Introducción:
Sólo en el año1838,
Comte acuñó el término sociología para describir su concepto de una nueva
ciencia que descubriría unas leyes para la sociedad parecidas a las de la
naturaleza, aplicando los mismos métodos de investigación que las ciencias
físicas. Hoy también se consideran fundadores de esta disciplina
algunos filósofos sociales del siglo XIX que nunca se consideraron como
tal en su tiempo, lo que pone de manifiesto la necesidad de redimensionar
también la obra de los antecesores de la sociología cubana.
Para nadie es un
secreto que la formación de la sociedad cubana ha estado vinculada a proyectos
y estudios realizados por sus más ilustres hijos: estadistas, filósofos,
historiadores, pedagogos y políticos del siglo XIX, elaboraron modelos y
realizaron trabajos que describían o proyectaban la nación que se formaba. El
“Discurso sobre agricultura y comercio”, de Arango y Parreño; “Máximas Morales y Sociales”, de Félix
Varela; La Vagancia
en Cuba, de José Antonio Saco; entre otras, son prueba fidedigna de ello.
La
Sociología, como ciencia que estudia el desarrollo, la
estructura y la función de la sociedad, es tributaria de los fenómenos
imbricados en la formación de una nación;
entendida ésta no como simple constitución política, sino como el proceso de
integración de fenómenos étnicos, culturales, poblacionales, económicos,
políticos, ideológicos, psicológicos y humanos en general, constitutivos de una
pueblo idiosincráticamente diferenciado.
El origen de la
nacionalidad cubana ha sido objeto de preocupación de especialistas de
diferentes ramas. Catedráticos de disímiles posiciones han opinado sobre lo
especialmente significativa que es la preocupación de los cubanos por sus
orígenes y formación; fenómeno no apreciable en otras naciones. Muchos lo
explican a partir del costo que ha tenido que pagar Cuba por su aceptación como
tal; otros sólo consideran los orígenes de la nacionalidad, como un fenómeno
sociológico digno de analizar. Pero sobre lo que no caben lugar a dudas es que
fue el presbítero Félix Varela y Morales, una de las personales más influyentes
dentro de proceso originario y evolutivo de lo cubano como fenómeno social.
Es por ello que el objetivo de este trabajo es analizar
el papel jugado por el padre Varela en este profundo y complejo proceso social,
especialmente a través del aporte de sus obras fundamentales a los estudios
sociológicos.
Desarrollo:
1.
Contexto
sociológico de la etapa formativa de Varela.
El Despotismo Ilustrado de Carlos III y Carlos IV,
desempeñó una función determinante en la conformación de la estrategia
política, económica y social de la clase dominante criolla. La primera
generación de pensadores cubanos supo armonizar perfectamente los intereses
metropolitanos con sus intereses de
clase. Sin embargo, la estabilidad
insular se vio seriamente afectada a inicios del Siglo XIX por varios
factores. Entre ellos se destacan: el
vacío del poder de l808 en la metrópolis, las luchas entre liberales y
absolutistas entre l914 y l823, y partir de l833, el ascenso al poder de España de los primeros. Estos
fenómenos provocaron el reajuste de su aparato colonial, que -aunque sólo constituyera
un intento de reducir a Cuba a productora de materias primas para una
inexistente industria metropolitana- cambió la situación interna y creó las
condiciones para el cuestionamiento del Estado colonial como garantía del
proyecto social plantacionista.
El surgimiento del
pensamiento de Félix Varela en esta época, le suministra un espectro ideológico capaz de someter a
crítica los principios que en este sentido se habían sustentado hasta ese
momento. Los problemas que preocupan a La Habana de su nacimiento, estaban
relacionados con la lucha entre las
potencias del viejo mundo por el dominio del Caribe, las cuales la hacían
centros de conflictos políticos-militares. Organizadas las Milicias Habaneras
por O’Reilly, incluidas las de pardos y morenos, el Regimiento de Fijos de La
Habana, jugaría en las mismas un importante papel en la defensa de la Florida.
Ello explica que la familia de Varela se traslade ésta, recién reconquistada y
que él mismo, cuando aún no alcanzaba los 3 años de edad, los acompañara.
Como muro de
contención ideológico del agresivo expansionismo anglosajón, también se asentó
en esa península un grupo de irlandeses católicos, designados por el Rey español para organizar la educación y el
programa de catequización en la misma.
En San Agustín, Varela va a cursar sus primeros estudios en una escuela
con este origen, donde el padre Miguel O’Reilly, de profundas preocupaciones
humanistas e iluministas, será el guía de sus primeras concepciones sociales.
