo cuando consideró que era hora de que yo siguiera sola. Cada día viene a mis sueños y me dice: -“resiste, no dejes morir nunca a esa niña que vive dentro de ti, no mates tus sueños”. Y eso hice, me levanté y me fui a mi casa, sin preguntar nada, sin decir nada, para seguir adelante con mis sueños.
A pesar de ser sórdida, cómo narradora no he podido sustraerme a la necesidad de escribir esta historia. Ella es un modesto tributo a la generación de mis padres y para mí María Esperanza será siempre un canto a la vida. Cuando le pedí su consejo para que en las jóvenes generaciones se salvaguarde el encanto de la Revolución triunfante, me dijo: Es necesario continuar trabajando por el acercamiento de los ingresos provenientes del trabajo honesto a las necesidades del pueblo trabajador, hay que abrir espacios y estímulos para el trabajo creativo en bien de la sociedad y cerrar las puertas al egoísmo individual, los privilegios de castas y de grupos sociales; así como, a sus fuentes de ingresos. Pero sobre todo hay que lograr que el discurso vuelva a los cánones de la práctica y deje de ser retórica donde se ocultan las exenciones. Hay que salvar la esperanza.
Gracias profesora, me despedí de ella, pero no sin antes reiterarle mi devoción. Para continuar la obra tú –le dije- tú eres de los imprescindibles, porque nunca has pedido la fe en tu pueblo, ni el amor a tu patria. Sin tus consejos, sin la formación que me diste, no hubiera llegado hasta aquí, aunque aquellos que se abrogan el derecho de juzgar al prójimo -creyéndose dioses todos poderosos y poseedores de la verdad absoluta- no lo estimen así. Todavía, desgraciadamente, hablan de unidad los que practican la escisión.




[1] Partido Revolucionario Cubano Ortodoxo.
[2] Triunfó el 1ro. de enero de 1959, resultado de la lucha insurreccional (1952- 1958)
[3] Abril de 1961, invasión de grupos contrarrevolucionarios radicados en Miami, financiados los el Gobierno de EEUU a Cuba.
[4] El capitalismo, el socialismo y el tercer mundo. Hobsbawm E. Historia del siglo XX. T II. Pág. 442. Editorial F. Varela. La Habana 2003
[5] Simone de Beauvoir (1908-1986), novelista e intelectual francesa que por su vida y sus obras desempeñó un papel importante en el desarrollo del feminismo.
[6] Betty Friedan (1921-2006), feminista y escritora estadounidense quién imaginó una mujer nueva en su libro “La mística Femenina”
[7] Líder del Movimiento afro en los EEUU.
[8] Movimiento dirigido por Fidel Castro que llevó la Revolución al poder.
[9] Situado en la capitalina rampa habanera
[10] La información anterior es resultado de la visita a la exposición sobre la década de los años 60 en el Palacio de Bellas Artes, Sala Cubana. (Junio de 2004)
[11] Muro de Berlín (1961-1989).
[12] Epíteto otorgado a Camilo Cienfuegos”
[13] Título de un libro dedicado a Ernesto Che Guevara.
[14] 1990
[15] Década de los años 20 .30 en Cuba.
[16] Década de los 50.
[17] Milicias Nacionales Revolucionarias creadas en 1961
[18] Emisión radiada desde el seno de la Sierra Maestra fundada por Ernesto Guevara (Che)
[19] 17 de abril de 1961.
[20] También llamada Crisis de Octubre (1962) provocada por la denuncia de EEUU de la existencia de armas nucleares en Cuba y la negativa del gobierno a dejar entrar inspectores foráneos o a que se retiraran los cohetes sin su consentimiento.
[21] Cantante de baladas de origen Chileno.
[22] Martí, j. OC. Tomo 16 Pág. 62. La Habana. Editorial Pueblo y Educación 1975.