Cuando en l80l
regresa a La Habana, Varela tenía definida su personalidad, gustos e
inquietudes. Huérfano de padre y
madre, recibe de su abuelo el amor a
Cuba, el aprecio de la cultura hispana y la valentía en la defensa de sus
ideas; de su tía Rita, la sensibilidad, la devoción y la ternura; del padre
Miguel, la unión entre lo católico y lo patriótico, el gusto musical y la
inquietud por el conocimiento; y de la Florida, la constatación de la frontera
cultural, ideología y humanista entre el modelo cultural y social criollo-
hispano y el de los nacientes Estados Unidos.
Tenía 12 años
cumplidos cuando ingresó en el Real y Conciliar Colegio-Seminario de San Carlos
y San Ambrosio. Por la época se iniciaba en La Habana un movimiento político,
social y cultural que dejó honda huella y que constituyó importante antecedente
del proceso de liberación nacional iniciado en l868. Propulsor del mismo fue el Obispo de La
Habana, Juan José Díaz de Espada. La práctica social y la concepción
totalizadora iluminista de este prelado, lo llevaron a intentar la más seria y
profunda renovación de la sociedad insular y, con ella, encontrar una expresión
intelectual de la cultura cubana. Uno de
sus más osados pasos fue apoyarse en los jóvenes. Félix Varela, estudiante del Seminario de San
Carlos, se convirtió en la persona de confianza del Obispo en las empresas más
difíciles que se propuso.
Además, aunque
Varela se formó en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio bajo la influencia
de la reforma de España, tuvo que realizar exámenes en la Universidad de La
Habana para obtener su grado menor de Bachiller y, con posterioridad, cursar
estudios para alcanzar el grado mayor de
Licenciado. La formación
intelectual y epocal de Varela, lo llevará entonces a un enfrentamiento con la
escolástica imperante en el ambiente universitario. Alumno del padre José Agustín Caballero, exponente de la
primera generación de pensadores, se había formado en la adecuación de los
razonamientos escolásticos con las ciencias modernas, rompiendo finalmente con
ellos, cuando ya - graduado de Licenciatura en Filosofía, cursado estudios de
Teología y defendida las Cátedras de Melchor Cano y Santo Tomás y de
Latinidad en el Colegio Seminario de San
Carlos- es designado por el Obispo Espada para ocupar la Cátedra de Filosofía,
en éste recinto.
Terminado su
período de formación, eran rasgos característicos de la personalidad de Varela,
la valoración que hacía de la escolástica y de los muros de contención que ésta
imprimía a los estudios sobre la sociedad y la naturaleza; en diversas
magnitudes poseía ideas modernas y su pensamiento, por sus fines y objetivos,
eran diametralmente opuestos al carácter corporativo del proyecto social de la
clase dominante en aquellos momentos.
Al entregársele la Cátedra de Filosofía se ponía en sus manos, aún a los
23 años, el más importante instrumento para el recambio conceptual y teórico
que permitiera una expresión intelectual, capaz de comprender desde nuevos
cánones el nuevo proyecto social que aspiraba para una cubanidad aún inexistente;
así como, para crear el instrumento técnico necesario capaz de materializarla.
2. Primeros
aportes en el campo de los estudios sociológicos.
Los principios
fundamentales de la Constitución Española de l812 recibieron la adhesión
ideológica de los hombres del Seminario habanero, entre ellos, del Obispo y del
novel profesor de Filosofía; sin embargo, tanto el movimiento constitucional,
como el de liberación en América, fueron acogidos en Cuba con reserva y
hostilidad por parte de los grupos de poder. Es por eso que el grupo del
Seminario va a intervenir desarrollando una intensa actividad ideológica para
lograr el enriquecimiento intelectual de éste modelo social, que expresaba -en
gran medida- sus ideas en relación con los estudios sociales.
3. Consolidación del pensamiento sociológico valeriano.
Restablecido el
absolutismo en España en l814, se inicia en Europa la tendencia conservadurista, pero Varela no retrocede en la
propulsión del proyecto social que había iniciado. En l816 publica un nuevo Elenco, en el cual su concepción
filosófica adquiere la dimensión una nueva dimensión teórica. Sin embargo, no se
limitó sólo al desarrollo de sus concepciones filosóficas, sino también, al
enriquecimiento de su proyecto social. A
su juicio, una estrategia emancipadora para la incipiente sociedad cubana, requería
de la conciliación de los intereses de todos los sectores cubanos; idea que se
repetirá más tarde en Martí; y en lo fundamental, considera la necesidad de
persuadir a los grandes hacendados de que debían tomar partido acerca de la superación
de las limitaciones sociales de su tiempo, hasta llegar a una sociedad
desarrollada y libre.
El 24 de enero de
l817 es admitido en la Sociedad Económica de Amigos del País, Institución que
desarrollaba una importante labor en la transformación del proyecto social
existente en Cuba y que se encontraba en esa época liderada por el Obispo
Espada. De sus trabajos en l8l8 y 18l9 – años de mayor actividad intelectual de
Varela – son conocidos los referidos a
la crítica que efectuó, por encargo de la mencionada sociedad, a los Elementos
de la Lengua Castellana de Manuel Vázquez de la Cadena, en unión con Justo
Vélez, su colega del Seminario. También
en esta época, publica su obra “Máximas
Morales y Sociales”, en la que demuestra
que su intención de influencia se ha trasladado a toda la sociedad. Esta obra puede considerarse
como la primera formulación de una
moral práctica para la sociedad cubana.
Las bases teóricas
del pensamiento social de Varela estaban en su pensamiento filosófico, al que
servía de concreción; ellos fueron el medio con el cual elaboró su proyecto de la moralidad basada en
el sentimiento patriótico. Este tenía como base un grupo de principios tanto
morales como sociales. Los dos conceptos básicos de de formulación eran la
libertad y la soberanía. En su opinión, todos los hombres deberían tener la
misma libertad, pues esta era intrínseca al propio hombre, no obstante,
consideraba que los hombres en sociedad – al estar divididos por sus intereses
– necesitan ser gobernados por alguien. Por su parte, la soberanía consistía en
la renuncia de una parte de la libertad de los hombres a favor de la sociedad.
Mientras tanto, en
el Seminario existía una violenta confrontación entre los seguidores de Varela,
quiénes traslucían una posición demasiado independiente, liberal y crítica
hacia la esclavitud y los defensores del modelo social plantacionista. Es por
ello que el momento se hace propicio para cuestionarlo a fondo, atacando a las
instituciones que frenaban el desarrollo socioeconómico del país. Varela había
demostrado ser el único que poseía en ese momento un proyecto social coherente
de alcance nacional, para aglutinar los intereses de todos los habitantes de la
Isla.
El régimen
constitucional de l820 al 23 ofreció una oportunidad única para, por vías
políticas, lograr la eliminación de algunos obstáculos que impedían la
formación del proyecto social cubano; permitió además, un ejercicio de esta
actividad por los habitantes de la Isla. El diputado Varela, quien piensa como
americano y defiende los intereses de América, trata de sentar un principio
fundamental: la libertad que tiene cada pueblo a elegir su libertad.
Pero estas
condiciones pronto se esfumaron. El día l7 de diciembre de l823, a la edad de
35 años, iniciaría Varela su exilio en New York. Analizadas las circunstancias desde el allí, se
lanza en la búsqueda de la sociedad “perfecta”, ésta es la de
independencia sobre la base de la
unidad. “El Habanero” va a contener la consolidación
de la expresión política-social valeriana; sobre todo, la relacionada con los
problemas cubanos durante los años l824-l826.
De su
correspondencia con La Habana y con el conocimiento de su situación, surge el
Plan de publicar “Las Cartas a Elpidio”, una de
las obras más importantes de la
producción vareliana, escritas desde el destierro en el año 1835. Dirigidas a
la juventud cubana, las mismas tenían la misión de valorar la situación social,
moral, cultural y política de la Isla; así como, combatir las erróneas
creencias que existían sobre el modelo social norteamericano en Cuba.
Desde los tiempos
en que apareció la obra, muchos se interrogaron sobre quién sería el destinatario de las Cartas. Algunos pensaron que estaban
dirigidas a Luz; pero el hecho de que
se escribiera asiduamente con éste y
que Luz hiciera un extenso comentario de
la obra, desmiente esta idea. La tesis más aceptable es la de que se trata de un personaje creado por la imaginación de Varela,
como un símbolo que reflejase a la juventud cubana. Etimológicamente, Elpidio
significa esperanza y, en los
comienzos de la obra, Varela escribe, refiriéndose a la juventud:
“Diles que ellos son la dulce esperanza de
la patria”
Sobre esta obra ejemplar ha
dicho Monseñor Carlos Manuel de Céspedes: "Se trata de una obra mayor, de
una gran densidad ética, destinada a formar hombres capaces de asumir sus responsabilidades sociales
y políticas (….). Eligió como destinatario simbólico a ese Elpidio, nombre
propio derivado del griego, elpis, que significa esperanza.
Los jóvenes cubanos que, según su juicio, deberían
leer el texto, eran su esperanza con relación a Cuba; eran ellos los portadores
y los merecedores de dicha esperanza de la Iglesia y de
la Patria".[1]
Algunos historiadores han
escrito del éxito que tuvo la obra en
La Habana, pero los documentos demuestran
el rechazo que la burguesía esclavista y
hasta algunos de los antiguos alumnos
que pertenecían a esa clase, experimentaron sobre ella. Al respecto aludían a que
la obra -utilizando un lenguaje fundamentalmente religioso- pretendía influir,
por medio de la moral en la política,
en la formación de un “espíritu
público”, ponderando las virtudes autóctonas sobre los deslumbrantes resplandores foráneos.
La cuestión era que la obra
tenía un claro trasfondo en cuanto al proyecto
de la sociedad cubana futura. Varela estaba minando no sólo la mentalidad
colonizada y esclavista, sino también
la creciente corriente anexionista de
los admiradores de lo norteamericano y ello molestaba tanto a los anexionistas
como a los colonizadores que, sin respeto alguno por su antiguo maestro, se
expresaron desdeñosamente de la obra y del
autor. Sólo Luz y Caballero, quien
sabía el sentido ideológico de las Cartas y su envergadura política, ideológica, patriótica y antianexionista, las promocionó, pues “se
trata de formar hombres de conciencia en lugar de farsantes de sociedad”[2].
En los trabajos filosóficos
elaborados entre 1816 y 1820 está la
concepción ideológica de Varela
y en “Espíritu Público”, de sus Cartas a Elpidio, está el resultado
de sus estudios sociológicos sobre la realidad cubana. En éste planteaba: “El
pueblo no es tan ignorante como le suponen sus acusadores. Verdad es, que
carece de aquel sistema de conocimientos que forman las ciencias,
pero no de las bases del saber social; esto es, de las ideas,
y sentimientos que se pueden hallar en la gran masa y que propiamente forman la ilustración
pública”.[3]
Ese modelo social, tan
radical para su época, tuvo en Varela
tres ideas clave: la lucha por la independencia
nacional, contra la anexión a cualquier país del
mundo y por la emancipación del hombre. Éste constituye su legado social más importante. Así exponía sus categóricas afirmaciones:
“Una
sociedad en que los derechos individuales son respetados, es una sociedad de
hombres libres, y esta ¿de quién podrá ser esclava, teniendo en sí una fuerza
moral irresistible, por la unidad de opinión y de una fuerza física, no menos
formidable, por el denuedo con que cada uno de sus miembros se presta a la
defensa de la patria?”[4]
Conclusiones:
El
surgimiento de un pueblo nuevo a partir de un especial sistema de
interrelaciones, desarrolladas éstas en un espacio social y natural particular,
muestra un sin número de matices y consideraciones que pueden ser analizadas
desde los más disímiles puntos de vista. No obstante, la necesidad de que el
método utilizado permita un análisis integrador, tiene un condicionamiento
objetivo que no se puede dejar de tener en cuenta.
BIBLIOGRAFIA
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Su espiritualidad. (Texto multicopiado).
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Martí, José Manifiesto de Montecristi. OC.
Tomo 4. Pág. 101(C) Edt digital Karisma
2001
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Monal, Isabel Tres Filósofos del
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Pichardo,
Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación,
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Torres-Cuevas Eduardo. Historia del
Pensamiento Cubano. Tomo I. Edt. Ciencias Sociales. La Habana, 2006
Torres-Cuevas Eduardo. Varela. Un hijo de
la libertad; un alma americana. Edt. Ciencias Sociales. La Habana, 2004
Varela Félix. Lecciones de Filosofía. La
Habana. Imprenta la Verónica. 1940.
Varela F. “El
Espíritu Público”. Revista Bimestre cubana. No. 9, 1º de enero de 1834
[1] Céspedes, Mons, Carlos Manuel.- El Padre Félix
Varela. Su espiritualidad. (Texto
multicopiado).
[2] Luz y Caballero José: Elenco de 1835. Elencos y discursos
académicos. Biblioteca de autores cubanos, Editorial Universidad de La Habana,
1950, vol II pág 72
[3] Varela F. “El Espíritu Público”. Revista Bimestre
cubana. No. 9, 1º de enero de 1834, pp 275-475
[4] Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de
Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana
2000Tomo I pp 293-3-4
[5] Martí, José Manifiesto de Montecristi. OC. Tomo 4.
Pág. 101